DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

LAS LEYES DEL CAOS

El mundo que ves, es el mundo que tú has elegido: Contemplarás aquello que sientas en tu interior. Si en tu corazón se asienta el odio, no podrás sino percibir un mundo terrible, amenazante, cruel, basado en la enfermedad y la destrucción. Un mundo que se rige por las leyes de la  escasez y de la muerte: “Las leyes del caos”


Pero si es el  Amor de Dios lo que sientes dentro de ti, contemplarás un mundo de misericordia y de amor, un mundo renovado, radiante de inocencia, lleno de esperanza un mundo en el que «no nos gobiernan otras leyes que las de Dios»

Éste es el mundo que el Amor de Dios revela. Es tan diferente del mundo que ves a través de los enturbiados ojos de la malicia y del miedo, que uno desmiente al otro. Sólo uno de ellos puede percibirse en absoluto. El otro no tiene ningún significado. A aquellos que ven surgir del ataque un mundo de odio listo para vengarse, asesinar y destruir, les resulta inconcebible la idea de un mundo en el que el perdón resplandece sobre todas las cosas y la paz ofrece su dulce luz a todo el mundo (LE-pI.189.3:1-5)

¿Cuál de ellos quieres ver? Eres libre de elegir. (LE-pI.189.5:1)


 Las 5 leyes del caos


Son cinco las leyes del caos: Cinco creencias de la mente errada, y por tanto como creencias que son, son creencias falsas que la mente acepta como verdad. Todo el caos que la humanidad experimenta es el efecto de estas leyes, son las leyes que rigen el mundo que tu has fabricado:

Es esencial que se entienda cuál es su propósito porque su fin es crear caos y atacar  la verdad. (T-23.II.1:5)

·        Primera ley del caos: la primera ley caótica es que “la verdad es diferente para cada persona”. (T-23.II.2.1) y no es sino  la consecuencia del pensamiento de separación. Cada persona se considera un ente separado en razón de su propio sistema de pensamiento que lo hace único y lo distingue de los demás. Se dota de realidad y se le otorga el concepto de “verdad” a aquello que constituyen mis creencias y por lo tanto defiendo mi verdad con el ataque a todos aquellos que no piensan como yo (en realidad … todo el mundo)

 

UNA LLAMADA AL AMOR: MEDITACION - 13 - A. de Mello

MEDITACION 13

"Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas"
(Mt. 10,16)


Observa la sabiduría que se manifiesta en las palomas, en las flores, en los árboles y en toda la naturaleza. Es la misma sabiduría que hace por nosotros lo que nuestro cerebro es incapaz de hacer: que circule nuestra sangre, que funcione nuestro aparato digestivo, que lata nuestro corazón, que se dilaten nuestros pulmones, que se inmunice nuestro organismo y que curen nuestras heridas, mientras nuestra mente consciente se ocupa de otros asuntos. Esta especie de sabiduría natural es algo que apenas estamos empezando a descubrir en los llamados "pueblos primitivos", tan sencillos y sabios como las palomas.

Nosotros, en cambio, que nos consideramos mas avanzados, hemos desarrollado otra clase de sabiduría, la astucia del cerebro, porque hemos constatado que podemos perfeccionar la naturaleza y procurarnos una seguridad, una protección, una duración de vida, una velocidad y un bienestar insospechados para los pueblos primitivos. todo ello gracias a un cerebro plenamente desarrollado. el desafío que se nos presenta consiste, pues, en recobrar la sencillez y la sabiduría de la paloma sin perder la astucia de nuestro cerebro serpentino.

¿Cómo podemos lograrlo? Comprendiendo algo sumamente importante, a saber, que siempre que nos esforzamos por perfeccionar la naturaleza yendo contra ella, estamos dañándonos a nosotros mismos, porque la naturaleza es nuestro mismo ser. es como si tu mano derecha luchara contra tu mano izquierda, o tu pie derecho pisara tu pie izquierdo: ambas manos o ambos pies saldrían perdiendo y, en lugar de ser creativo y activo y eficaz, te verías encerrado en un permanente conflicto. Así es como está la mayoría de las personas en el mundo. Échales un vistazo: están como muertas, carentes de creatividad, bloqueadas, porque se hallan en conflicto con la naturaleza, tratando de perfeccionarse a base de ir contra las exigencias de la misma. En cualquier conflicto entre la naturaleza y tu cerebro, trata de apoyar a aquella; si la combates, acabará destruyéndote. El secreto, por tanto, consiste en perfeccionar la naturaleza en armonía con ella. Pero ¿cómo puedes alcanzar dicha armonía?

