DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

2014: UN NUEVO CURSO COMIENZA


Con cada comienzo de año, miles de propósitos convencionales, vienen a nuestra mente con el objetivo de hacer el año diferente y limpiar de nuestra consciencia aquellos pensamientos que nos llenan de culpa: adelgazaremos, haremos ejercicio, dejaremos de fumar, reemprenderemos aquellos estudios que quedaron olvidados, o aquella relación  maltratada…

Sin embargo en pocas ocasiones estos propósitos se enfrentan a la única necesidad mucho más allá de cualquier necesidad material: la búsqueda interior y el reencuentro con uno mismo.

El camino que cada uno de nosotros sigue para alcanzar este objetivo, está predeterminado y sólo requiere de nuestra pequeña dosis de buena voluntad para que una pequeña revolución acontezca en tu vida. Recuerda que una vez que esta jornada ha comenzado, el final es seguro. ¿Por qué esperar? ¿Por qué susti­tuirlo por ilusiones mundanas, cuando tu felicidad se encuentra a tan sólo un instante? El final es indudable una vez el camino ha comenzado y está garantizado por Dios.

Todos los caminos llevan a un mismo objetivo; no existen caminos mejores ni peores, pero desde estas páginas de estudio de Un Curso de Milagros, te ofrecemos el nuestro. Si por algún motivo estas leyendo estas letras, quizás éste sea el tuyo, pues nada llega a ti sin un propósito.




Ésta es la época en la que muy pronto dará comienzo un nuevo año del calendario cristiano. Tengo absoluta confianza en que lograrás todo lo que te propongas hacer. Nada te ha de faltar, y tu voluntad será completar, no destruir. Dile, entonces, a tu her­mano:

* Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo.
* Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo.
* En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque reconozco que nos hemos de liberar juntos.

De esta forma damos comienzo al año con alegría y en libertad. Es mucho lo que aún os queda por hacer, y llevamos mucho retraso. Acepta el instante santo con el nacimiento de este año, y ocupa tu lugar -por tanto tiempo vacante- en el Gran Despertar. Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. Y permite que todas tus relaciones te sean santificadas. Ésta es nuestra voluntad. Amén. (T-15.XI.10)



Nuestro propio año nuevo nacerá de nuestro propio tiempo de Cristo. De la mano del Curso, aceptamos unirnos a Jesús en su tarea (el Gran Despertar), en un año de dicha y libertad, en el que nuestras relaciones se hacen santas, y en el que todo es lo mismo, porque todo en él está dedicado a un único propósito: Nuestro despertar y el de nuestros hermanos.

Decídete este año a no negar lo que Dios te ha dado. No hagas interpretaciones que se opongan al Amor de Dios, pues tienes muchos testigos que hablan de él tan claramente, que sólo los ciegos y los sordos podrían no verlos ni oírlos. Decídete este año a no negar lo que Dios te ha dado. Despierta y compártelo, pues ésa es la única razón por la que Él te ha llamado. Su Voz ha hablado claramente, pero tienes muy poca fe en lo que oíste debido a que has preferido tener más fe en el desastre que has ocasionado. Resolvamos hoy juntos aceptar las buenas nuevas de que ese desastre no es real y de que la realidad no es un desastre. (T-16.II.8:1-5)

Para ello, un Curso de Milagros provee un programa de estudios sumamente individualizado, en el que todos sus aspectos están bajo el cuidado y la dirección especial del Espíritu Santo.

Pregunta y Él te contestará. Ésa es Su responsabilidad, y sólo Él está capacitado para asumirla. Responder es Su función. Dirigirle a Él tus preguntas es la tuya.
 (M-29.2:6-10)


El Espíritu Santo jamás ha dejado de resolver por ti ningún problema que hayas puesto en Sus manos, ni jamás dejará de hacerlo. Cada vez que has tratado de resolver algo por tu cuenta, has fracasado. ¿No es hora ya de que conectes todos estos hechos y te des cuenta de lo que significan? Éste es el año en que debes poner en práctica las ideas que se te han dado. Pues las ideas son fuerzas poderosísimas que deben ponerse en práctica y no dejar en desuso. Ya te han dado suficientes pruebas de su poder como para que desees depositar tu fe en ellas y no en su negación. Dedica este año a la verdad y déjala obrar en paz. Ten fe en Aquel que tiene fe en ti. Piensa en lo que realmente has visto y oído, y acéptalo. ¿Cómo puedes estar solo con seme­jantes testigos?
(T-16.II.9:1-10)

El Curso se encuentra organizado enteramente como una herramienta de enseñanza, no es un curso de especulación filosófica, ni está intere­sado en una terminología precisa. Se orienta únicamente hacia la Expiación o corrección de la percepción. El medio de la Expia­ción es el perdón. 

Consiste en tres libros: un Texto de 622 páginas, un Libro de Ejercicios de 478 páginas, y un Libro para Maestros de 88 páginas. El orden en el cual los estudiantes elijan usar los libros y las formas en las que lo estudien dependen de sus necesidades y preferencias particulares.

¿Qué es mejor para unos y qué es mejor para otros? Es posi­ble que a algunos alumnos les sea más útil leer primero el manual. A otros les puede resultar mejor empezar con el libro de ejercicios. Y todavía habrá otros que quizá necesiten empezar en el nivel más abstracto que ofrece el texto. 

Para que los ejercicios del libro de ejercicios tengan sentido para ti, es necesario, como marco de referencia, disponer de una base teórica como la que provee el texto.

