DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

LOS DOCE PASOS DEL PERDON: Comprende que lo que quieres es amor. P. Ferrini




 SEGUNDO PASO


Comprende que lo que quieres es amor


Pienso que lo que quiero es más dinero, o más sexo, o más reconocimiento, o mejor salud, pero, en realidad, lo que quiero es amor. Creo que tendré razón si demuestro que tú estás equivocado, pero en realidad lo que quiero es amor. Creo que me sentiré mejor si tú eres castigado por tus pecados, pero en realidad lo que quiero es amor.

Lo único que quiero, amigo mío, es que me quieras. Si estuviera seguro de tu amor, el resto estaría bien. De algún modo, encontraría el modo de aceptar el resto y de trabajar con ello.

Aquellos de nosotros que hemos buscado la perfección hemos tenido que aprender a las duras que la perfección no existe. Las demás personas no están aquí para hacernos felices. Están aquí para ayudarnos a aprender. Subyacente a este objetivo apenas recordado está el recuerdo de un amor que nos une a todos.

Estamos aquí para amar y para aprender. No estamos aquí para forzar el aprendizaje o el amor, sino para dejar que cada uno de ellos nos lleve de manera natural hacia el otro. Cuando uno está presente, el otro también.

De modo que la vida no siempre va por donde yo quiero. A veces quiero que me complazcas, y tú estás en mi vida para ayudarme a despertar. Estás aquí para ayudarme a que aprenda a responsabilizarme. Bailamos esta danza en la que yo sigo intentando que tú me des lo que quiero y tú sigues alejándote. Empiezo a pensar que no me quieres. Empiezo a tener resentimiento hacia ti. Me siento enfadado porque creo que te niegas intencionalmente a satisfacer mis necesidades.

Pero tú no estás aquí para satisfacer mis necesidades. Estás aquí para mostrarme mis necesidades a fin de que yo pueda aprender a satisfacerlas por mí mismo. Este es tu propósito y, cuando lo cumples, nos liberas a los dos.

Sabes, creo que quiero que tú satisfagas mis necesidades, pero, en el fondo, eso no es verdad. Quiero que tú satisfagas tus necesidades. Quiero que tú seas feliz. Sólo necesito saber que si te alejas de mí, no me estás rechazando. Sólo necesito saber que me quieres.

Cuando sé eso, no quiero interponerme en tu camino. De hecho, te abriré la puerta y te desearé que todo te vaya bien.

Yo no quiero ser la persona que te retenga en contra de tu voluntad. Y no quiero que se me retenga en contra de la mía.

Sé que todos somos libres de elegir. Sólo necesito saber que, cualquiera que sea tu elección, seguirás queriéndome.

Esto es lo que necesita mi niño. Y aunque sigo haciéndome mayor, ese niño no se va. De hecho, crece y se hace más atrevido en mi corazón. Aprende a pedir lo que necesita.

Ya no le avergüenza pedir.

Antes trataba de manipular y de controlar, e insistía en salirse con la suya. Pero eso era porque no se le escuchaba. Ahora que él sabe que yo le escucho, pide cosas muy simples: «Sólo necesito saber que me quieres».

En mi dolor, en mi confusión, en mi herida, en mi tristeza, sólo necesito saber que soy amado. Si sé que soy amado, el dolor empieza a disiparse. La separación se va superando gradualmente.

Cuando sé que soy querido, algo ocurre. Pero no puede ocurrir hasta que sé que lo que quiero es amor, y tengo la valentía de pedirlo.

Mis sentimientos son una comunicación interna que me dice que no me estoy sintiendo amoroso hacia mí mismo ni hacia los demás. Me he excedido o me he quedado corto, he permitido que alguien me pisara o he pisado a alguien. No me estoy sintiendo amado. No me siento amoroso.

Esto es lo que debo reconocer. Y entonces, cuando lo reconozco, debo decidir que lo que quiero es amor. No puedo continuar con este proceso de perdonar a menos que decida ahora mismo que lo que quiero es amor.

Sí, está bien sentir mi dolor, pero el dolor simplemente me dice que lo que quiero es amor. Sentirme separado, enfadado, envidioso, culpable o triste simplemente me dice que lo que quiero es amor.

