Uno busca la felicidad fuera de uno
mismo, en las cosas, en la gente, en el dinero, en tantas y tantas cosas que se
encuentran fuera de tí. Inclusive uno llega a pensar “que no sería feliz
sino tuviera tales o cuales cosas o no tuviera a tal persona” y con esa sensación de felicidad por el logro por conseguir uno se vuelve
dependiente de todo. El problema es que la
ilusión no existe en las cosas, ni en las situaciones, la ilusión existe en tu
percepción ligada a tu conciencia.
El placer, el éxito y el deber, jamás son objetivos finales de lo
que quieres, como mucho son medios que supones te llevaran en la
dirección de lo que de verdad quieres, y en realidad lo que deseas de verdad, es la
liberación de las cosas y situaciones finitas que te impiden sentir la dicha
que deseas de corazón sin limitación alguna.
Por eso llega el
día que uno emprende la búsqueda interna, corta con todo lo que en verdad no
desea, con todo aquello que hasta entonces creía desear y que en realidad es lo que
te está haciendo daño. Uno se da cuenta que tan solo quiere estar solo consigo mismo,
libre de todas las cadenas que el ser humano se autoimpone...