Es la práctica de los ejercicios, no obstante, lo que te permitirá alcanzar el objetivo del curso. Una mente sin entrenar no puede lograr nada. El propó­sito de este libro de ejercicios es entrenar a tu mente a pensar según las líneas expuestas en el texto.

Los ejercicios son muy sencillos. No requieren mucho tiempo, y no importa dónde se hagan. No requieren ninguna prepara­ción. El período de entrenamiento dura un año. Las lecciones van numeradas de la 1 a la 365. No intentes hacer más de una serie de ejercicios por día.

El libro de ejercicios está dividido en dos secciones principa­les. La primera está dedicada a anular la manera en que ahora ves, y la segunda, a adquirir una percepción verdadera. A excep­ción de las sesiones de repaso, los ejercicios diarios están planeados en torno a una idea central que se enuncia primero. A ésta le sigue una descripción de los procedimientos concretos mediante los cuales debe aplicarse la idea del día.

Decídete hoy, cierra los ojos, piensa para tus adentros y dispónte este año a hacer algo diferente, algo distinto de todo lo que ha sucedido antes: Seguro que no te arrepentirás !!!

SERGI TORRES: LAS RELACIONES. RECUPERA TU PODER

LOS DOCE PASOS DEL PERDON: Responsabilízate de estar en paz. P. Ferrini


Primera piedra angular


RESPONSABILÍZATE DE ESTAR EN PAZ



Cuando te responsabilizas de tu paz, entiendes que tú eres la causa de cualquier cosa que pienses o sientas. Otras personas parecen impactar en tu felicidad o tristeza, pero creer que los demás son responsables de tu vida en algún sentido sólo es una apariencia, una distorsión superficial que vela la sustancia real. Ésta es la ilusión de la que habla Un Curso de Milagros. No es la verdadera realidad.

Sin duda, cada uno de nosotros tendemos a buscar la satisfacción fuera de nosotros mismos. Y también tendemos a culpar de nuestros problemas a los demás. Buscar fuera la fuente de la alegría o la fuente del perdón nos conduce inevitablemente al desencanto, pues ni la alegría ni el perdón existen fuera de nuestros propios corazones y mentes.

Cuando puedo encontrar alegría dentro de mí, mi alegría es incondicional. No depende de que otras personas vivan conmigo. No depende de que otras personas me quieran. No depende de que yo les guste a otras personas, ni de que me traten de una manera justa. Mi alegría es una profunda confianza que tengo en mí mismo que dice: «Sé que estoy bien tal como soy». Es una afirmación existencial de mi ser que sólo puede venir de mí mismo.

Igualmente, cuando puedo encontrar el perdón dentro de mí, el único cambio que es necesario en mi vida viene de dentro. No tengo que intentar cambiarte. No tengo que cambiar los aspectos externos de mi vida. Perdonarme a mí mismo me aporta liberación, porque es incondicional. Este perdón dice:
«Reconozco mi error y aprendo de él. Mi error no me condena. Acepto la lección y abandono el juicio».

Nunca hay una situación conflictiva en mi vida que no pueda llevar a la paz perdonándome a mí mismo. Perdonar a los demás siempre es algo superficial. El perdón de uno mismo va más profundo. Se convierte en una manera de tomar responsabilidad de mi vida ahora mismo.

Hablando con rigor, sólo hay tres estados de conciencia a los que tenemos acceso. Uno es el amor, que es eterno e incondicional. Otro es el miedo, que es temporal y condicional. Y el último es el perdón, el puente que nos lleva de la ilusión del miedo a la realidad del amor.

Ir del miedo al amor implica reconocer mi miedo cuando surge, y ser capaz de pasar a través de él. Implica reconocer mi juicio cuando surge y trabajar con él. Implica escuchar mi propia petición de amor y aprender a responder a ella.

Hay aspectos del viaje que son solitarios por su propia naturaleza. Guardan relación con el reconocimiento de mi responsabilidad última por todo lo que ocurre en mi vida. Guardan relación con llegar a aceptarme existencial mente. Hasta que no haga eso, no podré hacer las paces con mi hermano o hermana, y tampoco podré hacer las paces con Dios.

Así, el primer gran movimiento en este proceso del perdón dividido en tres fases es la autoaceptación. Es perdonarse a uno mismo. Es la autorresponsabilidad. Es reclamar y recuperar mi vida ahora, en su totalidad, exactamente como es, sin juicio. Es amarme a mí mismo momento a momento. Es ser mi propia fuente de abastecimiento.


EL PAPEL DEL TEXTO Y DEL LIBRO DE EJERCICIOS EN UCDM


Una de las dudas que surgen durante el desarrollo del curso, es cual es el papel asignado tanto del libro del texto como del libro de ejercicios durante el mismo.

En respuesta a esta duda podríamos afirmar que el libro de ejercicios es como su nombre indica, el entrenamiento mental al que el curso somete, al texto que se encarga de explicar con detalle los dos sistemas de pensamiento, del ego y del Espíritu Santo.

No son por tanto libros independientes uno del otro, sino que, biológicamente hablando, podríamos establecer una relación de simbiosis en ambos textos, en la que se establecen mutuas relaciones persistentes de las cuales ambos obtienen beneficios.



Al igual que un estudiante tiene oportunidad de poner en práctica en el laboratorio  los principios y la teoría que ha aprendido durante la clase, así el libro de ejercicios permite metafísicamente la práctica del curso en el salón de prácticas de la vida de todo lo aprendido en el libro de texto.

