DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

EL PROCESO DE SEPARACION (2/4): la segunda división

Ya hemos comentado en una anterior entrada que una vez producida la primera separación de la Mente Unificada entre la Mente de Dios y la mente separada del Hijo de Dios, se han de producir una serie de nuevas divisiones en aras a mantener la existencia de esa mente y olvidar el origen de la separación.




LA SEGUNDA DIVISIÓN


Sin embargo Dios mismo, en el momento en que el pensamiento de separación penetró en la mente del Hijo de Dios, otorgó su Respuesta en forma del Espíritu Santo, para evitar que olvidásemos a la Mente de la que se separó.

El Espíritu Santo comenzó a existir como medió de protección al producirse la separación, lo cual inspiró simultáneamente el principio de la Expiación. Antes de eso no había necesidad de curación, pues nadie estaba desconsolado. La Voz del Espíritu Santo es la Lla­mada a la Expiación, es decir, a la restitución de la integridad de la mente”.
(T-5.I.5:2-4)

Puesto que la separación tiene lugar en la mente, Dios coloca su Respuesta –el Espíritu Santo- allí donde se necesita: en la mente fuente del origen del conflicto y único lugar donde puede ser sanada.

“El Espíritu Santo mora en la parte de tu mente que es parte de la Mente de Cristo.” (CT-6.4:1)

De modo que el Espíritu Santo en su función, sirve de vínculo de unión entre nuestra mente dividida y nuestro Creador, recordando continuamente mediante el principio de la Expiación [percepción verdadera], que la separación inicial o primera división, en realidad nunca ocurrió, pues fueron puestos los medios para que no ocurriese.

“Tanto la separación como el principio que gobierna la Expia­ción  dieron comienzo simultáneamente.  Cuando el ego fue engendrado, Dios puso en la mente la llamada al júbilo.” (T-5.II.3:1-2)

Este ínfimo instante que deseas conservar y hacer eterno, se extinguió tan fugazmente en el Cielo que ni siquiera se notó. Lo que desapareció tan rápidamente que no pudo afectar el conoci­miento del Hijo de Dios, no puede estar aún ahí para que lo pue­das elegir como maestro.”
(T-26.V.5:1-2)

El Espíritu Santo no es más que un pensamiento de Dios que nos recuerda permanentemente su Amor: Una presencia dentro de la mente fragmentada que nos acerca a la lejana memoria de nuestra Fuente, y nos vincula de nuevo con Dios, manteniendo en el presente una memoria pasada casi olvidada.

Habla por Dios y también por ti, ya que está unido a Ambos. Por consiguiente, Él es la prueba de que Ambos son uno solo.” (CT-6.4:3-4)

Por supuesto que el hecho de hablar no es más que una interpretación metafórica o simbólica, pues en sí, el Espíritu Santo carece de forma, pues no adquiere una estructura antropomorfa como persona, ni tan siquiera como una paloma como el cristianismo ha venido a representarlo. Ahora bien, si que es cierto que dentro del sueño de separación, puede manifestarse de la forma más adecuada para el cumplimiento de su función en cada persona. Así para muchos será una voz interior, para otros un presentimiento o una intuición o incluso puede manifestarse activamente como un hecho o una circunstancia inesperado.

“El Espíritu Santo parece ser una Voz, pues de esa forma es como te comunica la Palabra de Dios. Parece ser un Guía por tierras lejanas, pues ésa es la clase de ayuda que necesi­tas. Y parece ser también cualquier cosa que satisfaga las necesi­dades que creas tener.”
(CT-6.4:5-7)

Esta nueva mente que parece haber llegado a la existencia y que interactúa separada e independiente, continúa dividiéndose en dos nuevas mentes en lo que el curso ha venido en llamar, la mentalidad errada y la mentalidad correcta representadas por el ego y por el Espíritu Santo.

Estas dos mitades de la mente separada actúan independientemente y de forma excluyente entre ellas mediante experiencias distintas en la mente dividida; por tanto parece lógico pensar que dentro de esta mente una parte de la misma deba elegir entre ambas mitades.

Aunque en el Curso no se otorga nombre a esta parte de la mente, ha venido siendo denominada por algunos estudiosos como “el tomador de decisiones” aquella parte de la mente a la que Jesús se dirige en el Curso y a quien anima a cambiar su elección.

“Cada día, cada hora y cada minuto, e incluso cada segundo, estás decidiendo entre la crucifixión y la resurrección, entre el ego y el Espíritu Santo. El ego es la elección en favor de la culpa­bilidad; el Espíritu Santo, la elección en favor de la inocencia. De lo único que dispones es del poder de decisión. (T-14.III.4:1-3)

Resumiendo en la mente que parece haberse separado, existen tres componentes: la mentalidad errada, representada por el ego separada e independiente de su creador; la mentalidad correcta representada por el Espíritu Santo que es un pensamiento de Dios y el recuerdo de lo que verdaderamente uno es, y por ultimo el tomador de decisiones que debe elegir entre una de las anteriores.

Puesto que la mente representada por el ego y la representada por el Espíritu Santo son incompatibles y la existencia de una de ellas deviene en la desaparición de la otra, el ego procura por todos los medios evitar el recuerdo de Dios, interactuando sobre el tomador de decisiónes con el engaño y la manipulacion en aras de mantener su existencia; pues una vez este haya tomado la suya, se le otorgará realidad a la misma, y será una decisión en la cual se creerá y en base a la cual se actuará.

“La grandeza es de Dios y sólo de Él. Por lo tanto, se encuentra en ti. Siempre que te vuelves consciente de ella, por vagamente que sea, abandonas al ego automáticamente, ya que en presencia de la grandeza de Dios la insignificancia del ego resulta perfecta­mente evidente.”
(T-9.VIII.1:1-3)

El ego continuará maniobrando con sucesivas divisiones que harán aparecer la culpa, el miedo y el pecado como símbolo del temor a Dios, lo que obligará al tomador de decisiones a tomar su decisión a su favor, asegurando su existencia, como veremos en la tercera parte de la entrega

A modo de ejemplo muestro esta imagen en la que se resume lo acontecido hasta ahora  con las dos divisiones producidas:


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