DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

EMPATIA Y SUFRIMIENTO


Sentir empatía no significa que debas unirte al sufrimiento, pues el sufrimiento es precisamente lo que debes negarte a com­prender.”
(T-16.I.1:1)





Se nos ha dicho que nuestra única función en este mundo es aceptar la Expiación para nosotros mismos, lo cual implica por una parte no atender los sueños de enfermedad, de miedo ni de muerte de ninguno de nuestros hermanos, y por otra, evitar compartir con nadie su deseo de estar separado, obviando de esa manera hacer reales sus sueños de escasez. Sin embargo esta idea parece insinuar: “Hermano, yo estoy en otra frecuencia espiritual… preocúpate tú de tus asuntos”.

Desgraciadamente el mundo irreal en el que creemos vivir es ciertamente un mundo cruel: Venimos al mundo rodeados de dolor, crecemos y en seguida aprendemos a convivir con las penas, el sufrimiento y las pérdidas. A veces algún soplo de felicidad parece insuflar algo de esperanza, pero en seguida comprendemos que esos atisbos de luz eran limitados y temporales. Al final, envueltos en un cuerpo que nos aprisiona y martiriza, nos despedimos del mundo, exhalamos el último suspiro y nos vamos.

¿Podría Dios en su perfección, haber creado un mundo así, lleno de tragedia y sufrimiento?, ¿Podría ser este el lugar que Él eligiese para sus amados hijos? Está claro que este mundo no es la Voluntad de Dios, y por tanto no es real. No obstante aquellos, que creen que lo es, no pueden sino creer que es su única realidad. El mundo que ves, es el que tú creaste, el mundo de la separación y de la muerte, donde esta adopta muchas formas: miedo, tristeza, angustia; en forma de ira, envidia; preocupación por el cuerpo. Es la idea que subyace a todos los sentimientos que no son de suprema felicidad. Por lo tanto, si te aferras a cualquiera de ellos, niegas que vives. Sin embargo crees que la muerte es algo que sólo tiene que ver con el cuerpo.  Pero la muerte es sólo una idea, y nada tiene que ver con el mundo físico. Los pensamientos se encuentran en la mente y es allí donde deben ser sanados. El sufrimiento no es más que una idea de muerte, en la que tú, decidiste creer que podías sufrir. Cada lágrima que has derramado, o cada pensamiento de ira que has contenido, no es más que una decisión tuya.

Este es el mundo en el que vivo y en el que viven y sufren mis hermanos. Veo su vida… y algo me empuja a tender mi mano para aliviar su sufrimiento. Es la empatía, un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad de otra, un intento de unirme con mi hermano en su sufrimiento. El sufrimiento parece ser absolutamente real, y yo veo lo mismo en mi propia vida.

Pero me detengo y pienso… Si este mundo no es real, cualquier tipo de pérdida o de sufrimiento tampoco lo es, e intentar aliviar la pérdida compartiéndola, es darle realidad en mi mente a la misma, una forma de hacer la ilusión real.


“Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios”
(T-Intr.2:2-4)

AMOR SIN SACRIFICIO



Circula por la red una frase que viene a decir:

“Amor genuino y verdadero es el que sabe sacrificarse por el bien de quien se ama”



Ya al comienzo del curso se expresa una clara opinión sobre el sacrificio:

“El sacrificio es una noción que Dios desconoce por completo”
(T-3.I.4:1)

Toda relación que el ego establece es siempre una relación especial. Su único propósito es obtener algo y para ello hace uso de la culpabilidad para mantener a la parte contraria aferrada a la relación. Sin embargo la supervivencia del ego depende de que no se perciba la culpabilidad generada y para ello torna la interpretación del ataque que implica la culpa (pues hacer sentir culpable al otro es un ataque aunque parezca no serlo), como un acto de amor y para ello usa una poderosa herramienta: EL SACRIFICIO

 
Aquellas personas que se sienten culpables, esperan ser atacados, y habiendo pedido eso, se sienten atraídos por el ataque. Es por eso que te atrae aquello que no deseas, y piensas que has sacrificado algo por el otro  y exiges que el otro acepte la culpabilidad y que se sacrifique también.