A todo ello se ha de recordar que ambos se establecieron  como complemento para el aprendizaje del curso. Los dos libros fueron canalizados y por tanto su función nos fue dada. Así, en los inicios del dictado, Jesús exhortaba a Helen y a Bill repetidamente no solo a estudiar las “notas”, sino a aplicar los principios a sus experiencias cotidianas. A esas alturas, por supuesto el libro de ejercicios como tal no existía, y el dictado del libro de texto, apenas comenzaba, pero es destacar el énfasis dual que Jesús le daba a ambos aspectos: estudio y práctica

No es necesario el estudio concurrente de ambos libros a la vez tal y como aparecen en las lecciones del este blog, pues ciertamente el desarrollo de ambos libros no se encuentra sincronizado, pero si que es cierto que ambos se complementan claramente el uno al otro.

Ciertamente el libro de texto es más difícil de asimilar, pues su complejidad intelectual, lleva en ocasiones a ser pasado por alto, de modo que no es extraño encontrar personas que centran su aprendizaje del curso, exclusivamente en las lecciones del libro de ejercicios. También y más extrañamente podemos encontrar personas que encuentran interesantes las palabras del libro de texto, considerando improcedentes las del libro de ejercicios para su progreso espiritual.

Sin embargo existen algunos temas que hacen conveniente el estudio de ambos libros, pues sirven de clara ayuda para comprender determinados conceptos sin los cuales la lectura de uno solo de los libros podría provocar.

Uno de estos temas es que el estudiante centrado exclusivamente en el libro de ejercicios puede no llegar a entender correctamente el papel del Espíritu Santo. Así, en varias ocasiones el libro de ejercicios exhorta al estudiante a pedir ayuda específica al Espíritu Santo.

Deja que el se haga cargo… (LE-pI.71:9.3)

Este concepto, en el libro de texto, apenas es tocado, pues al Espíritu Santo se le entiende como el núcleo del perdón al que acudir con nuestras culpas y juicios, de modo que se encargue de percibir al ego y soltarlo. Por tanto se trata mas de confiar en la Voz que habla por Dios y aprender que somos dignos de su Amor para que el resuelva la culpa, más que tratar de que resuelva nuestras peticiones especificas basadas en las ilusiones.

Tampoco es sensato centrarse en el libro de texto sin practicar como tal el libro de ejercicios, pues intelectualizar el curso implica perdernos en conceptos abstractos en contra de la práctica en nuestras experiencias diarias. Son muchas las referencias en el texto a la practicidad de UCDM:

Seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que este curso es muy practico, y de lo que dice es exactamente lo que quiere decir (T-8.IX.8:1)

Por tanto, huelga decir que cualquier cosa que sea útil en el aprendizaje del curso, debe como tal utilizarse, y así, la practica individualizada del libro de ejercicios no deben tomarse como un sustituto del estudio sistemático y riguroso del libro de texto, si lo que queremos es satisfacer el currículo del Curso.

LOS DOCE PASOS DEL PERDON. Los cuatro axiomas del perdón P. Ferrini


Introducción


LOS CUATRO AXIOMAS DEL PERDÓN



El perdón es un concepto que muy pocos entienden. Pensamos que nuestro mayor reto o dificultad es perdonar a otros por lo que nos han hecho. Pero esto sólo es la punta del iceberg.

Resulta fácil perdonar a otros cuando ya te has perdonado a ti mismo, pero es imposible perdonar a otros si no te has perdonado a ti mismo.

El proceso de perdonar empieza en tu propio corazón. Tiene muy poco que ver con los demás.

Cuando me perdono a mí mismo, no me resulta difícil perdonarte. Si puedo retirar el aguijón de la culpa y de la vergüenza de mi corazón, puedo ofrecerte ese mismo regalo a ti. Si puedo ver mi propia inocencia, también puedo ver la tuya. La mayoría de nosotros seguimos tratando de acceder al perdón en dirección contraria. Tratamos de perdonar a otros antes de perdonarnos a nosotros mismos. Esto causa un verdadero problema, porque no todo el mundo quiere ser perdonado. ¡Algunos se niegan a ser perdonados! ¡Algunos incluso se niegan a creer que sean culpables!

¿Has perdonado alguna vez a alguien que no creía que era culpable? ¡Es imposible! Por más que lo intentes, simplemente no te dejará.

Y también hay personas que siempre se sienten culpables. Continúan viniendo a ti y pidiéndote perdón, pero ¡simplemente no puedes perdonarlas!

Incluso cuando te das cuenta de que eres tú quien necesita perdón, puedes seguir poniendo el carro delante del caballo. Puedes pedir a otra persona que te perdone, a un amigo quizás, a un sacerdote o rabino, o tal vez incluso al mismo Dios. Pero eso tampoco funciona. Puedes ser perdonado por cientos de personas, y ciertamente puedes ser perdonado por derecho divino, pero eso importa poco si no te has perdonado a ti mismo.

Empezar este proceso fuera de nosotros mismos es algo que simplemente no funciona. Empezar fuera de nosotros es nuestra manera de marear la perdiz y de castigarnos. Eso no abre las puertas de nuestro corazón. Esa puerta sólo se abre cuando nos damos cuenta de que somos nosotros los que nos sentimos molestos. Somos nosotros los que nos sentimos culpables. Somos nosotros los que atacamos y justificamos nuestro ataque. Somos nosotros los que necesitamos perdón. Y nadie más puede dárnoslo.