En primer lugar, piensa en un cambio que deseas realizar en tu vida o en tu personalidad. ¿Estás tratando de forzar ese cambio en tu naturaleza a base de esfuerzo y de desear ser algo que tu ego ha proyectado? He aquí la serpiente en pugna con la paloma. ¿O te contentas, por el contrario, con observar, comprender y ser consciente de tu situación y tus problemas actuales, sin forzar las cosas que tu ego desea, dejando que la realidad efectúe los cambios de acuerdo con los planes de la naturaleza y no con tus propios planes? si es así, entonces posees el perfecto equilibrio entre la serpiente y la paloma. Echa, pues, un vistazo a algunos de esos problemas tuyos y de esos cambios que deseas que se produzcan en ti, y observa cuál es tu proceder al respecto. Mira cómo tratas de provocar el cambio - tanto en ti como en los demás- a base de emplear el castigo y la recompensa, la disciplina y el control, la represión y la culpa, la codicia y el orgullo, la ambición y la vanidad..., en lugar de hacerlo mediante la acepción amorosa y la paciencia, la comprensión laboriosa y la consciencia vigilante.

En segundo lugar, piensa en tu cuerpo y compáralo con un animal en su hábitat natural. El animal nunca tiene exceso de peso, y sólo está en tensión antes de luchar o volar. Jamás come ni bebe lo que no es bueno para él. Se ejercita y descansa cuanto necesita. No se expone más ni menos de lo debido a los elementos naturales (el viento, el sol, la lluvia, el frío o el calor). Y ello se debe a que el animal escucha su propio cuerpo y se deja guiar pos la sabiduría del mismo. Compáralo con tu estúpida astucia. Si tu cuerpo pudiera hablar, ¿qué diría? Observa la codicia, la ambición, la vanidad y el deseo de aparentar y de agradar a los demás que te hacen ignorar la voz de tu propio cuerpo, mientras corres tras objetivos que te propone tu ego. Verdaderamente, has perdido la sencillez de la paloma.

En tercer lugar, pregúntate cuál es el contacto que tienes con la naturaleza, con los árboles, la tierra, la hierba, el cielo, el viento, la lluvia, el sol, las flores, las aves y demás animales... ¿Cuál es tu grado de exposición a la naturaleza? ¿Hasta qué punto comulgas con ella, la observas, la contemplas con asombro, te identificas con ella...? Cuando tu cuerpo está demasiado alejado de los elementos, se marchita, se vuelve fofo y frágil, porque ha quedado aislado de su fuerza vital. Cuando estás demasiado alejado de la naturaleza, tu espíritu se seca y muere, porque ha sido violentamente separado de sus raíces.

2012, EL AÑO DEL JUICIO FINAL: LA VISION DE UCDM

En los últimos años, y conforme nos acercamos al año 2012 surgen voces anunciando la idea de que el mundo terminará de forma devastadora. Determinadas evidencias científicas proclaman un cambio en estructuras básicas de la propia tierra como pueden ser una disminución del campo magnetico, un incremento de la frecuencia resonante de la tierraun aumento de la actividad solar
 

Esta idea del fin del mundo ha sido contemplada por la mayor parte de las culturas y de las religiones: Católicos, cristianos fundamentalistas, musulmanes, mayas e incluso practicantes de la Nueva Era.




Las versiones proféticas védicas, católicas, musulmanas y Mayas, entre otras muchas, anuncian que el mundo como lo conocemos se terminará en 2012. Existe una gran variabilidad en los detalles y en la forma en que este mundo ha de terminar, pero podemos sintetizar que de forma genérica, el mundo debe cambiar, necesita una limpieza, pues la forma en que la raza humana le ha tratado, no ha hecho sino atraer desequilibrio, desdicha y desasosiego. Al parecer esta limpieza vendrá venida por un ente superior y se dará a través de procesos naturales. Sólo aquellos que se han preparado espiritualmente serán capaces de sobrevivir y la regeneración producida harán de este un mundo, un mundo de absoluta dicha.