“No está enamorado del otro en absoluto. Simplemente cree estar enamorado del sacrificio”
(T-16.VII.7:4-5)

Cada cual intenta aliviar su culpabilidad intentando que el otro se sienta más culpable, pues parece que de esta manera se mitiga tu propia culpabilidad. El modo de juzgar si las ideas son buenas o malas en una relación, depende de la culpabilidad generada, pues aquello que genera culpa es bueno, al retener al otro en la relación y lo que libera de la culpa es malo, pues rompe la cadena que ata a tu hermano, permitiendo su liberación y tu miedo a la perdida de la pareja...

LOS PASOS DEL PERDON por el Dr. Gerald Jampolsky


sobre El Autor: Tanto el Dr. Gerald Jampolsky como su esposa, la Dra. Diane Cirincione, conferencistas internacionales y autores de libros de gran éxito, comparten su visión y experiencias en la aplicación de los principios de Un Curso de Milagros en nuestro mundo.






1. Permanece abierto a la posibilidad de cambiar tus creencias sobre el perdón. Reconoce que el perdón es un acto de fortaleza, no de debilidad.

2. Está dispuesto a dejar de ser una víctima. Elegir aferrarnos a los resentimientos y pensamientos que no perdonan, es elegir sufrimiento. Deja de encontrar valor en la autocompasión.

3. Recuérdate a ti mismo que tu ira y tus juicios no pueden ni cambiar el pasado ni castigar a alguien más, pero si pueden herirte. Los sucesos del pasado no pueden lastimarte ahora, pero tus pensamientos sobre el pasado pueden causarte un inmenso dolor y angustia. Reconoce que cualquier dolor emocional que sientas en este momento es causado solamente por tus propios pensamientos.

4. Observa el valor que tiene renunciar no a uno, sino a todos tus juicios. No es coincidencia que las personas más felices son aquellas que eligen no juzgar y que conocen el valor del perdón.

5. Reconoce que aferrarte a la ira no habrá de traerte lo que quieres. Pregúntate: “Aferrarme a mi ira justificada, ¿me trae paz mental?” Ira y paz; juicios y felicidad, no ocurren al mismo tiempo.

6. Reconoce que no tiene ningún valor castigarte a ti mismo. Una vez que hayas reconocido que tu enojo y tus pensamientos desdichados acerca del pasado están envenenando tu vida, aceptarás el perdón y conocerás el significado del amor.

7. Admite que el perdón significa renunciar a toda esperanza de haber tenido ¡un pasado mejor! Acepta tu pasado, perdona tu pasado y acepta el presente y el futuro con esperanza! No hay ninguna ley que te fuerce a que permanezcas como una víctima del pasado.

8. Elige ser feliz en vez de tener razón. Cuando dejamos de tratar de controlar a los otros y en lugar de eso nos concentramos en nuestros propios pensamientos, nos damos a nosotros mismos el regalo de la libertad y de la paz.

9. Cree que tu tienes el poder de elegir los pensamientos que pones en tu mente. Quizás el don más grande que hemos recibido es el poder de elegir pensamientos amorosos en lugar de iracundos. Tu mente no es un contenedor que permanecerá intacto ante la basura que deposites en él. Trata a tu mente como un jardín, y florecerá.

10. Está dispuesto a que la paz mental sea tu objetivo y acepta que el perdón es la llave de la felicidad. A pesar de todo el caos que nos rodea, podemos conocer lo que la paz es, si ese es nuestro único objetivo. No dejes que las circunstancias externas o que la gente te diga si debes estar feliz. La ira, los juicios y los pensamientos que no perdonan nos hacen sufrir, y dejarlos ir nos trae alegría. Y es así de simple!!

Dr. Gerald Jampolsky 





NOTA PERSONAL:  
  

El perdón no es más que una elección, y como cualquier ejercicio se vuelve más fácil cuanto más lo practicamos. Siempre sucede algo, una situación, un comentario o una actitud llega a tu vida contribuyendo con una experiencia negativa que te va a afectar. 

¿Significa el perdón tener que renunciar a esas "fuerzas del mal" por las que te has sentido herido?. ¿Debes contraatacar para al menos encontrarte en una situación de igualdad? Si así lo haces estás dando realidad, fuerza y poder a ese encuentro negativo y por tanto, reforzando la situación, mantienendo su influencia negativa en tí, bloqueando tu crecimiento y por ende atrayendo nuevos conflictos  al tratarse de una lección no aprendida en el camino del perdón.

Deja que el Espiritu Santo te ofrezca la respuesta natural, recuerda que cualquier ataque de tu hermano no es más que una petición de amor: tu propia peticion de amor. Entrega tu amor y perdona, porque el perdón se interpone entre las ilusiones y la verdad; entre el mundo que crees ver y el mundo real; entre el infierno de la culpabilidad y las puer­tas del Cielo.