De modo que el primer axioma del perdón es que viene de dentro. Es algo que debes hacer para ti mismo antes de poder ofrecérselo a los demás.

El axioma siguiente es que el perdón no es condicional ni es parcial. El perdón es un acto que se hace de todo corazón, con todo el ser. Nos permite deshacernos de las cargas, liberarnos del dolor. Intentar regatear con el perdón no funciona y, sin embargo, eso es exactamente lo que solemos hacer:

«Me perdonaré a mí mismo si consigo el trabajo o la relación que deseo»; o «Te perdonaré si primero te excusas ante mí»; o «Te perdonaré a ti, pero no le perdonaré a él».

Mientras sigamos intentando justificar algún aspecto de nuestro ataque, el perdón simplemente no se producirá. Evidentemente, ¡un perdón parcial sólo es una forma sutil de ataque!

El perdón es incondicional e imparcial. Me saca del pasado y me trae al presente. Me saca de la ilusión auto impuesta de sentirme separado, y me lleva a una conciencia y a un sentimiento abierto de mí mismo y de los demás, en el que la intimidad es una posibilidad que está continuamente abierta.

Cuando perdono, acepto lo que ocurrió en el pasado, incluyendo todos los antiguos juicios que hice con respecto a mí y a otros, sin llevar esta carga al presente o al futuro. Y, si lo vuelvo a traer, acepto que lo he traído, y lo dejo ir.

Es posible que tenga resentimientos, pero no me aferro a ellos. Comprendo que mis resentimientos proceden de una sensación de miedo, y me permito dejarlos atrás de manera natural a medida que supero el miedo y aprendo de nuevo a confiar.

No tengo que ser perfecto para perdonar, porque el perdón es un proceso continuo en mi vida. Perdono, y entonces me viene un juicio, y vuelvo a perdonar. Nunca hay un momento en que deje de perdonarme o de perdonar a los demás. Éste es el tercer axioma del perdón.

Es como la historia que cuenta Samuel Beckett del hombre al que le gustaba chupar las piedras. Chupa una, después se la pone en el bolsillo y a continuación chupa otra. Creaba protocolos detallados para asegurarse de que cada piedra recibiera la misma atención, hasta que, exasperado, se deshace de todas.

Sin darnos cuenta, nosotros también vamos recogiendo piedras en nuestro camino, nos las metemos en el bolsillo y las vamos moviendo. Es posible que sean juicios innecesarios, como lo son todos los juicios, pero los conservamos hasta que estamos dispuestos a dejarlos ir. Conservamos nuestros juicios hasta que vemos cuán absurdo es nuestro proceso de culpabilidad/ataque.

De modo que tenemos que ser pacientes. El perdón no suele producirse de repente. A veces nos vamos deshaciendo de las piedras una a una. A veces se nos caen todas sobre los dedos de los pies. No hay una manera correcta o equivocada de hacerlo. Cualquier cosa que experimentemos es aceptable.

Me gusta la metáfora de Beckett mucho más que la que nos dio Camus en el mito de Sísifo. ¿Te acuerdas? El pobre desgraciado continúa haciendo rodar la piedra hasta lo alto de la montaña y, cuando está casi arriba del todo, la piedra vuelve a caer hasta la base, y él tiene que empezar de nuevo.

Por supuesto, a veces podemos sentir que nuestros intentos son muy fútiles. Hacemos las cosas lo mejor que podemos y se nos sigue presentando la misma lección durante cuatro años. Pero lo divertido es que, cuando finalmente nos rendimos, la metáfora ya no tiene relevancia. Nos sentimos contentos de dejar que la gran piedra que hemos estado empujando colina arriba descanse en el valle. O nos sentimos bien vaciando los bolsillos y dejando que nuestras pequeñas piedras caigan en la arena. Nos da igual.

Las cargas deben caer. Su naturaleza es ser acarreadas. Y también es su naturaleza que nos deshagamos de ellas. Las lecciones estarán aquí mientras las necesitemos. Dile eso a Sísifo, o al viejo Job. ¡Ellos no quieren ni oírlo!

Nosotros tampoco queremos oírlo. Hoy es un problema en el trabajo; mañana será un problema con nuestra esposa o con los niños. Es el cuento de nunca acabar, ¿cierto?

¡Correcto! Los problemas continúan interminablemente. No podemos evitar que ocurran. No podemos poner en orden la forma externa de nuestras vidas, por muy buenas amas de casa que seamos. Alguien siempre rompe un huevo sobre la alfombra recién aspirada. Alguien siempre derrama la salsa.

Y ¿qué sería de la vida si no derramáramos la salsa? Sé honesto. ¿Cambiarías esta aventura malformada, deshilachada hasta el tuétano, por otra más pulcra? ¿Aceptarías la rigidez si eso significara que no ibas a sentir dolor ni a tener humor, que no ibas a esforzarte ni a aprender?

Sé honesto. Aquí hay algo que merece la pena preservar. Debajo de las montañas de excremento, crece la hierba. Hay luz solar, y sombra y ríos fluyendo. Hay amor debajo del dolor.
Y amor es lo que queremos.

Este libro habla de cómo atravesar el dolor para llegar al amor, de cómo atravesar la oscuridad para llegar a la luz. No te decimos que ignores la oscuridad. No te decimos que te olvides de la luz. Decimos que tomes las dos a la vez. Tómate a ti mismo con todas tus contradicciones. En esto consiste el camino de curación.