Los mayas predijeron hace miles de años que la gente que ha despertado completará la sagrada misión de la “purificación de la Tierra”. Según ellos, en diciembre de 2012, los seres humanos entrarán en una nueva civilización. Para entonces, todos habrán tenido sus oportunidades, quizás más de una, para reflexionar sobre sí mismos y formar sus propios juicios. Los Mayas no mencionaron la causa que acabaría con el mundo que conocemos. Una cosa es clara: El último día no significará la llegada de ninguna desgracia; en vez de esto, implica una completa nueva conciencia cósmica y una transición espiritual hacia la nueva civilización basada en el amor y la Unidad.

“El mundo de odio y materialismo terminará el sábado 22 de de diciembre del año 2012 y con ello el final del miedo, en este día la humanidad se tendrá que escoger entre desparecer como especie pensante que amenaza con destruir el planeta o evolucionar hacia la integración armónica con todo el universo, comprendiendo y tomando conciencia de todo esta vivo y que somos parte de ese todo y que podemos existir en una nueva era de luz."


En contraposición a esta idea, y pese al sincronismo en cuanto a la idea de cambio y de retorno a la unicidad y a la Fuente, el fin del mundo se percibe en Un Curso de Milagros, no como algo súbito y devastador con efectos destructores del mundo conocido. Se trata más bien de una situación en la que las ilusiones son eliminadas a través del perdón...

UNA LLAMADA AL AMOR: MEDITACION - 12 - A. de Mello

MEDITACION 12

"cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha"
(Mt. 6,3)


Ocurre con la caridad lo mismo que con la felicidad y la santidad: no puedes decir que eres feliz porque dejarás de serlo en el momento que seas consciente de tu felicidad. Lo que tú llamas "experiencia de la felicidad" no es tal, sino la emoción y el estremecimiento causados por una persona, una cosa o un acontecimiento. La verdadera felicidad es in-causada. Eres feliz sin razón alguna. Y la verdadera felicidad no puede ser experimentada. No pertenece al ámbito de la consciencia sino el de la espontaneidad.

Lo mismo puede decirse de la santidad. En el momento en que seas consciente de tu santidad, ésta se degradará y se convertirá en santurronería. Una buena acción nunca es tan buena como cuando no tienes consciencia de que lo sea; cuando estás tan enamorado de la acción que no eres consciente de su bondad y su virtud; cuando tu mano izquierda no tiene ni idea de que tu mano derecha esté haciendo algo bueno o meritorio; cuando, simplemente, lo haces porque te parece lo más natural y espontáneo del mundo. Emplea algún tiempo en tomar consciencia de que toda la virtud que puedas observar en ti no es virtud en absoluto, sino algo que has cultivado, producido y hecho madurar en ti de manera artificial. Si fuera auténtica virtud, la habrías tenido siempre y plenamente, y te resultaría tan natural que ni siquiera se te ocurriría pensar en ella como en una virtud. De manera que la primera cualidad de la santidad es su carácter espontáneo.

La segunda cualidad es su facilidad, o no necesidad de realizar esfuerzo alguno. El esfuerzo puede modificar el comportamiento, pero no puede modificarte a ti. Fíjate bien: el esfuerzo puede acercar el alimento a tu boca, pero no puede producir el apetito; puede hacer que te quedes en la cama, pero no puede producir el sueño; puede hacerte revelar un secreto a otra persona, pero no puede producir la confianza; puede obligarte a hacer un cumplido, pero no puede producir la verdadera admiración; puede realizar actos de servicio, pero no puede producir el amor o la santidad. Lo más que puedes conseguir a base de esfuerzo es represión, no verdadero cambio y crecimiento. el cambio es fruto únicamente del conocimiento y la comprensión. comprende tu infelicidad, y ésta desaparecerá y dará paso al estado de felicidad. Comprende tu orgullo, y éste se vendrá abajo y se transformará en humildad. comprende tus temores y éstos se disolverán, y el estado resultante será el amor. Comprende tus apegos, y éstos se desvanecerá, y la consecuencia será la libertad. El amor, la libertad y la felicidad no son cosas que tú puedas cultivar y producir. Ni siquiera puedes saber en qué consisten. Lo más que puedes hacer es observar sus contrarios y, mediante la observación, hacer que éstos desaparezcan.