 
No sigas aferrandote a la ira o al dolor, pues mantendras en tí, una energía negativa que te bloqueará física y espiritualmente.


Hay una manera muy sencilla de encontrar la puerta que con­duce al verdadero perdón y de percibir que está abierta de par en par en señal de bienvenida. Cuando te sientas tentado de acusar a alguien de algún pecado, no permitas que tu mente se detenga a pensar en lo que esa persona hizo, pues eso es engañarse uno a sí mismo. Pregúntate, en cambio: "¿Me acusaría a mí mismo de eso?"
(L.pI.134.9:1-3) 


"En esto radica el valor principal de aprender a percibir el ataque como una petición de amor".  
(T-12.I.8:10)


"Pero donde lo que hay es una petición de amor, tú tienes que dar amor por razón de lo que eres".  
(T-14.X.12:3)

"El miedo condena y el amor perdona". 
(L-pI.46.2:2)


"Concédele su petición de amor, y la tuya quedará concedida".  
(T-12.II.3:5)




CULPABILIDAD Y RESPONSABILIDAD



Todo cuanto sucede en el mundo en el que vivimos, da la sensación que lo hace a pesar nuestro. Este mundo de ilusiones, es el mundo del ego, en el que no aceptamos ninguna responsabilidad de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Proyectamos la culpabilidad de todos nuestros problemas más allá de nosotros, haciendo a los demás culpables de todo cuanto sucede sin aceptar responsabilidad alguna. 


Afortunadamente, cada uno es dueño de su vida. No eres una víctima de las circunstancias, sólo de tus errores de pensamiento. El mundo que te rodea, es únicamente responsabilidad tuya, y por lo tanto, lo que sucede, depende de ti y sólo de ti. Lo único que debes aceptar para liberarte, es dicha responsabilidad.

Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal y como lo pedí (T-21.II.2:3-5)

La aceptación y la creencia en estos pensamientos de proyección de culpabilidad les otorgan realidad en tu mente. Es tu aceptación lo que le confiere realidad. Es inevitable que quienes experimentan culpabilidad traten de desplazarla, pues creen en ella. Tu mente es capaz de crear realidad o de fabricar ilusiones, por lo tanto si experimentas culpabi­lidad es un signo inequívoco de que un pensamiento basado en la creencia en el pecado, que es el único propósito, porque el pecado genera miedo, y todo lo que genera miedo pro­duce separación al obedecer las leyes de la división. 

El mundo que ves no es sino el testigo fútil de que tenías razón. Es un testigo demente. Tú le enseñaste cuál tenía que ser su testimonio, y cuando te lo repitió, lo escuchaste y te conven­ciste a ti mismo de que lo que decía haber visto era verdad. Has sido tú quien se ha causado todo esto a sí mismo. (T-21.II.5:1-4)

Tu mente ha fabricado esto, y lo ha hecho a través de errores mentales. Por lo tanto, estos pueden ser corregidos en su origen, que no es otro que tu propia mente, y hacer que la realidad que percibimos puede cambiar. Tú no has pecado ni eres culpable de nada, que no pueda corregirse en tu mente, y eso es un error y merece corrección, no castigo. La corrección depende de ti, de si la quieres o no, realmente. 

Si el ego es el símbolo de la separación, es también el símbolo de la culpabi­lidad. Es el símbolo del ataque contra Dios, al creer que es posible atacar a Dios, y que has arrancado una parte de Él y te has apoderado de ella. De ahí procede el miedo a las represalias externas. Esta es la creencia inicial de donde procede toda culpabilidad, por tanto si te identificas con el ego, no podrás sino verte a ti mismo como culpable y temerás ser castigado.

El propósito de la Expiación a través del perdón, es conservar del pasado únicamente aquello que ha sido purificado. En el Cielo por tanto, no existe la culpa, porque la Expiación te otorga la liberación del miedo y por tanto deshace la culpabilidad. Por tanto, no consideres a nadie culpable y te estarás afirmando a ti mismo la verdad de tu inocencia, pues solo puedes estar completo en tu inocencia y sólo en tu inocencia puedes ser feliz.