¿Por qué necesitamos el perdón? Porque cada uno de nosotros se ha condenado a sí mismo. Y cada uno de nosotros hemos intentado resolver nuestro odio hacia nosotros mismos proyectando en los demás la responsabilidad por nuestros problemas.

Pero esto no funciona. El odio hacia uno mismo sigue siendo odio hacia uno mismo, aunque involucremos a otros. Atacar a los demás o defendernos de su ataque no reduce nuestros juicios profundamente arraigados respecto a nosotros mismos. En el fondo, cada uno de nosotros es un niño herido que necesita sanar.

El proceso de perdonar ofrece a este niño la oportunidad de curarse. Es un proceso que dura toda la vida y que continuará mientras continuemos juzgándonos a nosotros mismos y a los demás.

No vamos a dejar de juzgar inmediatamente, pero podemos empezar a aprender cómo nos hieren los juicios que emitimos. Y, por medio de la autoaceptación, podemos llevar amor a esos lugares internos que están heridos. Cada acto de aceptación neutraliza algún juicio que hemos emitido.

Cada acto de aceptación abre nuestro corazón al amor, y el amor cura todas las heridas.

Al pasar por la vida, ocurren muchas situaciones y se nos ofrecen muchas relaciones. Cada una de ellas nos ofrece una oportunidad de elegir el miedo o de elegir el amor. Si elegimos el amor, nos bendecimos a nosotros mismos y bendecimos a los demás. Si elegimos el miedo, estamos pidiendo amor desde la parte de nosotros que está más herida. Cada aparente ataque es una petición de amor. Cada crisis existencial es una llamada a la curación.

Ningún pensamiento ni acción, por mal concebido que esté, nos condena a sufrir eternamente. Porque, ahora mismo, en este momento, podemos elegir de nuevo, podemos hacer otra elección.

Si Jesús pudo elegir amar a las mismas personas que le estaban clavando los clavos, si pudo ver el rostro de Cristo en ellos, ¿cómo podemos no verlo los unos en los otros? La vida de Jesús es una enseñanza profunda para nosotros, no porque nos muestra la luz, sino porque también nos muestra cómo podemos llevar la oscuridad a la luz.

Jesús no nos dijo que negáramos nuestro miedo. Nos enseñó a atravesarlo. No pienses que él no conocía la tentación ni la duda. Pasó cuarenta días en el desierto. Y gritó en la cruz: «Señor, ¿por qué me has abandonado?».

Él era humano.

Él tenía un cuerpo.

Él sintió dolor.

No puedes decir que no conociera las profundidades del sufrimiento. Las conoció. Pero, frente a todo esto, Él eligió amar y perdonar. Por eso fue un maestro tan grande para nosotros.

Pero este libro no trata de lo especial que fue Jesús, ni ninguna otra persona. Trata de un proceso que cada uno de nosotros debe vivir para encontrar la fuente de la paz. Así, aprendemos de cada hermano o hermana que recorre el camino con nosotros.


LOS CUATRO AXIOMAS DEL PERDÓN

1. El perdón comienza en nuestros corazones. Sólo cuando nos hemos perdonado a nosotros mismos podemos ofrecer perdón a otros, o recibirlo de ellos.

2. El perdón no es condicional, aunque a menudo nuestra práctica lo es.

3. El perdón es un proceso continuo: continúa en respuesta a cada juicio que hacemos sobre nosotros mismos y los demás.

4. Cada gesto de perdón es suficiente. Cualquier cosa que seamos capaces de hacer ahora mismo es suficiente. Esta comprensión nos capacita para practicar el perdón con nosotros mismos.



Paul Ferrini es autor de numerosos libros sobre el amor, la sanación y el perdón. Su combinación única de espiritualidad y psicología va más allá de la autoayuda y la curación hasta el núcleo mismo de la recuperación.

EL ARTE DE AMAR



"El amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un "objeto" amoroso. Si una persona ama sólo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica, o un egotismo ampliado.

Sin embargo, la mayoría de la gente supone que el amor está constituido por el objeto, no por la facultad. En realidad, llegan a creer que el hecho de que no amen sino a una determinada persona prueba la intensidad de su amor. Trátase aquí de la misma falacia que mencionamos antes. Como no comprenden que el amor es una actividad, un poder del alma, creen que lo único necesario es encontrar un objeto adecuado -y que después todo viene solo-. Puede compararse esa actitud con la de un hombre que quiere pintar, pero que en lugar de aprender el arte sostiene que debe esperar el objeto adecuado, y que pintará maravillosamente bien cuando lo encuentre. Si amo realmente a una persona, amo a todas las personas, amo al mundo, amo la vida. Si puedo decirle a alguien "Te amo", debo poder decir "Amo a todos en ti, a través de ti amo al mundo, en ti me amo también a mí mismo".

Decir que el amor es una orientación que se refiere a todos y no a uno no implica, empero, la idea de que no hay diferencias entre los diversos tipos de amor, que dependen de la clase de objeto que se ama".

Erich Fromm, "El Arte de Amar".

LA HUMILDAD DURANTE EL CURSO


La humildad trae paz porque no exige que tú debas regir el universo, ni juzgar las cosas como quisieras que fuesen. 
(S-1.V.1:4)

Comenta Kenneth Wapnick en su glosario de términos que: “la humildad es de la mente correcta, la cual reconoce su dependencia de Dios, mientras que la arrogancia es de la mente errada, la cual siente que está en competencia con El; el espíritu descansa en la grandeza de Dios, de Quien deriva su poder, mientras que la grandiosidad del ego proviene de creer que él es Dios, y que posee el poder para determinar nuestra función en el plan de Dios; de esta manera el ego confunde la humildad con la arrogancia, y nos dice que somos indignos de ser los instrumentos de salvación de Dios” .