Hay una tercera cualidad de la santidad: no puede ser deseada. Si deseas la felicidad, estarás ansioso por obtenerla y te sentirás constantemente insatisfecho; y la insatisfacción y la ansiedad matan la misma felicidad que pretenden conseguir. Si deseas para ti la santidad estarás alimentando la misma ansia y ambición que te hacen ser tan egoísta, tan engreído y tan impío.

Hay algo que debes comprender: existen dentro de ti dos distintos "motores" para el cambio. Uno de ellos es la astucia de tu propio ego, que te incita a hacer esfuerzos para ser distinto de lo que se supone que debes ser, de modo que dicho ego pueda esforzarse y autoensalzarse. El otro motor es la sabiduría de la naturaleza, gracias a la cual te haces consciente y capaz de comprender. Eso es todo cuanto tú haces: dejar el cambio - el tipo, la modalidad concreta, la velocidad y la oportunidad del cambio- en manos de la realidad y de la naturaleza. El ego es un estupendo técnico. Eso sí, no es creativo. Lo que hace es coleccionar métodos y técnicas y "producir" personas supuestamente santas: personas rígidas, consecuentes, mecánicas y faltas de vida, tan intolerantes para con los demás como para consigo mismas; personas violentas, que son lo más opuesto que pueda imaginarse a la santidad y al amor; esa clase de personas "espirituales" que, conscientes de su espiritualidad, son capaces de crucificar al Mesías.

La naturaleza, en cambio, no es técnica, sino creativa. Dejarás de ser un astuto técnico y pasarás a ser creador el día en que domine en ti el verdadero abandono, es decir, la ausencia de codicia, de ambición, de ansiedad y de obsesión por el esfuerzo, la ganancia, el triunfo y el éxito. El día en que no tengas más que una profunda, viva, penetrante y vigilante consciencia que haga desaparecer de ti toda necedad y egoísmo, todos tus apegos y tus miedos. Los cambios que resulten no serán producto de tus proyectos y esfuerzos, sino fruto de la naturaleza, que desdeña tus planes y tu voluntad  que consiguientemente no da cabida a sentido alguno del mérito o del esfuerzo, ni siquiera al conocimiento por parte de tu mano izquierda de lo que la realidad está haciendo por medio de tu mano derecha.

LA RESISTENCIA A UCDM

Uno de los problemas más comunes para la mayor parte de los estudiantes de UCDM, al que nos enfrentamos durante el curso es que en algún momento del aprendizaje tenemos la sensación de que pese a estar comprometidos con el propósito del Curso, al enfrentarnos al “mundo real”, sentimos que estamos haciendo todo lo contrario a lo que postula el curso: Continúamos emitiendo juicios a todo lo que nos rodea, vemos el pecado allá donde solo debería ser visto el amor, y nos entregamos a relaciones especiales basadas en el odio o en el amor especial.

No solo estamos haciendo lo mismo que el resto de la gente que no trabaja sobre la base de UCDM, sino que además el hecho de ser conocedores de cual es muestro verdadero propósito, aumenta en nosotros la sensación de culpabilidad.

Se llama resistencia a todo acto de oposición a algún procedimiento clínico propuesto por el terapeuta. Fue descrito por Freud que observó que muchos de sus pacientes, pese a pagar importantes cantidades de dinero y a un indudable deseo consciente de curación, no presentaban mejoría alguna: En uno de los sueños de sus pacientes, descubrió que el paciente inconscientemente no deseaba mejorar, y para ello  intentaba en sueños probar que el terapeuta era quien estaba equivocado.


La aparición de resistencia durante el proceso de intervención clínica se considera una señal de alerta que puede indicar, que el terapeuta no ha logrado una suficiente alianza terapéutica con el sujeto, o bien que no ha explicado adecuadamente la utilidad de la intervención. La intervención va en contra de los valores del sujeto, o alguna otra razón que el terapeuta no se ha percatado previamente. Podríamos definirla por tanto, como las fuerzas que se oponen al tratamiento, porque parte de la mente se opone, por doloroso o difícil, al conocimiento de algunas partes de nosotros mismos. Se trata de un conflicto de origen interior, en el que el la información recibida es percibida como una amenaza para la integridad del sistema de pensamiento existente y por tanto proyectada hacia el exterior, en forma de rechazo a la fuente y el origen de dicha información.

