DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

2014: UN NUEVO CURSO COMIENZA


Con cada comienzo de año, miles de propósitos convencionales, vienen a nuestra mente con el objetivo de hacer el año diferente y limpiar de nuestra consciencia aquellos pensamientos que nos llenan de culpa: adelgazaremos, haremos ejercicio, dejaremos de fumar, reemprenderemos aquellos estudios que quedaron olvidados, o aquella relación  maltratada…

Sin embargo en pocas ocasiones estos propósitos se enfrentan a la única necesidad mucho más allá de cualquier necesidad material: la búsqueda interior y el reencuentro con uno mismo.

El camino que cada uno de nosotros sigue para alcanzar este objetivo, está predeterminado y sólo requiere de nuestra pequeña dosis de buena voluntad para que una pequeña revolución acontezca en tu vida. Recuerda que una vez que esta jornada ha comenzado, el final es seguro. ¿Por qué esperar? ¿Por qué susti­tuirlo por ilusiones mundanas, cuando tu felicidad se encuentra a tan sólo un instante? El final es indudable una vez el camino ha comenzado y está garantizado por Dios.

Todos los caminos llevan a un mismo objetivo; no existen caminos mejores ni peores, pero desde estas páginas de estudio de Un Curso de Milagros, te ofrecemos el nuestro. Si por algún motivo estas leyendo estas letras, quizás éste sea el tuyo, pues nada llega a ti sin un propósito.




Ésta es la época en la que muy pronto dará comienzo un nuevo año del calendario cristiano. Tengo absoluta confianza en que lograrás todo lo que te propongas hacer. Nada te ha de faltar, y tu voluntad será completar, no destruir. Dile, entonces, a tu her­mano:

* Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo.
* Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo.
* En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque reconozco que nos hemos de liberar juntos.

De esta forma damos comienzo al año con alegría y en libertad. Es mucho lo que aún os queda por hacer, y llevamos mucho retraso. Acepta el instante santo con el nacimiento de este año, y ocupa tu lugar -por tanto tiempo vacante- en el Gran Despertar. Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. Y permite que todas tus relaciones te sean santificadas. Ésta es nuestra voluntad. Amén. (T-15.XI.10)



Nuestro propio año nuevo nacerá de nuestro propio tiempo de Cristo. De la mano del Curso, aceptamos unirnos a Jesús en su tarea (el Gran Despertar), en un año de dicha y libertad, en el que nuestras relaciones se hacen santas, y en el que todo es lo mismo, porque todo en él está dedicado a un único propósito: Nuestro despertar y el de nuestros hermanos.

Decídete este año a no negar lo que Dios te ha dado. No hagas interpretaciones que se opongan al Amor de Dios, pues tienes muchos testigos que hablan de él tan claramente, que sólo los ciegos y los sordos podrían no verlos ni oírlos. Decídete este año a no negar lo que Dios te ha dado. Despierta y compártelo, pues ésa es la única razón por la que Él te ha llamado. Su Voz ha hablado claramente, pero tienes muy poca fe en lo que oíste debido a que has preferido tener más fe en el desastre que has ocasionado. Resolvamos hoy juntos aceptar las buenas nuevas de que ese desastre no es real y de que la realidad no es un desastre. (T-16.II.8:1-5)

Para ello, un Curso de Milagros provee un programa de estudios sumamente individualizado, en el que todos sus aspectos están bajo el cuidado y la dirección especial del Espíritu Santo.

Pregunta y Él te contestará. Ésa es Su responsabilidad, y sólo Él está capacitado para asumirla. Responder es Su función. Dirigirle a Él tus preguntas es la tuya.
 (M-29.2:6-10)


El Espíritu Santo jamás ha dejado de resolver por ti ningún problema que hayas puesto en Sus manos, ni jamás dejará de hacerlo. Cada vez que has tratado de resolver algo por tu cuenta, has fracasado. ¿No es hora ya de que conectes todos estos hechos y te des cuenta de lo que significan? Éste es el año en que debes poner en práctica las ideas que se te han dado. Pues las ideas son fuerzas poderosísimas que deben ponerse en práctica y no dejar en desuso. Ya te han dado suficientes pruebas de su poder como para que desees depositar tu fe en ellas y no en su negación. Dedica este año a la verdad y déjala obrar en paz. Ten fe en Aquel que tiene fe en ti. Piensa en lo que realmente has visto y oído, y acéptalo. ¿Cómo puedes estar solo con seme­jantes testigos?
(T-16.II.9:1-10)

El Curso se encuentra organizado enteramente como una herramienta de enseñanza, no es un curso de especulación filosófica, ni está intere­sado en una terminología precisa. Se orienta únicamente hacia la Expiación o corrección de la percepción. El medio de la Expia­ción es el perdón. 

