Es imposible aceptar el instante santo sin reservas a no ser que estés dispuesto, aunque sólo sea por un instante, a no ver el pasado ni el futuro. No te puedes preparar para él sin ubicarlo en el futuro. La liberación se te concede en el instante en que la desees.
Este libro no tiene nada que ver con el establecimiento de un nuevo sistema de creencias ni con el perfeccionamiento de los viejos. No tiene nada que ver con el descubrimiento de un nuevo camino o de un nuevo método que nos conduzca a un supuesto destino final. No tiene nada que ver con el esfuerzo personal, con la falta de esfuerzo, con el logro, con la falta de logro personal, con el autodesarrollo ni con el autoconocimiento. Y tampoco tiene que ver con algo que otra persona pueda enseñarte.
Así pues, aunque este libro no trate de nada, puede ser muy útil, sobre todo si tenemos en cuenta que la búsqueda de algo no ha hecho más que conducirnos a la frustración y a la más amarga de las decepciones.
No quiero hablarte de mi pasado, porque eso no tiene nada que ver con este mensaje y muy poco con esta vida presente. Bastará, pues, con un pequeño relato para ponerte en contexto.
Hace ya varios años me embarqué, acicateado por el deseo de escapar del dolor y el sufrimiento de mi vida, en una auténtica búsqueda espiritual.
Pero entonces no me di cuenta de que esa búsqueda estaba alentada por un deseo de escapar del dolor y el sufrimiento que mi resistencia no hacía sino obtener e intensificar.
Después de meses y meses de meditación e indagación en mi mismo, de cuestionar mis pensamientos y de tratar de ver a través del ego, acabé convencido de haber alcanzado el estado que los maestros espirituales describen como “iluminación” o “liberación”. Creía que la iluminación era un estado que sólo había logrado, a lo largo de los tiempos, unos pocos afortunados y que, gracias a mis esfuerzos, finalmente lo había conseguido.
Pero entonces no me di cuenta de que la creencia de estar iluminado no era más que otra creencia. No me di cuenta de que la persona realmente iluminada (y lo cierto es que no hay tal cosa) jamás afirmaría estar iluminada, de que la creencia de que <Yo estoy iluminado y los demás no> no es más que otra forma de separar a los seres humanos, otro acto de violencia, otra forma de consolidar el ego que supuestamente se ha desvanecido en la iluminación.
La creencia en la iluminación personal no es, pues, más que otra forma de consolidad la sensación de identidad ¡algo, por cierto, muy poco iluminado!
Entonces comprendí que la “iluminación” no es un estado reservado a unos pocos afortunados, un estado alcanzado tan sólo por quienes llevan años en el camino espiritual y han llevado a cabo todas las prácticas y rituales importantes, sino algo (que, por cierto, no es ninguna “cosa”) a lo que todo el mundo puede acceder en cualquier momento, razón por la cual (y ese es el secreto) no requiere esfuerzo ni falta de esfuerzo alguno. De hecho, es el mismo empezó (o falta de empeño) en alcanzar la iluminación el que eclipsa la iluminación que siempre se halla presente; es nuestra búsqueda de “algo más” la que oscurece lo completamente evidente: el momento presente y lo que emerge en él, que es todo lo que hay. ¿No te lo crees? Compruébalo: siempre es ahora. Suceda lo que suceda, siempre sucede ahora. ¿Existe acaso algún momento en el que no puedas decir que “es ahora”? ¿Existe algo que no suceda en el momento presente?
¿Crees que el recuerdo (es decir, la historia del pasado) es algo más que un puñado de pensamientos que aparecen en el momento presente?
No había modo, pues, de encontrar lo que, durante todos esos años, había estado buscando, porque, en realidad, ni siquiera lo había perdido. De hecho, no es un “ello” ni una cosa entre otras, sino la condición misma que permite la emergencia de todas las “cosas”.
La iluminación siempre está donde nosotros estamos. Por ello, apenas nos empeñamos en buscarla, parece que la perdemos. Desafortunadamente, sin embargo, todo lo que hacemos en nuestra vida forma parte de esta búsqueda, porque implica que nuestra salvación se halla en el futuro y que, en algún momento futuro, finalmente podremos alcanzar la paz, la felicidad y la libertad.
Pero los días de búsqueda de la iluminación, los días de una felicidad ajena al momento presente y los días de búsqueda de algún tipo de “autoperfeccionamiento” han pasado ya a la historia. ¿Y qué es entonces lo que queda? ¿Es posible, cuando se ha disuelto el deseo de algo más allá de lo ordinario, seguir viviendo todavía en este mundo?
El mensaje de este libro es tan sencillo, tan evidente y tan presente que nuestra mente jamás podrá alcanzarlo. Ese mensaje afirma simplemente que no hay nada que “alcanzar”… ¡y que la misma idea de que hay algo que alcanzar es la que moviliza todos nuestros esfuerzos! Observa cómo la mente trata de entender este punto, observa cómo da vueltas en círculo, comparando y contrastando este mensaje con miles de millones de otros mensajes, y entonces te darás cuenta de los mil millones fe formas en que alientas la búsqueda.
Pero la buena noticia es que esa búsqueda es una mera creencia, un simple pensamiento… y que, a no tener más realidad que una apariencia, no es preciso ponerle fin. Cualquier intento, dicho de otro modo, de acabar con la búsqueda lo que hace es perpetuarla…
Sencillo y evidente: el despertar es precisamente esto, aquí y ahora; la vida tal y como realmente es.
Por más paradójico que pueda parecerle a la persona atrapada en el autoperfeccionamiento, no hay, ni nunca hubo, nada que alcanzar. La búsqueda ya ha concluido.
Este libro tiene que ver con lo absolutamente obvio, y con nada más que eso.
iluminación espiritual, y se embarcó en una intensa búsqueda espiritual de la verdad última de la existencia, que concluiría unos años más tarde al conseguir ver con claridad la naturaleza no-dual de todo y que lo único que existe es la Unidad.
2 comentarios:
Muchas gracias por todo lo que compartes en este blog.
Un abrazo,
Iciar
Gracias a ti Iciar... por tu hermosa presencia en este espacio creador.
Un placer sentir tu luz y amor
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