Se humilde ante El y, sin embargo, grande en EL (T-15.IV.3:1)

Con estas palabras se  nos exhorta  a reconocer la gratitud hacia Dios por su creación sin pensamientos de competencia o usurpación, en lo cual radica la verdadera grandeza




El ego dedica gran parte de su tiempo a proteger la imagen que ha creado de si mismo. Una imagen que lo hace “especial” y distinguible de otras personas mediante una serie de opiniones, ideas y creencias. Por eso utiliza todas sus defensas para proteger a esos sus ídolos, atento ante cualquier aparente señal de amenaza o cambio hacia alguno de ellos. El hecho en sí de la existencia de esas defensas hace que se perciba a si mismo como vulnerable, pues usa la defensa como significado de lo que es.

NO HAGAS DE UCDM, "TU VIDA"


Uno de los principales problemas al que nos enfrentamos durante el curso los estudiantes de UCDM, es que en algún momento del aprendizaje al enfrentarnos al “mundo real”, sentimos que estamos haciendo todo lo contrario a lo que postula el curso pese a estar comprometidos con el propósito del Curso: Juzgamos y vemos el pecado allá donde solo debería ser visto el amor, y nos entregamos a relaciones especiales basadas en el odio o en el amor especial.


No solo estamos haciendo lo mismo que el resto de la gente que no trabaja sobre la base de UCDM, sino que además el hecho de ser conocedores de cual es muestro verdadero propósito, aumenta en nosotros la sensación de culpabilidad.

Ciertamente deseamos hacer del Curso nuestra vida, pues no podemos sino pensar que es naturalmente nuestro camino espiritual hacia el despertar. Cuando logramos encontrar el camino, en esa permanente e infatigable búsqueda de la felicidad, el objeto de nuestros anhelos, por un tiempo nos consideramos plenos. Dependerá de la relación y el tiempo de duración de la misma, pero esa felicidad fugaz puede ser otro engaño del ego para establecer una relación especial de dependencia y apego al curso.

No te hagas dependiente, pues si lo haces estas convirtiendo al curso en tu relación especial, y si crees depender del curso para conseguir la salvación te conviertes en dependiente de las formas (de un libro, de unas lecciones o del cumplimiento de unos horarios) y de lo que deberías depender es del pensamiento de la mente correcta, del milagro o del perdón que son los que te han de despertar del sueño.

No temas, por lo tanto, abandonar tus imaginadas necesidades, las cuales no harían sino destruir la relación. De lo único que tienes necesidad es de El. (T-15.V.5:6-7)

El apego es ese estado emocional de dependencia compulsiva a una cosa o persona determinada, originado por la creencia de que sin esa cosa o persona, no es posible ser feliz, y la única consecuencia del apego es la infelicidad.

Ese estado mental ilusorio te hace pensar que no puedes ser feliz si careces de tal o cual cosa. Esta horrible actividad mental te tiraniza y esclaviza porque son las creencias del ego las que te alejan del conocimiento de tu perfección. El ego es el creador de tu gran mentira, aquello que crees ser y que precisamente no eres son en verdad los muros de tu prisión.

Durante el sueño de separación, abrazamos el pensamiento del ego, esta dirigido a hacerte ver que el mundo es quien te hace sentir feliz o infeliz. Pretende convencernos de que somos cuerpos y no mentes y por tanto que si el cuerpo es real como ser independiente, la separación es real y mi yo individual, especial y único es real y por tanto disponemos de un yo diferente al del resto de las personas, que condiciona una “creencia en la forma de ser” que determina en nosotros, diferentes condiciones de comportamiento y de personalidad.

De esta manera, y dada la profunda identificación que las personas en este mundo tienen con su yo físicos y psicológicos es casi imposible para los estudiantes de UCDM, librarse de quedar atrapados bajo el manto del especialismo, en este caso del “especialismo espiritual”

Es importante comprender que el conocimiento y la aplicación de las enseñanzas del curso hace que sus estudiantes sean mejores ni mas merecedores de la bendición del cielo que los demás, y este aspecto queda claramente marcado durante el curso:

El propósito de la salvación no puede ser ayudar al Hijo de Dios a que sea más injusto de lo que él ya ha procurado ser. Si los milagros, que son el don del Espíritu Santo, se otorgasen exclusivamente a un grupo selecto y especial y se negasen a otros por ser éstos menos merecedores de ellos, entonces Él sería el aliado del especialismo. El Espíritu Santo no da fe de lo que no puede ver. Y todos tienen el mismo derecho a Su don de curación, liberación y paz. (T-25.IX.7:1-4)

En el mundo de la forma las diferencias son inevitables, pero Jesús no nos pide que neguemos nuestras diferencias en el mundo, nuestras afiliaciones específicas ni nuestra consciencia de ellas.

Los ojos del cuerpo habrán visto diferencias. Pero la mente que se ha permitido a sí mismo ser curada, dejara de aceptarlas (M-8.6:1-2)

En lugar de eso nos exhorta a mantenerse alerta para que el apego subyacente al pensamiento de separación que estas ideas contienen, eviten la creación de juicios en forma de amor u odio especial.

