DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

EL AMOR ES LA LEY DE DIOS




“El Ser lo sabe todo, no nace ni muere, no es el efecto de ninguna
causa, es eterno, existe por sí mismo, imperecedero, antiguo.

El que piensa que él mata o que él puede ser muerto, es un ignorante. 
Él ni mata ni puede ser matado.

El Ser es menor que lo más pequeño y más grande que lo más grande.

Él vive en todos los corazones. 

Cuando el hombre se encuentra al fin libre de deseos, 
entonces le encuentra a Él y se eleva más allá del dolor.

El que conoce al Ser, está sin cuerpo entre los cuerpos, permanece
inmutable entre los cambios, prevalece en cualquier lugar, y está más
allá del dolor.

El Ser no puede ser conocido a través de discursos, 
Él llega al hombre que ama, toma el cuerpo de este hombre para sí
mismo



Mikhail Naimy: El libro del Mirtad

CEDER EL PODER




Uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos y que nos limitan en nuestro despertar, es dejar nuestro poder personal en manos de otras personas o cosas. Pensamos en ocasiones que nuestra felicidad depende del comportamiento de alguien o de circunstancias externas a nosotros. Y por tanto, vivimos para complacer.



Hemos sido programados de una manera tan profunda a la presión social, que nos hemos acostumbrado a percibir el mundo de esa manera tan deformada. Es un mundo en el que se premia a aquellos que “nadan a favor de la corriente”, aceptan y albergan en su mente unas falsas creencias tan introducidas en tu ego, que como el virus de un ordenador, ni siquiera se te ocurre la posibilidad de ponerlas en duda.

El mundo que ves no tiene nada que ver con la realidad (LE-pI.14.1:4)


El problema es que esta programación a la que hemos sido sometidos, no permite abrigar sospecha alguna. Te dicen que las des por sentado y que te limites a confiar en lo que tu tradición, tu cultura, tu sociedad y tu religión te imponen, condicionando de esta forma nuestro comportamiento a la búsqueda de la aprobación de otras personas.

Asumes inevitablemente esta responsabilidad en el momento en el que aceptas cualquier premisa y nadie puede organizar su vida sin un sistema de creencias. 
(T-6.Int.2:3)

Tenemos un profundo sentimiento tribal que nos ata a absurdos convencionalismos en los cuales en realidad no creemos, pero que sin embargo, debido a nuestro “sentido de pertenencia” nos vemos imposibilitados  de hacer algo diferente a lo que marca la corriente y con ello, no somos capaces de ver que con cada gesto de aceptación en lo que no creemos se provoca una intensa debilidad y disminución de la autoestima.

Por ello te resulta imprescindible liberarte de esa sensación de debilidad y resentimiento hacia ti mismo, y para ello buscas alguien en quien proyectarlo. La persona que se ofrece para tal fin es a la que consideras especial y aquella a quien le otorgas la capacidad de hacerte feliz.

El propósito fundamental de la proyección es siempre deshacerse de la culpabilidad 
(T-13.II.1:1)

Piensa en ideas, personas y cosas a las que te has aferrado en el pasado; siempre han acabado produciéndote sufrimiento o aburrimiento. Cuando permites que otras personas dicten con sus normas tu vida, les otorgas tu poder personal, dejando de vibrar con la pasión de vida que te impulsa a trazar tu propio destino. Si cedes tu poder a cualquiera de ellas en ese mismo momento prostituyes tu propio ser. Tu propia singularidad queda sepultada por capas y más capas de miedo: Miedo a ser rechazado por ser diferente si en algún momento te atreves mostrarte como eres, miedo a ser tú mismo adaptando mecánicamente tu forma de ser, tu forma de vestir, de obrar, de pensar, a la de los demás.

Ése es el precio que tienes que pagar para conseguir la aceptación por parte de tu sociedad o del grupo al que perteneces. Y así es como entras irremediablemente en el mundo de la falsedad y del control  hasta conseguir debilitarte emocional o psicológicamente.

