DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

LOS DOCE PASOS DEL PERDON: Tercera piedra angular CONFÍA EN TU VIDA. P. Ferrini


Tercera piedra angular


CONFÍA EN TU VIDA



Buena parte de nuestra vida nos lleva al límite de nuestras fronteras y nos deja allí. Nos dice: «Tú no estás limitado a lo que queda dentro de estas fronteras».

Para confirmar esta intuición, nos damos cuenta de que vamos chocando con todos los límites que nosotros mismos hemos creado. Cada vez que nos posicionamos —y casi no importa qué postura tomemos— separamos una realidad unificada en dos partes aparentes. Puedes llamar a esas partes como quieras: bien y mal, masculino y femenino, alto y bajo.

De la unidad, hacemos la dualidad. En cuanto digo yo, tengo el tú, que significa no-yo. Y si digo nosotros, quiero decir no-ellos.

Por más que expanda mi conciencia, continúo encontrándome con personas o situaciones que no puedo aceptar. Allí es donde trazo la frontera. Establezco mis límites. Lo que queda a este lado de la línea es aceptable. Y lo que queda al otro lado de la línea no lo es.

Ésta es la naturaleza del viaje de mi conciencia: toda mi vida es un proceso de establecer y borrar fronteras. Cuando puedo verlo así, aprendo a ser más flexible conmigo mismo y con los demás. Sé que las fronteras no son reales. Más bien son mis creencias las que hacen que parezcan reales. Cuando cambio mis creencias, esas fronteras desaparecen.

Siempre estoy tratando de definir y de ordenar mi existencia. Y cuanto más intento ordenarla, mayor es la chapuza que hago de ella. Lo cierto es que no soy muy bueno en esto de controlar mi vida. Antes o después llego a esta conclusión.

Antes o después me doy cuenta de que mi propósito aquí no es intentar controlar mi vida. Mi propósito es trabajar con ella.

Puedo decir lo que quiero. No hay nada malo en eso. Pero debo elegir lo que me llega, tanto si es lo que quiero como si no.

A menudo creo que lo que me ocurre no es lo que quería que me ocurriese. Pero, después, descubro que eso es exactamente lo que necesitaba en ese momento. Antes o después me doy cuenta ele que no sé lo que necesito.

Mi fuerza de vida lo sabe. Mi fuerza de vida sabe lo que necesito y lo atrae hacia mí. Solía llamar a mi fuerza de vida destino o Dios, pero eso no funcionó porque la situaba fuera de mí.

¡No está fuera! No está dentro ni fuera, o tal vez está dentro y fuera. Cuando trazo la línea, se retira tan dentro de mí que no puedo encontrarla, o se expande más allá de cualquier límite que yo pueda imaginar. Es tan pequeña que pasa completamente de incógnito. Si la buscas en el cuerpo/mente no podrás encontrarla.

¿Cuánto pesa el cerebro? Es más ligera que eso. ¿Cuánto pesa el alma?¡Incluso es más ligera que eso! Demasiado ligera para ser pesada: la ley de la gravedad no le afecta. Y sin embargo es tan extensa que el universo no es lo suficientemente grande para contenerla.

Cuando miro a quien realmente soy, no veo límites, no hay dentro ni fuera. Cuando miro a quien realmente soy, no soy diferente de ti. No soy diferente de Dios. Todo es lo mismo. Todo es un movimiento de la fuerza de vida, sin principio ni final.

Cuando estoy dentro de mis fronteras, todo me parece muy importante. Cuando la vida entra y borra esas fronteras, me doy cuenta de que todas esas cosas que creía tan importantes son insignificantes.

Cada ola es una purificación, una disolución de apegos, un borrar la pizarra del juicio y la evaluación. Como dijo mi amigo Ji en una conferencia reciente: «Estaba tan feliz y dichoso que no pude rellenar la hoja de evaluación».

Lentamente, las energías giratorias de mi vida se ralentizan hasta acabar en una suave danza. ¡Es extraordinario! Empiezo a darme cuenta de que mi vida está bien tal como es. No tengo que cambiar nada. No tengo que cambiar mis relaciones, ni mi trabajo ni donde vivo para ser feliz. Soy feliz aquí, ahora mismo, tal como soy. La vida ha venido a mí y yo la he abrazado, simple y profundamente.

No sé qué traerá el momento siguiente, pero eso no importa. Lo que venga estará bien. Porque he dejado el miedo atrás junto con mis juicios. Ninguna mancha del pasado tiñe mi inocencia; ninguna expectativa de futuro empaña mi libertad de ser yo mismo o de dejarte ser. Habito simplemente en la comprensión de que estoy bien tal como soy, de que tú estás bien tal como eres, y de que la vida está bien tal como es. Ésta es mi dicha. Ésta es mi sustancia.

El resto sólo es tamaño y forma. El resto sólo es forma que retorna al polvo de donde vino.

Lo insustancial no puede contenerlo sustancial. Los límites no pueden contener lo informe. La mente limitada no puede contener la mente de Dios. Pero la mente de Dios contiene todas las cosas. Es una copa que siempre está vacía. Por más vino que vertamos sobre ella, nunca se llena. Ésta es la profunda bendición a la que todos estamos acudiendo. Esta es la oración en nuestros labios, la canción olvidada que recordamos cuando nuestros corazones se abren mutuamente. Y la canción simplemente dice: «Bienvenidos, hermano y hermana. El lugar que dejasteis ha permanecido vacío, esperando vuestro retorno.

Bienvenidos a casa».

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