Consiste en tres libros: un Texto de 622 páginas, un Libro de Ejercicios de 478 páginas, y un Libro para Maestros de 88 páginas. El orden en el cual los estudiantes elijan usar los libros y las formas en las que lo estudien dependen de sus necesidades y preferencias particulares.

¿Qué es mejor para unos y qué es mejor para otros? Es posi­ble que a algunos alumnos les sea más útil leer primero el manual. A otros les puede resultar mejor empezar con el libro de ejercicios. Y todavía habrá otros que quizá necesiten empezar en el nivel más abstracto que ofrece el texto. 

Para que los ejercicios del libro de ejercicios tengan sentido para ti, es necesario, como marco de referencia, disponer de una base teórica como la que provee el texto.

Es la práctica de los ejercicios, no obstante, lo que te permitirá alcanzar el objetivo del curso. Una mente sin entrenar no puede lograr nada. El propó­sito de este libro de ejercicios es entrenar a tu mente a pensar según las líneas expuestas en el texto.

Los ejercicios son muy sencillos. No requieren mucho tiempo, y no importa dónde se hagan. No requieren ninguna prepara­ción. El período de entrenamiento dura un año. Las lecciones van numeradas de la 1 a la 365. No intentes hacer más de una serie de ejercicios por día.

El libro de ejercicios está dividido en dos secciones principa­les. La primera está dedicada a anular la manera en que ahora ves, y la segunda, a adquirir una percepción verdadera. A excep­ción de las sesiones de repaso, los ejercicios diarios están planeados en torno a una idea central que se enuncia primero. A ésta le sigue una descripción de los procedimientos concretos mediante los cuales debe aplicarse la idea del día.

Decídete hoy, cierra los ojos, piensa para tus adentros y dispónte este año a hacer algo diferente, algo distinto de todo lo que ha sucedido antes: Seguro que no te arrepentirás !!!

SERGI TORRES: LAS RELACIONES. RECUPERA TU PODER

LOS DOCE PASOS DEL PERDON: Responsabilízate de estar en paz. P. Ferrini


Primera piedra angular


RESPONSABILÍZATE DE ESTAR EN PAZ



Cuando te responsabilizas de tu paz, entiendes que tú eres la causa de cualquier cosa que pienses o sientas. Otras personas parecen impactar en tu felicidad o tristeza, pero creer que los demás son responsables de tu vida en algún sentido sólo es una apariencia, una distorsión superficial que vela la sustancia real. Ésta es la ilusión de la que habla Un Curso de Milagros. No es la verdadera realidad.

Sin duda, cada uno de nosotros tendemos a buscar la satisfacción fuera de nosotros mismos. Y también tendemos a culpar de nuestros problemas a los demás. Buscar fuera la fuente de la alegría o la fuente del perdón nos conduce inevitablemente al desencanto, pues ni la alegría ni el perdón existen fuera de nuestros propios corazones y mentes.

Cuando puedo encontrar alegría dentro de mí, mi alegría es incondicional. No depende de que otras personas vivan conmigo. No depende de que otras personas me quieran. No depende de que yo les guste a otras personas, ni de que me traten de una manera justa. Mi alegría es una profunda confianza que tengo en mí mismo que dice: «Sé que estoy bien tal como soy». Es una afirmación existencial de mi ser que sólo puede venir de mí mismo.

Igualmente, cuando puedo encontrar el perdón dentro de mí, el único cambio que es necesario en mi vida viene de dentro. No tengo que intentar cambiarte. No tengo que cambiar los aspectos externos de mi vida. Perdonarme a mí mismo me aporta liberación, porque es incondicional. Este perdón dice:
«Reconozco mi error y aprendo de él. Mi error no me condena. Acepto la lección y abandono el juicio».

