DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

¿QUE ESPERAS DE LA ILUMINACIÓN?

Hemos hablado en numerosas ocasiones sobre el sistema de creencias que nos han imbuido desde nuestra tierna infancia. Mediante este sistema hemos aprendido cómo tenemos que comportarnos en sociedad: Qué es aquello en lo que podemos creer y que es lo que no debemos creer. Eso implica que las cosas se convierten en buenas o malas según vayan a favor de nuestras creencias o en contra.





Todos los conceptos y todas las reglas sobre la manera de comportarse en el mundo constituyen la norma básica sobre la que vivimos. Constituye la ley de lo que pensamos de nosotros mismos y lo que pensamos de los demás rigiendo todos nuestros actos: Nos castigamos a nosotros mismos cuando no seguimos esas reglas que hemos establecido y nos premiamos cuando somos “buenos”.

Cada ser persona  tiene su sueño personal basado en esas creencias que nos han sido autoimpuestas, pensamos que somos una cosa cuando en realidad no somos eso que pensamos y este autodesconocimiento nos lleva al miedo y a la culpa. Ese miedo se manifiesta de distintas maneras en cada persona, por supuesto, pero todos sentimos cólera, celos, odio, envidia y otras emociones negativas. Una vida basada en un sueño de sufrimiento

Nadie quiere vivir en ese sueño de sufrimiento. Todo el mundo  busca la verdad, la justicia y la belleza. En realidad nuestra búsqueda de la verdad es eterna porque nuestra mente porque sólo permite creer en las mentiras que hemos almacenado. Sabemos que no somos lo que creemos que deberíamos ser, de modo que nos sentimos falsos y deshonestos, y buscamos...

Buscamos la justicia porque en nuestra mente no existe. Buscamos la belleza porque, por muy bella que sea una persona, no creemos que en realidad lo sea (nadie se ajusta a la perfección al concepto de lo que ha de ser bello). Seguimos buscando y buscando cuando en realidad, en lo más profundo de nosotros mismos, sabemos la verdad...Todo está ya en nosotros.

Tarde o temprano uno ve un retazo de luz, descubre aunque sea en un instante la felicidad y la dicha de reconocerse a sí mismo. Y ese instante cambia una vida. Percibes un sutil transferencia de los deseos mundanos a ese deseo elevado de volver a disfrutar de la dicha...

Pero a veces esa dicha está corrompida, y uno asocia determinadas expectativas al proceso. Asociamos alguna imagen mundana al proceso de iluminación que nos permita corregir nuestros defectos, solventar nuestros problemas o nuestras expectativas de cómo deberíamos de ser.

Pensamos que la iluminación nos traerá dicha, salud, riqueza... y de ese modo transferimos nuestros deseos mundanos a un propósito más elevado. No es el Espíritu quien te guía en esos momentos. Estas escuchando al ego “espiritual”. Aquel que en su deseo de supervivencia, no desea que encuentras a nadie mas que a él mismo. Nunca encontrarás nada si sigues sus designios.

Abandona toda imagen asociada al proceso de despertar. No pretendas nada. Cuando no tienes nada, estás a solas contigo mismo, despierto a quien en realidad eres.

El desafío que afronta cualquier buscador de un estado más elevado, es dejar de buscar “cosas” para alcanzarlo. Plantéate que es lo que buscas en realidad en tu búsqueda de la iluminación y si esperas alguna cosa renuncia a esperar nada.

Si algo esperas, ESTAS ATADO A ESA COSA. Solo cuando no esperes nada podrás decir que eres AUTENTICAMENTE LIBRE  y en esa libertad es cuando puedes alcanzar la iluminación.

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