Y son muchas los resultados insensatos que se han obtenido y muchas las decisiones absurdas que se han tomado que ahora se han convertido en creencias a las que se les ha otorgado el poder de determinar las decisiones subsiguientes 
(T-24.I.2:3)

Esa sensación descorazonadora es la que tratas de proyectar fuera de ti, y ponerla en otra persona. El mundo que estamos acostumbrados es un fiel reflejo de nuestro interior, de todo aquello que alberga nuestra mente, las ideas, los deseos y las emociones

Con este reconocimiento se le atribuye la responsabilidad a quien verdaderamente la tiene: no al mundo, sino a aquel que contempla el mundo y lo ve como no es
(M.5.2.3:5)

Utilizamos la percepción para justificar nuestro comportamiento, nuestros errores, y todas aquellas manifestaciones de falta de amor; vemos un mundo lleno de maldad, y desesperación y por eso nos aferramos a cualquier sombra o ilusión que creamos nos pueda dar la felicidad

Desgraciadamente no existe nadie en este planeta que nos pueda hacer felices y si existiera, dependeríamos de él tan en sobremanera, que le habríamos otorgado el poder de quitarnos la felicidad en cualquier momento.

La dependencia es una condenación, un falso amor; el amor verdadero es libre y eterno. No es lo mismo afirmar que una persona “me hace feliz” que pensar que “me permito a mi mismo ser feliz en su presencia”, pues en la primera afirmación el otro es el dueño de tus sentimientos mientras que en la segunda lo eres tu. Por ello es indispensable evitar la búsqueda de la aprobación externa, no se puede mendigar afecto, aprobación, consejos…Ya que cuando no buscas, ni necesitas la aprobación de los demás eres más poderoso.

Y lo que piensa que es, no cambia en modo alguno su total dependencia de ellos para su propia existencia, toda vez que ésta radica en ellos 
(T-18.8.4:4-5)

La visión comienza en nuestro interior, Primero miramos dentro de nosotros y decidimos cómo es el mundo queremos ver; luego hacemos que sea real para nosotros mediante la proyección. Hacemos que sea real interpretando aquello que estamos viendo.

La proyección da lugar a la percepción.
El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más.
Pero si bien no es nada más, tampoco es menos.
Por lo tanto, es importante para ti.
Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna.
Tal como el hombre piense, así percibirá.
No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él.
La percepción es un resultado, no una causa.
(T.21.Int.1:1-8)
Es absolutamente esencial ver esto, porque, mientras no lo hagas, no habrá posibilidad alguna de que descubras el Cielo que se halla en ti. Relacionarse es una experiencia de aprendizaje y el objetivo de cualquier relación en mantener una relación armoniosa con nosotros mismos En realidad siempre puedes elegir ceder tu poder personal o bailar a tu propio ritmo.

En definitiva, se trata asumir tu propia responsabilidad y no proyectarla a otra persona. Sólo tu tienes el derecho de vivir tu propia vida o ceder tu poder personal

Tienes una gran responsabilidad para contigo mismo, y es una responsabilidad que tienes que aprender a recordar en todo momento 
(T-15.3.3.1)

UN CURSO DE MILAGROS, CONCEPTOS BASICOS - Enric Corbera

EL APEGO A LAS CREENCIAS


Solo hace falta posar la vista en el mundo para observar la infelicidad y la desdicha dentro y en torno a ti. Habitualmente sueles achacar a causas externas el origen de esa infelicidad: Las guerras, la opresión, el fanatismo o el odio son causas frecuentemente enumeradas y sin embargo ninguna de ellas lo son realmente su causa. Tu mente ha sido programada para tener una visión deformada del mundo que ves, mediante tu educación, la que te dieron tus  padres o la sociedad y por el bombardeo constante de los medios de comunicación que establecen unas pautas rígidas en tu mente que son las verdaderamente culpables. A tal extremo ha llegado tu programación que das por cierto todo lo que ves, y eres incapaz de contemplar con juicio tu percepción deformada

La depresión es una consecuencia inevitable de la separación, como también lo son la ansiedad, las preocupaciones, una profunda sensación de desamparo, la infelicidad, el sufrimiento y el intenso miedo a perder. Los que se consideran separados han inventado muchos “remedios” para lo que, según ellos, son “los males del mundo”: Pero la única cosa que no han hecho es cuestionar la realidad del problema.
(LE-PI.41.1:2-5)

Tu percepción deformada ha sido cuidadosamente aleccionada para que no abrigues la más mínima duda acerca de lo que tu tradición, tu cultura, tu sociedad y tu religión te dicen que aceptes como bueno. No has sido tú quien ha decidido valores tan importantes para tí como tus opiniones, tus sentimientos, actitudes y deseos. Han sido esos elementos los que junto con tus experiencias pasadas han amoldado tu mente y las que han introducido en tu "ordenador" las normas básicas de tu funcionamiento.




Busca a tu alrededor a una sola persona que sea feliz: sin albergar temor de cualquier clase, libre para vivir la vida en plenitud sin miedos, ansiedades, inseguridades y preocupaciones... ¿Es difícil encontrarla, no? Estamos tan acostumbrados a contemplar el mundo de esa manera que lo vemos como algo natural. Lo peor es que esa sensación de infelicidad va acompañada de un sentimiento de culpabilidad hacia ti mismo, y no hacia todas esas creencias que son las que en definitiva nos hacen infelices.