Nunca hay una situación conflictiva en mi vida que no pueda llevar a la paz perdonándome a mí mismo. Perdonar a los demás siempre es algo superficial. El perdón de uno mismo va más profundo. Se convierte en una manera de tomar responsabilidad de mi vida ahora mismo.

Hablando con rigor, sólo hay tres estados de conciencia a los que tenemos acceso. Uno es el amor, que es eterno e incondicional. Otro es el miedo, que es temporal y condicional. Y el último es el perdón, el puente que nos lleva de la ilusión del miedo a la realidad del amor.

Ir del miedo al amor implica reconocer mi miedo cuando surge, y ser capaz de pasar a través de él. Implica reconocer mi juicio cuando surge y trabajar con él. Implica escuchar mi propia petición de amor y aprender a responder a ella.

Hay aspectos del viaje que son solitarios por su propia naturaleza. Guardan relación con el reconocimiento de mi responsabilidad última por todo lo que ocurre en mi vida. Guardan relación con llegar a aceptarme existencial mente. Hasta que no haga eso, no podré hacer las paces con mi hermano o hermana, y tampoco podré hacer las paces con Dios.

Así, el primer gran movimiento en este proceso del perdón dividido en tres fases es la autoaceptación. Es perdonarse a uno mismo. Es la autorresponsabilidad. Es reclamar y recuperar mi vida ahora, en su totalidad, exactamente como es, sin juicio. Es amarme a mí mismo momento a momento. Es ser mi propia fuente de abastecimiento.


EL PAPEL DEL TEXTO Y DEL LIBRO DE EJERCICIOS EN UCDM


Una de las dudas que surgen durante el desarrollo del curso, es cual es el papel asignado tanto del libro del texto como del libro de ejercicios durante el mismo.

En respuesta a esta duda podríamos afirmar que el libro de ejercicios es como su nombre indica, el entrenamiento mental al que el curso somete, al texto que se encarga de explicar con detalle los dos sistemas de pensamiento, del ego y del Espíritu Santo.

No son por tanto libros independientes uno del otro, sino que, biológicamente hablando, podríamos establecer una relación de simbiosis en ambos textos, en la que se establecen mutuas relaciones persistentes de las cuales ambos obtienen beneficios.



Al igual que un estudiante tiene oportunidad de poner en práctica en el laboratorio  los principios y la teoría que ha aprendido durante la clase, así el libro de ejercicios permite metafísicamente la práctica del curso en el salón de prácticas de la vida de todo lo aprendido en el libro de texto.

A todo ello se ha de recordar que ambos se establecieron  como complemento para el aprendizaje del curso. Los dos libros fueron canalizados y por tanto su función nos fue dada. Así, en los inicios del dictado, Jesús exhortaba a Helen y a Bill repetidamente no solo a estudiar las “notas”, sino a aplicar los principios a sus experiencias cotidianas. A esas alturas, por supuesto el libro de ejercicios como tal no existía, y el dictado del libro de texto, apenas comenzaba, pero es destacar el énfasis dual que Jesús le daba a ambos aspectos: estudio y práctica

No es necesario el estudio concurrente de ambos libros a la vez tal y como aparecen en las lecciones del este blog, pues ciertamente el desarrollo de ambos libros no se encuentra sincronizado, pero si que es cierto que ambos se complementan claramente el uno al otro.

Ciertamente el libro de texto es más difícil de asimilar, pues su complejidad intelectual, lleva en ocasiones a ser pasado por alto, de modo que no es extraño encontrar personas que centran su aprendizaje del curso, exclusivamente en las lecciones del libro de ejercicios. También y más extrañamente podemos encontrar personas que encuentran interesantes las palabras del libro de texto, considerando improcedentes las del libro de ejercicios para su progreso espiritual.

Sin embargo existen algunos temas que hacen conveniente el estudio de ambos libros, pues sirven de clara ayuda para comprender determinados conceptos sin los cuales la lectura de uno solo de los libros podría provocar.

Uno de estos temas es que el estudiante centrado exclusivamente en el libro de ejercicios puede no llegar a entender correctamente el papel del Espíritu Santo. Así, en varias ocasiones el libro de ejercicios exhorta al estudiante a pedir ayuda específica al Espíritu Santo.

