DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

LA PERCEPCION Y LOS SENTIDOS

La forma en la que percibimos mundo  que nos rodea es la que determina nuestra forma de interactuar con él. Parece como si nuestros sentidos, con la información que proveen, fueran la única forma de relacionarnos con él, la base sobre la que sustentamos la interpretación y evaluación de cada situación que parece acontecer.

Sin embargo cada uno de nosotros interpretamos el mundo de una manera diferente, cada persona le da un valor diferente a cada situación en dependencia de las diferentes percepciones percibidas. Pero, ¿Como es posible que ante un mismo acontecimiento pueda existir una percepción cambiante entre dos personas? Si asumimos que nuestras percepciones son como imágenes fijas (una especie de fotografía) que tomamos con la cámara de los sentidos, parece que hubiese de haber algo más, un sistema de evaluación constante de lo que percibimos en base a los diferentes deseos de cada persona, a las necesidades individuales a satisfacer sustentados por creencias arraigadas o a experiencias pasadas.




En realidad lo que sucede es lo contrario. La percepción es en realidad una proyección de lo pensamientos que se originan en nuestra propia mente. Es como la proyección de una película en el cine en la que lo que vemos no es sino la imagen proyectada (lo que perciben los sentidos) en una pantalla desde el proyector (la mente) que la verdadera artífice de lo que percibimos. Mientras más interesante sea la película tanto más nos sentimos identificados con los personajes y las situaciones de la misma, tanto es así que en ocasiones podemos olvidar donde nos encontramos y hacemos realidad las imágenes proyectadas en la pantalla.

Por todo ello parece lógico pensar que el estado en el que la mente se encuentra es el que determina lo que vamos a ver. Siempre miramos hacia dentro antes de mirar hacia fuera y lo que percibimos es lo que decidimos ver en base a como nos sentimos.

[La percepción] Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense así percibirá. No trates de cambiar el mundo, más bien elige cambiar de mentalidad acerca de él. La percepción es un resultado, no la causa. (T-21.Int.1:5-8)


Es por todo ello que el mundo que percibimos es un reflejo de lo que queremos ver, y por ello el mundo no es responsable de nada cuanto nos suceda, pues el verdadero origen del mismo está en la propia mente.

Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar.
Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí. (T-21.2.2:3-5)


Es pues evidente que cuando observes los efectos del pecado en cualquiera de sus formas: miedo, culpa…lo único que nece­sitarás hacer es simplemente preguntarte a ti mismo lo siguiente:

¿Es esto lo que quiero ver?  ¿Es esto lo que deseo? (T-21.7.8:4-5)

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