Si nuestro objetivo es alcanzar la felicidad, ¿por qué no comprendemos que el mayor obstáculo para alcanzarla son nuestras falsas creencias? Existen claramente dos razones evidentes. En primer lugar, estas creencias se han introducido tan intensamente en nuestra vida que en lugar de llevar las ilusiones  a la verdad, hacemos lo contrario, y por tanto les otorgamos realidad. 

De ahí que tu tarea sea ahora permitir que las ilusiones sean llevadas a la verdad (M-27.7:4)

Por otra parte nos aferramos al mundo de las ilusiones porque aunque ese mundo de desdicha nos acompañe (el mundo del apego, la ambición, el miedo y la culpabilidad... en contraposición con los momentos de placer, y de entusiasmo que tales cosas temporalmente pueden proporcionar) es el único mundo que conocemos, y aprender significa cambiar, y cambiar es abandonar la seguridad a la que estás acostumbrado, aunque esta esté bañada en un manto de infelicidad.

El apego a esta circunstancia hace que te encuentres en permanente conflicto contigo y con el mundo. Malgastas un sinfín de energía tratando de satisfacer tus ilusiones de cara a obtener una vida precariamente pacífica y feliz; aunque caso de no ser satisfechas, e independientemente de que tú tengas o no la culpa, padecerás y sufrirás emociones negativas en forma de ansiedad, tensión o preocupación. Es por eso, la razón por la que siempre estás a merced de las cosas y las personas, tratando desesperadamente de que estas se ajusten a tus exigencias, a fin de poder tú disfrutar de la única paz que conoces: una tregua temporal de tus emociones negativas

Los Hijos de Dios tienen derecho al perfecto bienestar que resulta de tener perfecta confianza. Hasta que no logran esto, se agotan a sí mismos y desperdician sus verdaderos poderes creati­vos en fútiles intentos de obtener un mayor bienestar valiéndose de medios inadecuados. Sin embargo, los medios reales ya les han sido provistos y no requieren esfuerzo alguno por su parte. (T-2.3.5:1-3)

Busca en tu interior y contempla la lista interminable de ilusiones que te mantienen encadenado: amor, poder, dinero, éxito, aceptación, espiritualidad... A todas ellas le has otorgado realidad, las has convertido en tu salvación en la creencia de que sin todas esas no puedes ser feliz.

El apego a estas circunstancias te lleva a una dicotomía emocional, pues por una parte, proporciona una servil dependencia emocional al poder darte una dosis de fútil felicidad al obtenerla,  o de angustiarte caso de verte privado de ella y de perderla efectivamente.
Por todo ello, emprendes una loca carrera por organizar el mundo que te rodea, para intentar conseguir y conservar los objetos de tu adhesión. Es ésta una misión imposible, pues el mundo cambia y eso tu no eres capaz de controlarlo, y por ello, agotado, apenas te quedan energías para dedicarte a vivir y disfrutar plenamente de la vida. Esta es la razón por la cual, en vez de una vida plena y feliz, estás condenado a vivir una vida de frustración, preocupación e incertidumbre.

Reconocer tus apegos es liberarse de las ataduras que te aprisionan. Un apego o una ilusión no es nada. Es tan solo una fantasía de tu mente. Si ella, no estarías apegado y amarías las cosas y a las personas y disfrutarías de ellas sin ataduras de ningún tipo. Al reconocer tus apegos, estos pierden su fuerza  y te ahorrarás toda la tensión emocional que supone su protección para mantenerlas.

Las ilusiones me causan disgusto porque al haberles conferido realidad, veo la realidad como una ilusión. Nada en la creación de Dios se ve afectado en modo alguno por mi confusión. Siempre estoy disgustado por nada. (LE.pI.52.1:6-8)

No se trata de renunciar a tus ilusiones y creencias, sino otorgarles el justo valor real que les corresponde, aceptando con amor y aceptación que su ausencia, no puede ser un obstáculo en la consecución de tu felicidad.

La práctica de hoy consiste en liberar a tu mente de todas las leyes que crees que debes obedecer, de todas las limitaciones que rigen tu vida y de todos los cambios que crees forman parte del destino humano. Hoy vamos a dar el paso más ambicioso de los que requiere este curso en tu avance hacia el objetivo que ha establecido. (LE.pI.127.6:4-5)