Deja que el se haga cargo… (LE-pI.71:9.3)

Este concepto, en el libro de texto, apenas es tocado, pues al Espíritu Santo se le entiende como el núcleo del perdón al que acudir con nuestras culpas y juicios, de modo que se encargue de percibir al ego y soltarlo. Por tanto se trata mas de confiar en la Voz que habla por Dios y aprender que somos dignos de su Amor para que el resuelva la culpa, más que tratar de que resuelva nuestras peticiones especificas basadas en las ilusiones.

Tampoco es sensato centrarse en el libro de texto sin practicar como tal el libro de ejercicios, pues intelectualizar el curso implica perdernos en conceptos abstractos en contra de la práctica en nuestras experiencias diarias. Son muchas las referencias en el texto a la practicidad de UCDM:

Seguramente habrás comenzado a darte cuenta de que este curso es muy practico, y de lo que dice es exactamente lo que quiere decir (T-8.IX.8:1)

Por tanto, huelga decir que cualquier cosa que sea útil en el aprendizaje del curso, debe como tal utilizarse, y así, la practica individualizada del libro de ejercicios no deben tomarse como un sustituto del estudio sistemático y riguroso del libro de texto, si lo que queremos es satisfacer el currículo del Curso.

LOS DOCE PASOS DEL PERDON. Los cuatro axiomas del perdón P. Ferrini


Introducción


LOS CUATRO AXIOMAS DEL PERDÓN



El perdón es un concepto que muy pocos entienden. Pensamos que nuestro mayor reto o dificultad es perdonar a otros por lo que nos han hecho. Pero esto sólo es la punta del iceberg.

Resulta fácil perdonar a otros cuando ya te has perdonado a ti mismo, pero es imposible perdonar a otros si no te has perdonado a ti mismo.

El proceso de perdonar empieza en tu propio corazón. Tiene muy poco que ver con los demás.

Cuando me perdono a mí mismo, no me resulta difícil perdonarte. Si puedo retirar el aguijón de la culpa y de la vergüenza de mi corazón, puedo ofrecerte ese mismo regalo a ti. Si puedo ver mi propia inocencia, también puedo ver la tuya. La mayoría de nosotros seguimos tratando de acceder al perdón en dirección contraria. Tratamos de perdonar a otros antes de perdonarnos a nosotros mismos. Esto causa un verdadero problema, porque no todo el mundo quiere ser perdonado. ¡Algunos se niegan a ser perdonados! ¡Algunos incluso se niegan a creer que sean culpables!

¿Has perdonado alguna vez a alguien que no creía que era culpable? ¡Es imposible! Por más que lo intentes, simplemente no te dejará.

Y también hay personas que siempre se sienten culpables. Continúan viniendo a ti y pidiéndote perdón, pero ¡simplemente no puedes perdonarlas!

Incluso cuando te das cuenta de que eres tú quien necesita perdón, puedes seguir poniendo el carro delante del caballo. Puedes pedir a otra persona que te perdone, a un amigo quizás, a un sacerdote o rabino, o tal vez incluso al mismo Dios. Pero eso tampoco funciona. Puedes ser perdonado por cientos de personas, y ciertamente puedes ser perdonado por derecho divino, pero eso importa poco si no te has perdonado a ti mismo.

Empezar este proceso fuera de nosotros mismos es algo que simplemente no funciona. Empezar fuera de nosotros es nuestra manera de marear la perdiz y de castigarnos. Eso no abre las puertas de nuestro corazón. Esa puerta sólo se abre cuando nos damos cuenta de que somos nosotros los que nos sentimos molestos. Somos nosotros los que nos sentimos culpables. Somos nosotros los que atacamos y justificamos nuestro ataque. Somos nosotros los que necesitamos perdón. Y nadie más puede dárnoslo.

De modo que el primer axioma del perdón es que viene de dentro. Es algo que debes hacer para ti mismo antes de poder ofrecérselo a los demás.

El axioma siguiente es que el perdón no es condicional ni es parcial. El perdón es un acto que se hace de todo corazón, con todo el ser. Nos permite deshacernos de las cargas, liberarnos del dolor. Intentar regatear con el perdón no funciona y, sin embargo, eso es exactamente lo que solemos hacer:

«Me perdonaré a mí mismo si consigo el trabajo o la relación que deseo»; o «Te perdonaré si primero te excusas ante mí»; o «Te perdonaré a ti, pero no le perdonaré a él».