EL FALSO APRENDIZAJE

El conocimiento es poder. Has tratado de conocer para imponer tu poder ante Dios, pero todo el poder es de Dios. Por lo tanto el intento ha sido baldío y lamentable, aprendiendo a través de la percepción una serie de creencias que en realidad no existen, interponiendo tu falso aprendizaje entre Dios y tú. Crees poder estar a cargo de una parte de tu vida o que eres capaz de lidiar con ciertos aspectos de ella por tu cuenta. Has convertido tu aprendizaje en algo propio del pasado, pero su influencia es la que determina el presente, al darle a este el significado que tiene para ti.




Es preciso por tanto, comprender que todo lo que has creído aprender no sirve para nada. Que en realidad NO SABES NADA. Que todo lo que te has enseñado a ti mismo, no puede ayudarte a entender el presente o a deshacer el pasado y como dice el Curso…

“Tu pasado es lo que tú te has enseñado a ti mismo. Renuncia a él completamente. No trates de entender ningún acontecimiento, ningún hermano ni ninguna cosa bajo su luz, pues la oscuridad en la que tratarías de ver tan solo empañaría lo que vieses”
(T-14.XI.3:6-8)

No puedes juzgar en la oscuridad, pues jamás la oscuridad puede iluminar tu entendimiento, porque es imposible ver en la oscuridad y por lo tanto no puedes ver la verdad.

Existe una sola prueba para reconocer si lo que has aprendido es verdad: Si en realidad no tienes miedo de nada y todos aquellos con los que estás, o aquellos  que simplemente piensan en ti comparten tu perfecta paz, porque la paz es entendimiento. Hazle sitio a la paz y está vendrá porque el entendimiento se encuentra en ti, y la paz procede inevitablemente de él.

Tu papel es tan simple como aceptar que no deseas nada de lo que has aprendido

No conozco el significado de nada, incluido esto.
No sé, por lo tanto como responder a ello.
No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora.
(T-14.XI.6:7-9)

¿QUE ES LA NO-DUALIDAD?



El concepto No-dualidad, es un término acuñado por la tradición oriental, cuyo fin esencial es denominar el tipo especial de relación objeto-sujeto que opera en los estados profundos de cognición relacionados con la Concentración y la Meditación. Un Curso de Milagros tiene claramente una visión no-dualista del mundo.


 

Ya hemos comentado en una anterior entrada que para aquellos que creen en Dios parecen existir dos mundos, y que ambos parecen ser verdad: El mundo de Dios y el del hombre.

Como ser humano te encuentras en un mundo, para ti real, basado en la creencia en la objetividad y la imposibilidad de error de tus sentidos. Un mundo en el que te percibes tú y todo lo demás (otras personas, objetos..) separados de ti, sujeto a las leyes físicas del mundo y manipulables por tu parte mediante la acción de cuerpo y mente.

El otro mundo, el mundo de Dios se encuentra alejado de ti. Dios esta en otra parte, distante, en un mundo ilusorio, imperceptible a tus sentidos. Dios tiene una doble cara, es al mismo tiempo amor y muerte. Dependiendo de su estado de ánimo, es capaz de proporcionarte todo aquello que materialmente deseas, así como dejar caer todo el peso del cielo sobre tus espaldas, en dependencia de no se sabe que voluntariedad. Tú sufres las decisiones de todo lo que acontece, al capricho de una voluntad ajena a tí y que no puedes controlar.

Esta podría ser una correcta definición del mundo dualista, pero posiblemente no sería una correcta definición de lo que Dios es, pues es sencillamente inimaginable que Dios pueda ordenar a sus propios hijos matar a otros de sus hijos en nombre de creencias políticas, religiosas, etc. o enviar contra ti toda la fuerza de la naturaleza. ¿Qué padre podría querer para sus hijos todo el sufrimiento que el mundo en el que vives te proporciona?

Ante ello, algunas personas asumen que este mundo no es posible, pues lleva implícito un error en la definición de lo que Dios es, por lo que asumen una actitud semidual, en la que se reconoce que Dios, aunque permanece en otro ámbito del mundo en el que vivimos, es amor. 

En esta actitud de aprendizaje se pierde el oculto temor a Dios. Continúas pensando que eres un cuerpo, y tanto Dios como el mundo continúan estando lejos de ti, pero ahora percibes que Dios no tiene nada que ver en tu situación, sino que esta no es sino producto de tus acciones y pensamientos. Tu eres el responsable de todo cuanto te acontece.

La última opción es la no-dualidad, para la cual el mundo que percibes no existe y sólo existe el mundo de Dios. No es posible la coexistencia de los dos mundos. Ambos son excluyentes entre sí...