Lo que le permite al ego seguir existiendo es su creencia de que tú no puedes aprender este curso 
(T-22.III.2:1)

Todos deseamos la experiencia de la paz y del amor. Nadie puede desear otra cosa, y sin embargo nos encontramos haciendo lo contrario a lo que se nos dice que hagamos. Un UCDM nos ayuda a entender que no es el mundo ni la gente la causa de nuestros pesares y nuestra desdicha, pues nosotros somos responsables de todo cuanto nos acontece:

Soy responsable de lo que veo
Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar
Y todo lo que parece sucederme, yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí
(T-21.II.2:3-5)

Es ahí donde encontramos la resistencia, en lo que en el curso se hace llamar “el miedo a la redención”. Durante el sueño de separación, abrazamos el pensamiento por el que nosotros disponemos de un yo individual, diferente al del resto de las personas, un yo único e intransferible, que condiciona una “creencia en la forma de ser” que determina en nosotros, diferentes condiciones de comportamiento y de personalidad. Este yo personal, al que hemos llamado ego durante el curso, es lo único que creemos poseer, pues es quien nos ha acompañado a lo largo de nuestra vida, nos deleita con sus recuerdos pasados de experiencias de odio, victimismo y traición, que proyectamos en el presente en forma de ataque, intentando ajustarnos a un mundo que no siempre ha de satisfacer nuestros deseos en un intento de sobrevivir a la permanente amenaza que parece envolvernos...

UNA LLAMADA AL AMOR: MEDITACION - 11 - A. de Mello


MEDITACION 11



"Se le acercaron sus discípulos y le señalaron ls construcciones del templo, pero él les dijo: ¿Veis todo esto? Os aseguro que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derruida"
(Mt. 24,1-2)

 

Imagínate a una persona gordísima y grasienta. En algo así puede llegar a convertirse tu mente: en algo tan gordo y grasiento, tan pesado y lento, que sea incapaz de pensar, de observar, de explorar, de descubrir... Mira a tu alrededor y verás cómo la mayoría de las mentes están así: torpes, dormidas, protegidas por "capas de grasa", deseando no ser molestadas ni sacudidas de su modorra.

¿Que son esas "capas de grasa"? Son tus creencias, las conclusiones a que has llegado acerca de personas y cosas, tus hábitos y tus apegos. Tus años de formación deberían haberte servido para eliminar esas "capas" y liberar tu mente. En cambio tu sociedad y tu cultura, que han recubierto tu mente con dichas adiposidades, te han enseñado a no verlas siquiera, a refugiarte en el sueño y a dejar que otras personas - los expertos: los dirigentes políticos, culturales y religiosos - piensen por ti. De ese modo, han conseguido abrumarte con el peso de una autoridad y una tradición intangibles e incontestables.

Veamos esas "capas" una por una. La primera son tus creencias. Si tu manera de vivir viene determinada por tu condición de comunista o de capitalista, de musulmán o de judío, estarás experimentando la vida de un modo parcial y sesgado; hay entre ti y la realidad una barrera, una "capa de grasa" que te impide ver y tocar directamente dicha realidad.

La segunda "capa" la constituyen tus ideas. Si te aferras a una idea acerca de alguna persona, entonces ya no amas a esa persona, sino que amas tu idea acerca de ella. Cuando la ves hacer o decir algo, o comportarse de una determinada manera, le pones una etiqueta: "es tonta", "es torpe", "es cruel", "es simpática"... Y entonces ya has puesto una pantalla, una "capa de grasa" entre ti y esa persona; y cuando vuelvas a encontrarte con ella, la verás en función de esa idea que te has formado, aun cuando ella haya cambiado. Observa cómo es precisamente esto lo que has hecho con casi todas las personas que conoces.

La tercera "capa" son los hábitos. El hábito o la costumbre es algo esencial en la vida humana. no podríamos caminar, hablar o conducir un auto si no tuviéramos el hábito de hacerlo. Pero los hábitos deben limitarse al ámbito de las cosas "mecánicas", y no deberían invadir los terrenos del amor o de la visión. A nadie le gusta ser amado "por costumbre". No te has sentado nunca a la orilla del mar, hechizado por la majestad y el misterio del océano? El pescador mira todos los días el océano sin caer en cuenta de su grandeza. ¿por qué? Por el efecto embotador de una "capa de grasa" llamada "hábito". Te has formado una idea estereotipada acerca de todas las cosas que ves y, cuando tropiezas con ellas, no eres capaz de verlas en toda su cambiante novedad y frescor; lo único que ves es la misma idea insípida, espesa y aburrida que te has habituado a tener de ellas. Y así es como tratas y te relacionas con las personas y las cosas: sin frescor ni novedad de ningún tipo, sino de esa forma torpe y rutinaria generador la costumbre. Eres incapaz de mirar de una manera más creativa, porque, al haber adquirido el hábito de tratar con el mundo y con la gente, puedes activar el "piloto automático" de tu mente e irte a dormir.

