DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

CORREGIR EL ERROR


Cuantas veces nos sentimos tentados de corregir desde nuestra “buena voluntad” e imponer, ante cualquier equivocación o error que percibimos, lo que creemos que es cierto.


¿Cual es la razón de todo ello? ¿Qué motivos me han movido a querer hacerlo?  En principio, parece ser un actitud correcta y apropiada, descubrir el error, en la confianza de que tú tienes la potestad de ver lo que tu hermano no es capaz de ver y desde esa posición de teórica superioridad, querer sanarlo.

Pero… tal vez sean mis propios intereses los que se estén manifestando y no lo intereses de ambos en aras de obtener un beneficio mutuo. Ciertamente estoy observando a mi hermano con una mirada de separación, apreciando en el otro los errores que por supuesto yo no soy capaz de cometer. Tal vez no sea sino una oportunidad para llevarlo hacia mis propias ideas, más allá de donde él se sienta capaz de llegar.

Intentar transformar al otro mediante la corrección es reconocer que el error no está en él sino en mí.

En la mente de tu hermano hay una luz que siempre existe, una luz que no es sino la voz del Espíritu Santo que por Dios habla desde él para ti. Y eso ha de ser así, pues nunca podrías creer que Su Voz es para ti a no ser que la oigas a través de otro.

“Sus palabras son la respuesta que el Espíritu Santo de da a ti” (T-9.II.5:10)

Esta claro que puede ser que tu hermano no sepa muy bien quién es o que su guía no es el verdadero Guía, pero en cualquier caso es santo por ser un Hijo de Dios y como tal lo has de reconocer pues esa es la única visión corregida.

Por ello, en ocasiones, verás que aquello que dice no tiene ningún sentido o reacciona y actúa según los dictados del ego, pero tu tarea es decirle que tiene razón, pues cualquier intento de corregir los errores del ego no es sino reconocer que tú mismo no estás viendo a tu hermano con los ojos de la verdad, sino con los de la percepción, y por tanto, al juzgar, no puedes sino estar escuchando al ego en ti.

“Reaccionar ante cualquier error por muy levemente que sea, significa que no se está escuchando al Espíritu Santo” (T-9.III.4:1)

Si el Espíritu Santo mora en ti y en él, y no puede establecer comunicación con el ego, ¿Como podría ser capaz de ver los errores ajenos? La única forma de contemplar a tu hermano es ver su cordura, aceptarlo tal y como es, pues la verdad mora en él de la misma forma que mora en ti. En realidad tu no has cometido ningún error; lo que pasa es que sin darnos cuenta es nuestro ego el que nos hace cometerlo, tu Ser verdadero nunca ha cometido errores.


Corregir el error, no es sino un nuevo ejemplo de la confusión de niveles, pues vemos los errores de nuestro prójimo más allá de la mente donde se originan. El ego es una trampa y nos hace ver la vida en dualidades: bueno- malo, arriba-abajo, blanco-negro etc… Al intentar corregir verbalmente allí donde los percibimos, no solo hace que los errores ajenos los consideres como propios, sino que estas alejando a tu hermano de ti

“Necesita corrección en otro nivel porque su error se encuentra en otro nivel:” (T-9.III.2:9)

Por eso, con respecto a los errores que percibes en los demás, tu única función es sanar, pues al sanar reconoces al otro tal y como es, y en esa nueva forma de contemplar, la condenación deja de ser real para ti, dejas de juzgar y de considerar que puedes corregir. Pon en manos Dios la corrección y libera a tu hermano de sus ataduras, permitiéndole ejercer su función, pues en realidad, él es el que ha venido a ayudarte a ti.

“Puesto que mi voluntad es conocerme a mí mismo, te veo a ti como el Hijo de Dios y como mi hermano” (T-9.III.12:6)

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