El Espíritu Santo sabe que nadie es especial. Mas Él percibe también que has entablado relaciones especiales, que Él desea purificar y no dejar que destruyas.
Por muy profana que sea la razón por la que las entablaste, Él puede transformarlas en santidad al eliminar de ellas tanto miedo como le permitas. (T-5.V.5:1-3)

UCDM es una enseñanza espiritual estructurada y concebida para que se practique de manera individual con el propósito de establecer una relación personal con Jesús y al igual que el propósito de todo maestro es dejar de ser imprescindible al alumno, el propósito del curso es el mismo, que al aplicar su sistema de pensamiento te conviertas en el propio curso y al realizar las practicas diligentemente, comiences a conocer que hay algo más dentro de ti, algo que has sentido lejano, pero que no puedes olvidar, y es allí donde el ser interior se manifiesta auténticamente sin obstáculos que impidan el fluir del ser desde la eternidad al mundo de la manifestación física. El ser regresa a casa

Toda­vía tienes necesidad de usar los símbolos del mundo. Mas no te dejes engañar por ellos. No representan nada en absoluto, y éste será el pensamiento que en tus prácticas te liberará de ellos. Los símbolos no son sino medios a través de los cuales puedes comu­nicarte de manera que el mundo te pueda entender, pero recono­ces que no son la unidad en la que puede hallarse la verdadera comunicación. (LE.pI.9:2-5)

No te sientas culpable. No sientas que tu día no es un buen día si no ejercitas tu lección del día por la mañana o si no tienes tiempo para leer el texto con tranquilidad. Continua con tu trabajo diligente y verás como poco a poco, el mundo que creías conocer se vas deshaciendo poco a poco y en su lugar renace el sueño feliz; el autoconocimiento se hace cada vez más evidente y facilita la consistencia en los niveles más vulnerables de la mente. 

Quizas las palabras de Kenneth Wapnick en este video, puedan arrojar algo más de luz a este tema:





Kenneth Wapnick obtuvo el doctorado en Psicología clínica en 1968 en la Universidad de Adelphi. Es miembro directivo de la Foundation for Inner Peace que publica el único original de Un Curso de milagros. Junto a su esposa Gloria Wapnick se dedica a tiempo completo a divulgar las enseñanzas de Un Curso de milagros.

MAS ALLA DEL DESPERTAR por Jeff Foster

Leíamos el pasado Viernes en la "lección del día" que:  



Es imposible aceptar el instante santo sin reservas a no ser que estés dispuesto, aunque sólo sea por un instante, a no ver el pasado ni el futuro. No te puedes preparar para él sin ubicarlo en el futuro. La liberación se te concede en el instante en que la desees. 
(T-18.VII.4:1-2)

y que:

Cuando la paz llega por fin a los que luchan contra la tentación y batallan para no sucumbir al pecado; cuando la luz llega por fin a la mente que se ha dedicado a la contemplación; o cuando finalmente alguien alcanza la meta, ese momento siempre viene acompañado de este feliz descubri­miento: "No tengo que hacer nada". 
(T-18.VII.5:7)




A este respecto me gustaría añadir ciertas palabras expresadas por Jeff Foster en su libro "Mas allá del despertar" que en la introducción al mismo relata...


INTRODUCCIÓN




No hay pasos que conduzcan a la realización.
                                                                                NISARGADATTA MAHARAJ


Este libro trata de lo completamente obvio, de la búsqueda espiritual y las frustraciones que la acompañan. Trata de la tendencia de la mente a establecer objetivos y esforzarse en alcanzarlos. Trata de la imposibilidad de alcanzar los objetivos últimos que solemos imponernos, la iluminación, el despertar, la liberación y la felicidad permanente, porque –y este es el gran descubrimiento– la realidad de quien los alcanzaría, es para empezar, la misma que cualquier creencia que aparezca ahora mismo…o, dicho de otro modo, que el individuo no “existe”.
 
Este libro trata de ver a través de esta búsqueda de la iluminación, del despertar, de la liberación y de la felicidad permanente, de ver a través del drama humano, con toda belleza y con toda la locura que ello entraña. Y eso no tiene nada que ver con una persona ni con el tiempo

Este libro no tiene nada que ver con el establecimiento de un nuevo sistema de creencias ni con el perfeccionamiento de los viejos. No tiene nada que ver con el descubrimiento de un nuevo camino o de un nuevo método que nos conduzca a un supuesto destino final. No tiene nada que ver con el esfuerzo personal, con la falta de esfuerzo, con el logro, con la falta de logro personal, con el autodesarrollo ni con el autoconocimiento. Y tampoco tiene que ver con algo que otra persona pueda enseñarte.


Este libro trata de lo completamente obvio, tan obvio, tan dolorosamente obvio que trasciende todas las palabras. No hay palabra que te permita ir más allá de ti mismo ni traerte a donde ya estás, es decir, aquí y ahora mismo.


Pero lo extraordinario es que tal cosa puede ocurrir leyendo este libro y que estos pequeños garabatos pueden resultar de utilidad para quien busca respuestas… pero sólo porque estas palabras remiten, una y otra vez, a lo completamente obvio: este instante concreto, que es, de hecho, la única respuesta posible.

Así pues, aunque este libro no trate de nada, puede ser muy útil, sobre todo si tenemos en cuenta que la búsqueda de algo no ha hecho más que conducirnos a la frustración y a la más amarga de las decepciones.

No quiero hablarte de mi pasado, porque eso no tiene nada que ver con este mensaje y muy poco con esta vida presente. Bastará, pues, con un pequeño relato para ponerte en contexto.