La cuarta "capa", formada por tus apegos y tus miedos, es la más fácil de ver. Recubre con una espesa capa de apego o de miedo (y de aversión, por consiguiente) cualquier cosa o persona, y en ese mismo instante dejarás de ver a esa cosa o persona como realmente es. Y para comprobar cuán cierto es esto, basta con que recuerdes a algunas de las personas que te desagradan o temes, o a las que te sientes apegado.

¿Ves ahora hasta qué punto estás encerrado en una prisión creada por las creencias y tradiciones de tu sociedad y tu cultura y por las ideas, prejuicios, apegos y miedos producidos por tus experiencias pasadas? Hay una serie de muros que rodean tu prisión, de forma que te resulta casi imposible evadirte de ella y entrar en contacto con toda la riqueza de vida  y de amor que hay en el exterior. Y, sin embargo, lejos de ser imposible, es realmente fácil y grato. ¿Qué hay que hacer? Cuatro cosas:

Primera: reconoce que estás encerrado entre los muros de una prisión y que tu mente se ha quedado dormida. A la mayoría de las personas ni siquiera se les ocurre verlo, por lo que viven y mueren "encarceladas". Y la mayoría también acaba siendo conformista y adaptándose a la vida de dicha prisión. Algunos salen "reformados" y luchan por unas mejores condiciones de vida en la prisión: una mejor iluminación, una mejor ventilación... Y casi nadie se decide a ser un rebelde, un revolucionario que eche abajo los muros de la prisión. Sólo podrás ser revolucionario cuando consigas ver, antes que nada, dichos muros.

Segunda: contempla los muros; emplea horas enteras simplemente en observar tus ideas, tus hábitos, tus apegos, tus miedos, sin emitir juicio ni condena de ningún tipo. Limítate a mirarlos, y se derrumbarán.

Tercera: emplea también algún tiempo en observar las cosas y personas que te rodean. Mira, como si lo hicieras por primera vez, el rostro de un amigo, una hoja, un árbol, el vuelo de un pájaro, el comportamiento y las peculiaridades de las personas que te rodean... Mira todas esas cosas de veras, y seguro que habrás de verlas tal como son en realidad, sin el efecto embotador y deformante de tus ideas y hábitos.

Cuarta (y más importante): siéntate tranquilamente y observa cómo funciona tu mente, de la que brota sin cesar un flujo de pensamientos, sensaciones y reacciones. Dedica largos ratos a observarlo todo ello del mismo modo en que contemplas un río o una película. No tardarás mucho en descubrir que es aún más interesante, vivificante y liberador. Después de todo, ¿acaso puedes afirmar que estás vivo si ni siquiera eres consciente de tus propios pensamientos y reacciones? Se dice que la vida inconsciente no merece ser vivida. Podría afirmarse que ni siquiera puede ser llamada "vida", porque es una existencia mecánica, de "robot"; porque se parece más al sueño, a la falta de sentido, a la muerte... y sin embargo, es esto lo que la gente llama "vida humana".

Así pues, mira, observa, examina, explora... y tu mente se hará viva, eliminará su "grasa" y se tornará perspicaz, despierta y activa. Los muros de tu prisión se desplomarán hasta que no quede piedra sobre piedra, y tú te verás agraciado con la visión nítida y sin obstáculos de las cosas tal como son, con la experiencia directa de la realidad.

UNA LLAMADA AL AMOR: MEDITACION - 10 - A. de Mello


MEDITACION 10
"Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para alcanzar la vida eterna?
(Mt. 19,16)


Imagina que te encuentras en una sala de conciertos escuchando los compases de la más melodiosa de las músicas y que, de pronto, recuerdas que se te ha olvidado dejar cerrado el automóvil. Comienzas a preocuparte y ni puedes salir de la sala ni disfrutar de la música. He ahí una perfecta imagen de la forma que tienen que vivir la vida la mayoría de los seres humanos.