Mientras sigamos intentando justificar algún aspecto de nuestro ataque, el perdón simplemente no se producirá. Evidentemente, ¡un perdón parcial sólo es una forma sutil de ataque!

El perdón es incondicional e imparcial. Me saca del pasado y me trae al presente. Me saca de la ilusión auto impuesta de sentirme separado, y me lleva a una conciencia y a un sentimiento abierto de mí mismo y de los demás, en el que la intimidad es una posibilidad que está continuamente abierta.

Cuando perdono, acepto lo que ocurrió en el pasado, incluyendo todos los antiguos juicios que hice con respecto a mí y a otros, sin llevar esta carga al presente o al futuro. Y, si lo vuelvo a traer, acepto que lo he traído, y lo dejo ir.

Es posible que tenga resentimientos, pero no me aferro a ellos. Comprendo que mis resentimientos proceden de una sensación de miedo, y me permito dejarlos atrás de manera natural a medida que supero el miedo y aprendo de nuevo a confiar.

No tengo que ser perfecto para perdonar, porque el perdón es un proceso continuo en mi vida. Perdono, y entonces me viene un juicio, y vuelvo a perdonar. Nunca hay un momento en que deje de perdonarme o de perdonar a los demás. Éste es el tercer axioma del perdón.

Es como la historia que cuenta Samuel Beckett del hombre al que le gustaba chupar las piedras. Chupa una, después se la pone en el bolsillo y a continuación chupa otra. Creaba protocolos detallados para asegurarse de que cada piedra recibiera la misma atención, hasta que, exasperado, se deshace de todas.

Sin darnos cuenta, nosotros también vamos recogiendo piedras en nuestro camino, nos las metemos en el bolsillo y las vamos moviendo. Es posible que sean juicios innecesarios, como lo son todos los juicios, pero los conservamos hasta que estamos dispuestos a dejarlos ir. Conservamos nuestros juicios hasta que vemos cuán absurdo es nuestro proceso de culpabilidad/ataque.

De modo que tenemos que ser pacientes. El perdón no suele producirse de repente. A veces nos vamos deshaciendo de las piedras una a una. A veces se nos caen todas sobre los dedos de los pies. No hay una manera correcta o equivocada de hacerlo. Cualquier cosa que experimentemos es aceptable.

Me gusta la metáfora de Beckett mucho más que la que nos dio Camus en el mito de Sísifo. ¿Te acuerdas? El pobre desgraciado continúa haciendo rodar la piedra hasta lo alto de la montaña y, cuando está casi arriba del todo, la piedra vuelve a caer hasta la base, y él tiene que empezar de nuevo.

Por supuesto, a veces podemos sentir que nuestros intentos son muy fútiles. Hacemos las cosas lo mejor que podemos y se nos sigue presentando la misma lección durante cuatro años. Pero lo divertido es que, cuando finalmente nos rendimos, la metáfora ya no tiene relevancia. Nos sentimos contentos de dejar que la gran piedra que hemos estado empujando colina arriba descanse en el valle. O nos sentimos bien vaciando los bolsillos y dejando que nuestras pequeñas piedras caigan en la arena. Nos da igual.

Las cargas deben caer. Su naturaleza es ser acarreadas. Y también es su naturaleza que nos deshagamos de ellas. Las lecciones estarán aquí mientras las necesitemos. Dile eso a Sísifo, o al viejo Job. ¡Ellos no quieren ni oírlo!

Nosotros tampoco queremos oírlo. Hoy es un problema en el trabajo; mañana será un problema con nuestra esposa o con los niños. Es el cuento de nunca acabar, ¿cierto?

¡Correcto! Los problemas continúan interminablemente. No podemos evitar que ocurran. No podemos poner en orden la forma externa de nuestras vidas, por muy buenas amas de casa que seamos. Alguien siempre rompe un huevo sobre la alfombra recién aspirada. Alguien siempre derrama la salsa.

Y ¿qué sería de la vida si no derramáramos la salsa? Sé honesto. ¿Cambiarías esta aventura malformada, deshilachada hasta el tuétano, por otra más pulcra? ¿Aceptarías la rigidez si eso significara que no ibas a sentir dolor ni a tener humor, que no ibas a esforzarte ni a aprender?