Hace ya varios años me embarqué, acicateado por el deseo de escapar del dolor y el sufrimiento de mi vida, en una auténtica búsqueda espiritual.


Pero entonces no me di cuenta de que esa búsqueda estaba alentada por un deseo de escapar del dolor y el sufrimiento que mi resistencia no hacía sino obtener e intensificar.

Parece haber una ley universal, según la cual resistirse a algo es darle poder.
 
El motor que puso en marcha mi búsqueda espiritual fue, pues, la insatisfacción con la vida presente, empujándome a buscar una paz y una libertad que me permitiese escapar de mi miserable existencia y de todos sus problemas y refugiarme en una dimensión más elevada, el despertar, la iluminación, el placer y la felicidad permanentes. Eso era, al menos, lo que aseguraban los maestros espirituales y sus maravillosos libros… ¡y eso era también lo que yo quería!

Después de meses y meses de meditación e indagación en mi mismo, de cuestionar mis pensamientos y de tratar de ver a través del ego, acabé convencido de haber alcanzado el estado que los maestros espirituales describen como “iluminación” o “liberación”. Creía que la iluminación era un estado que sólo había logrado, a lo largo de los tiempos, unos pocos afortunados y que, gracias a mis esfuerzos, finalmente lo había conseguido.


Pero entonces no me di cuenta de que la creencia de estar iluminado no era más que otra creencia. No me di cuenta de que la persona realmente iluminada (y lo cierto es que no hay tal cosa) jamás afirmaría estar iluminada, de que la creencia de que <Yo estoy iluminado y los demás no> no es más que otra forma de separar a los seres humanos, otro acto de violencia, otra forma de consolidar el ego que supuestamente se ha desvanecido en la iluminación.


La creencia en la iluminación personal no es, pues, más que otra forma de consolidad la sensación de identidad ¡algo, por cierto, muy poco iluminado!


Entonces comprendí que la “iluminación” no es un estado reservado a
unos pocos afortunados, un estado alcanzado tan sólo por quienes llevan años en el camino espiritual y han llevado a cabo todas las prácticas y rituales importantes, sino algo (que, por cierto, no es ninguna “cosa”) a lo que todo el mundo puede acceder en cualquier momento, razón por la cual (y ese es el secreto) no requiere esfuerzo ni falta de esfuerzo alguno. De hecho, es el mismo empezó (o falta de empeño) en alcanzar la iluminación el que eclipsa la iluminación que siempre se halla presente; es nuestra búsqueda de “algo más” la que oscurece lo completamente evidente: el momento presente y lo que emerge en él, que es todo lo que hay. ¿No te lo crees? Compruébalo: siempre es ahora. Suceda lo que suceda, siempre sucede ahora. ¿Existe acaso algún momento en el que no puedas decir que “es ahora”? ¿Existe algo que no suceda en el momento presente?

¿Crees que el recuerdo (es decir, la historia del pasado) es algo más que un puñado de pensamientos que aparecen en el momento presente?

No había modo, pues, de encontrar lo que, durante todos esos años, había estado buscando, porque, en realidad, ni siquiera lo había perdido. De hecho, no es un “ello” ni una cosa entre otras, sino la condición misma que permite la emergencia de todas las “cosas”.


La iluminación siempre está donde nosotros estamos. Por ello, apenas nos empeñamos en buscarla, parece que la perdemos. Desafortunadamente, sin embargo, todo lo que hacemos en nuestra vida forma parte de esta búsqueda, porque implica que nuestra salvación se halla en el futuro y que, en algún momento futuro, finalmente podremos alcanzar la paz, la felicidad y la libertad.


Pero los días de búsqueda de la iluminación, los días de una felicidad ajena al momento presente y los días de búsqueda de algún tipo de “autoperfeccionamiento” han pasado ya a la historia. ¿Y qué es entonces lo que queda? ¿Es posible, cuando se ha disuelto el deseo de algo más allá de lo ordinario, seguir viviendo todavía en este mundo?


El mensaje de este libro es tan sencillo, tan evidente y tan presente que nuestra mente jamás podrá alcanzarlo. Ese mensaje afirma simplemente que no hay nada que “alcanzar”… ¡y que la misma idea de que hay algo que alcanzar es la que moviliza todos nuestros esfuerzos! Observa cómo la mente trata de entender este punto, observa cómo da vueltas en círculo, comparando y contrastando este mensaje con miles de millones de otros mensajes, y entonces te darás cuenta de los mil millones fe formas en que alientas la búsqueda.

Pero la buena noticia es que esa búsqueda es una mera creencia, un simple pensamiento… y que, a no tener más realidad que una apariencia, no es preciso
ponerle fin. Cualquier intento, dicho de otro modo, de acabar con la búsqueda lo que hace es perpetuarla…

Sencillo y evidente: el despertar es precisamente esto, aquí y ahora; la vida tal y como realmente es.


Por más paradójico que pueda parecerle a la persona atrapada en el autoperfeccionamiento, no hay, ni nunca hubo, nada que alcanzar. La búsqueda ya ha concluido.

Este libro tiene que ver con lo absolutamente obvio, y con nada más que eso.


Jeff Foster se licenció en Astrofísica por la Universidad de Cambridge. Unos años después, tras un largo periodo de depresión y enfermedad, se obsesionó con la idea de iluminación espiritual, y se embarcó en una intensa búsqueda espiritual de la verdad última de la existencia, que concluiría unos años más tarde al conseguir ver con claridad la naturaleza no-dual de todo y que lo único que existe es la Unidad.