Porque la vida, para quienes tienen oídos para oír, es una sinfonía; pero es rarísimo el ser humano que escucha la música. ¿Por qué? Porque la gente está demasiado ocupada en escuchar los ruidos que sus circunstancias y su "programación" han introducido en su cerebro. Por eso,,, y por algo más: sus apegos. El apego es uno de los principales asesinos de la vida. Para escuchar de veras la sinfonía hay que tener el oído lo bastante sensible como para sintonizar con cada uno de los instrumentos de la orquesta. si únicamente disfrutas con los instrumentos de percusión, no escucharás la sinfonía, porque la percusión te impedirá captar el resto de los instrumentos . lo cual no significa que no puedas preferir dicho sonido, o el de los violines, o el piano, porque la mera preferencia por uno de los instrumentos no reduce tu capacidad de escuchar y disfrutar de los demás. Pero, en el momento en que tu preferencia se convierta en "apego", te harás insensible a los restantes sonidos y no podrás evitar el minusvalorarlo. Tu apego excesivo a un determinado instrumento te cegará, porque le concedes un valor desproporcionado.

Fíjate ahora en una persona o cosa por la que experimentes un apego excesivo: alguien o algo a quien hayas concedido el poder de hacerte feliz o desdichado. Observa cómo - debido a tu empeño en conseguir a esa persona o cosa- pierdes sensibilidad con relación al resto del mundo. te has insensibilizado. ten el coraje de ver cuán parcial y ciego te has vuelto ante ese objeto de tu apego.

Si eres capaz de verlo, experimentarás el deseo de liberarte de dicho apego. El problema es: ¿cómo hacerlo? La mera renuncia o el simple alejamiento no sirven de nada, porque el hacer desaparecer el sonido de la percusión volverá a hacerte tan duro e insensible como lo eras cuando te fijabas únicamente en dicho sonido. Lo que necesitas no es renunciar, sino comprender, tomar consciencia. Si tus apegos te han ocasionado sufrimiento y aflicción, ésa es una buena ayuda para comprender. Si, al menos una vez en la vida has experimentado el dulce sabor de la libertad y la capacidad de disfrutar la vida que proporciona la falta de apegos, eso te será igualmente útil. también ayuda el percibir conscientemente el sonido de los demás instrumentos de la orquesta. Pero lo verdaderamente insustituible es tomar consciencia de la pérdida que experimentas cuando sobrevalora la percusión y te vuelves sordo al resto de la orquesta.

El día en que esto suceda y se reduzca tu apego a la percusión, ese día ya no dirás a tu amigo: "¡Qué feliz me has hecho!". Porque al decírselo, lo que haces es halagar su "ego" e inducirle a querer agradarte de nuevo, además de engañarte a ti mismo creyendo que tu felicidad depende de él. Lo que le dirás más bien será:  "Cuando tú y yo nos encontramos ha brotado la felicidad". Lo cual hace que la felicidad no quede contaminada por su "ego" ni por el tuyo, porque ninguno de los dos puede atribuirse el mérito de la misma. Y ello os permitirá a ambos  separaros sin ningún tipo de apego excesivo y experimentar lo que vuestro mutuo encuentro ha producido, porque ambos habréis disfrutado, no el uno del otro, sino de la sinfonía nacida de vuestro encuentro. Y cuando tengas que pasar a la siguiente situación, persona u ocupación, lo harás sin ningún tipo de sobrecarga emocional, y experimentarás el gozo de descubrir que en esa siguiente situación, y en la siguiente, y en cualesquiera situaciones sucesivas, brota también la sinfonía, aunque la melodía sea diferente en cada caso.

En adelante, podrás ir pasando de un momento a otro de la vida plenamente absorto en el presente, llevando contigo tan poca carga del pasado que tu espíritu podría pasar a través del ojo de una aguja; tan escasamente afectado por la preocupación acerca del futuro como las aves del cielo y los lirios del campo. Ya no estarás apegado a ninguna persona o cosa, porque habrás desarrollado el gusto por la sinfonía de la vida. Y amarás únicamente la vida y te apasionarás por ella con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Y te encontrarás tan ligero de equipaje y tan libre como un pájaro en el cielo, viviendo siempre en el "ahora eterno". Entonces habrás descubierto en tu corazón la respuesta a la pregunta: "Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"