Sé honesto. Aquí hay algo que merece la pena preservar. Debajo de las montañas de excremento, crece la hierba. Hay luz solar, y sombra y ríos fluyendo. Hay amor debajo del dolor.
Y amor es lo que queremos.

Este libro habla de cómo atravesar el dolor para llegar al amor, de cómo atravesar la oscuridad para llegar a la luz. No te decimos que ignores la oscuridad. No te decimos que te olvides de la luz. Decimos que tomes las dos a la vez. Tómate a ti mismo con todas tus contradicciones. En esto consiste el camino de curación.

¿Por qué necesitamos el perdón? Porque cada uno de nosotros se ha condenado a sí mismo. Y cada uno de nosotros hemos intentado resolver nuestro odio hacia nosotros mismos proyectando en los demás la responsabilidad por nuestros problemas.

Pero esto no funciona. El odio hacia uno mismo sigue siendo odio hacia uno mismo, aunque involucremos a otros. Atacar a los demás o defendernos de su ataque no reduce nuestros juicios profundamente arraigados respecto a nosotros mismos. En el fondo, cada uno de nosotros es un niño herido que necesita sanar.

El proceso de perdonar ofrece a este niño la oportunidad de curarse. Es un proceso que dura toda la vida y que continuará mientras continuemos juzgándonos a nosotros mismos y a los demás.

No vamos a dejar de juzgar inmediatamente, pero podemos empezar a aprender cómo nos hieren los juicios que emitimos. Y, por medio de la autoaceptación, podemos llevar amor a esos lugares internos que están heridos. Cada acto de aceptación neutraliza algún juicio que hemos emitido.

Cada acto de aceptación abre nuestro corazón al amor, y el amor cura todas las heridas.

Al pasar por la vida, ocurren muchas situaciones y se nos ofrecen muchas relaciones. Cada una de ellas nos ofrece una oportunidad de elegir el miedo o de elegir el amor. Si elegimos el amor, nos bendecimos a nosotros mismos y bendecimos a los demás. Si elegimos el miedo, estamos pidiendo amor desde la parte de nosotros que está más herida. Cada aparente ataque es una petición de amor. Cada crisis existencial es una llamada a la curación.

Ningún pensamiento ni acción, por mal concebido que esté, nos condena a sufrir eternamente. Porque, ahora mismo, en este momento, podemos elegir de nuevo, podemos hacer otra elección.

Si Jesús pudo elegir amar a las mismas personas que le estaban clavando los clavos, si pudo ver el rostro de Cristo en ellos, ¿cómo podemos no verlo los unos en los otros? La vida de Jesús es una enseñanza profunda para nosotros, no porque nos muestra la luz, sino porque también nos muestra cómo podemos llevar la oscuridad a la luz.

Jesús no nos dijo que negáramos nuestro miedo. Nos enseñó a atravesarlo. No pienses que él no conocía la tentación ni la duda. Pasó cuarenta días en el desierto. Y gritó en la cruz: «Señor, ¿por qué me has abandonado?».

Él era humano.

Él tenía un cuerpo.

Él sintió dolor.

No puedes decir que no conociera las profundidades del sufrimiento. Las conoció. Pero, frente a todo esto, Él eligió amar y perdonar. Por eso fue un maestro tan grande para nosotros.

Pero este libro no trata de lo especial que fue Jesús, ni ninguna otra persona. Trata de un proceso que cada uno de nosotros debe vivir para encontrar la fuente de la paz. Así, aprendemos de cada hermano o hermana que recorre el camino con nosotros.


LOS CUATRO AXIOMAS DEL PERDÓN

1. El perdón comienza en nuestros corazones. Sólo cuando nos hemos perdonado a nosotros mismos podemos ofrecer perdón a otros, o recibirlo de ellos.

2. El perdón no es condicional, aunque a menudo nuestra práctica lo es.

3. El perdón es un proceso continuo: continúa en respuesta a cada juicio que hacemos sobre nosotros mismos y los demás.

4. Cada gesto de perdón es suficiente. Cualquier cosa que seamos capaces de hacer ahora mismo es suficiente. Esta comprensión nos capacita para practicar el perdón con nosotros mismos.



Paul Ferrini es autor de numerosos libros sobre el amor, la sanación y el perdón. Su combinación única de espiritualidad y psicología va más allá de la autoayuda y la curación hasta el núcleo mismo de la recuperación.