DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

ESTABLECER EL PROPOSITO



A lo largo de la vida uno se topa con el momento en el que decide que tal vez es el momento de convertirte en un ser más espiritual, y las dudas surgen al valorar qué acciones deberíamos realizar para alcanzar dicho estado.

Tenemos la tendencia a pensar que se ha de hacer algo para ser o sentirse más espiritual. Por ello establecemos una serie de actos en consonancia con nuestras creencias sobre lo que deberíamos hacer para sentirnos de esa manera (ir a la iglesia, meditar, etc), pero pronto comprendemos que alcanzar esta situación no depende de lo que se hace sino de lo que uno es

 
Desde UCDM jamás se habla de lo que debemos hacer desde la conducta, lo importante es lo que establece nuestra mente (propósito). El propósito de Un Curso de Milagros es la sanación interior, mediante un cambio en la percepción que nos permita eliminar todas las ilusiones mediante el uso del perdón: perdonar aquello que nos ilusiona, lo que vemos, sentimos, a nuestros hermanos; es la única manera de convertirnos en expresiones de amor, una invitación a una forma de vivir aquí que nos saca de la amargura de la culpa y del dolor a través de un sistema de pensamiento espiritual que finalmente substituirá nuestra retorcida manera de ver las cosas. 

Lo opuesto al amor es el miedo,
pero aquello que todo lo abarca no puede tener opuestos.
(T-Intr.1:8)


Dentro del mundo ilusorio no existe una actividad que pueda considerarse más  espiritual que otra. No hay nada que tenga significado en sí mismo. No hay una forma de vivir (new age, ecológica, vegetariana, etc.) que resulte ser más espiritual que otra. Cualquiera de esas situaciones se pueden practicar con amor o con temor, juicio y culpabilidad. Somos responsables de nuestras propias experiencias y por tanto la necesidad que tenemos de espiritualizar la materia no nos hace ser mejores o peores. 

Por ello, para conseguir nuestro propósito de sanación, tan solo es necesario el deseo de alcanzarlo. Porque al desearlo, preparas tu mente para que suceda, en la medida en que recono­ces que lo deseas por encima de todas las cosas. No es necesario que hagas nada, de hecho, es necesario que comprendas que no puedes hacer nada más. No te empeñes en darle al Espíritu Santo la espiritualidad que Él no te pide, pues de lo contrario, creerás que el ego forma parte de Él y confundirás a uno con otro.

Lo importante es saber para qué hacemos las cosas, cual es el significado que nuestra mente le da a toda situación frente a la que nos encontramos. El propósito de lo que hacemos es lo realmente importante, sin importar la forma o la apariencia a le que nosotros le adjudiquemos.

 La prueba a la que puedes someter todas las cosas en esta tierra es simplemente esta:¿“Para qué es”? La contestación a esta pregunta es lo que le confiere el significado que ello tiene para ti. De por sí, no tiene ninguno; sin embargo, tú le puedes otorgar realidad, según el propósito al que sirvas.
(T-24.VII.6:1-3)

Ante cualquier situación a la que te enfrentes lo primero a considerar es lo que yo pretendo obtener de una situación. ¿Cuál es su propósito?

Se ha determinar inicialmente el objetivo a alcanzar pues eso es lo que ha de determinar el resultado, pues decidir de antemano lo que uno desea que ocurra implica percibir la situación como un medio para alcanzar tu objetivo obviando todo aquello que pueda interferir en su consecución. La verdad es todo aquello que te dirige a tu objetivo y lo falso es aquello que te separa. Tener a la verdad por objetivo, independientemente de cual pueda ser el desenlace te acerca a la paz.

El ego actúa de manera inversa pues desconoce lo que se pretende de cada situación, no existe propósito alguno, por lo que todo parece acontecer al azar, de forma incomprensible imposibilitando cualquier evaluación. Es a posteriori cuando al analizar la situación intentas darle sentido, anclando tu experiencia y tus juicios, a valoraciones pasadas. Es por lo tanto la situación la que determina el resultado y la experiencia, y no al contrario, como debería ser

Únicamente el propósito que ves en ello  [lo que sea] tiene significado, y si éste es verdad, su seguridad está garantizada.
Si no es verdad, no tiene propósito alguno, ni sirve como medio para nada.
Cualquier cosa que se perciba como medio para la verdad comparte la santidad de ésta y descansa en una luz tan segura como la verdad misma...
(T-24.VII.5:5-7)

2 comentarios:

Muy Interesante, y aun mas es saber que hay personas que dedican parte de sus tiempo, su vida para asi contartir a los demas parte de sus saber.
Infinitas Gracias...

 

Un millón de gracias !!!
Apoyos como el tuyo me animan a continuar trabajando con amor.
Las ideas se refuerzan al compartirlas y enseñarlas no es más que una oportunidad para aprender: Es por eso que no hay maestros ni alumnos.
Un fuerte abrazo de luz!!!

 

Publicar un comentario