Lo increíble es que cuando no justifico ni condeno mis sentimientos, me llevan a un vacío que sólo el amor puede llenar. Y el amor siempre comienza en mi propio corazón.

Tu amor se puede unir a él, pero yo no puedo depender de tu amor. El amor entra cuando empiezo a quererme a mí mismo. Y el amor entra cuando empiezo a quererte a ti.

De modo que el segundo paso me ayuda a reconocer que quiero amor y que puedo dármelo a mí mismo. Este reconocimiento pone en marcha el siguiente.

SERGI TORRES: La Metafisica bajo el prisma de un curso de milagros

LA RESPUESTA A LA INFELICIDAD


En muchas ocasiones, durante nuestra vida, no nos gusta como nos sentimos acerca de algo que acontece en ella, o en las vidas de aquellos con quienes nos relacionamos




UCDM nos emplaza a buscar el origen y la fuente de nuestras incomodidades: la decisión que la mente ha tomado de escuchar y actuar mediante el ataque del ego en lugar de buscar y adherirse al perdón del Espíritu Santo

Al elegir el ego, desde nuestra mente se proyecta la culpa resultante sobre un mundo que percibimos fuera de la misma y que inevitablemente está lleno de miedo y de desesperación.

Al elegir la voz del Espíritu Santo, la mente extiende sus pensamientos amorosos envolviendo con su amor a la Filiación entera, en un  mundo que se experimenta sin miedo y resplandeciente de esperanza, donde la paz y la  dicha completa, es lo que permanece en nosotros, independientemente de todo aquello que el mundo nos ofrece y parece ser externo a nosotros; la paz no depende del mundo externo, sino que su realidad se extiende de manera estable en el mundo interno, al cual el curso denomina “el mundo real”.

Es importante tener claro el origen de nuestras dudas, pues solo allí se puede actuar. Jesús no puede ayudarnos directamente a cambiar nuestros pensamientos, pues no puede interponerse entre los mismos y sus resultados, pues, al gozar tus pensamientos de libre albedrío, estaría interfiriendo en la ley básica de causa y efecto si los menospreciase de alguna manera.  La manera en la que Jesús puede ayudarnos, no es resolviendo directamente nuestros problemas externos, ni eliminando los miedos que experimentamos en nuestras vidas diarias, sino que lo hace mostrando la manera de unirnos a Él en el deshacer del origen de nuestro miedo el cual yace en la decisión de la mente de encontrarse separada de la mente de tu Hermano, de Jesús y de Dios.


Deshacer el miedo es tu responsabilidad. Cuando pides que se te libere del miedo, estás implicando que no lo es. En lugar de ello, deberías pedir ayuda para cambiar las condiciones que lo suscitaron. (T-5.IV.4:1-3)


UCDM exhorta a sus estudiantes a evitar la infelicidad, prestando una cuidadosa atención a las decisiones de la mente (en la elección del guía equivocado al que desea seguir) y a corregir la causa que la provoca, a nivel de la mente, mediante el milagro que otorga la visión del mundo real, en lugar de buscar continuamente la ayuda para remediar el efecto en el mundo vivido, lo cual es sin duda un sinsentido

Para ello Jesús, solo nos exige en primer lugar, y antes que nada, darse cuen­ta, de que todo conflicto es siempre una expresión de miedo y quetan solo es necesaria una pequeña dosis de recto pensar, para descubrir por qué se produce. A partir de aquí, solo es necesaria una pizca de buena voluntad  de corregir en la mente la situación, pues el momento en el que uno cree estar dispuesto, implica el deseo de querer lograr algo, de modo que en sí, el propio deseo se convierte en un potencial para que pueda tener lugar un cambio de mentalidad. Después solo es necesario entregar a Jesús nuestros actos. Todo intento de resolver por tu cuenta el error tratando de dominar el miedo es inútil. 

Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar.
(T-5.V.18: 2-6)


Desgraciadamente si las personas tiernen la certeza de que ellos sí entienden lo que deben hacer o decir (cuando en realidad no es así), entonces jamás pueden aprender o a pedir la ayuda del curso creyendo que no hay mas que aprender

Renuncia ahora a ser tu propio maestro…pues te enseñaste muy mal
 (T-12.V8:3, T-28.I.7:1)

Al elegir por medio del amor el milagro, rechazas el miedo aunque sólo sea temporal­mente. La respuesta a nuestras preguntas, dudas e incomodidades siempre esta allí, en nuestra mentalidad correcta, pero sin la pregunta adecuada a nuestro tomador de decisiones correcto, la respuesta del perdón del Espíritu Santo carece de fundamento y resulta totalmente improcedente

LOS DOCE PASOS DEL PERDON: Reconoce el miedo. P. Ferrini



PRIMER PASO

Reconoce el miedo

Comenzamos este viaje juntos reconociendo el miedo, la tristeza, el dolor, la herida, la envidia, la ira, los sentimientos de separación. No tratamos de justificar estos sentimientos, ni tampoco los condenamos. Simplemente nos permitimos a nosotros mismos ser conscientes de que están ahí. El proceso siguiente puede ayudarnos a estar con nuestros sentimientos sin alejarnos de ellos (negarlos) ni exteriorizarlos (proyectarlos).

·Reconocemos el sentimiento.
·No justificamos ni condenamos lo que estamos sintiendo.
·Aceptamos el sentimiento y nos damos permiso para experimentarlo.
·Permitimos que nos hable.
·Honramos el sentimiento y lo consideramos una comunicación interna.
·Nos responsabilizarnos del sentimiento, por ejemplo: «Me siento herido, iracundo, triste, etc».
·Rechazamos la tendencia a responsabilizar a otra persona de lo que sentimos. Nos quedamos con el sentimiento.
·Nos negamos a intelectualizarlo. No es importante saber por qué nos sentimos así.
·Mientras estamos con el sentimiento, tomamos conciencia de que en este momento no estamos siendo muy amorosos, ni hacia nosotros mismos ni hacia los demás.
·Dejamos que este mensaje cale hondo, y nos quedamos con el sentimiento hasta que empiece a cambiar.

Es importante darse cuenta de que cada sentimiento negativo surge de la percepción de una falta de amor. En último término, ese amor debe venir de dentro. Por eso no queremos mirar fuera de nosotros.

No queremos alejarnos del sentimiento, sino entrar plenamente en él. Queremos afrontar el hecho de que queremos amor, y no nos sentimos amados ni amorosos. Queremos estar con ese vacío, con esa aparente carencia.

Estar con ese vacío nos ayuda a situarnos detrás de él. Nos ayuda a entenderlo. Ahí es donde encontramos el amor que pensábamos que nos faltaba.

La fuente del amor no está en la superficie. Está en lo profundo del corazón, tan profundo como nuestro sufrimiento. La Madre Divina se esconde en el pozo negro. Tenemos que entrar en ese pozo para encontrarla. Tenemos que atravesar nuestro miedo, nuestra ira y nuestra vergüenza para sentir su amor incondicional.

Éste es nuestro descenso. Es la primera mitad de nuestro viaje. No podemos abrazar el amor hasta que aprendamos a estar con nuestro miedo y nuestros sentimientos de separación. Tenemos que hacer las paces con nuestras emociones.

Pretender no estar molestos cuando estamos molestos es un sinsentido. Y sin embargo, lo hacemos todo el tiempo.

«No estoy molesto». (Negación).
«Eres tú quien está molesto». (Proyección).

¿Por qué me resulta tan difícil admitir ante mí mismo o ante ti que estoy molesto, que en este momento el miedo me abruma? ¿Creo que soy el único que tiene esta experiencia?

Parece que eso es lo que pienso. Parece que eso es lo que tú piensas. Parece ser que ambos estamos tratando de impresionarnos mutuamente, cuando lo que en realidad necesitamos es un buen abrazo.

Uno de nosotros tiene que tener las agallas de decir: «Vaya, ahora mismo tengo mucho miedo». Y el otro probablemente dirá: «Yo también».

Pero temo que me diga: «Ya te lo dije, estúpido; todo es culpa tuya», y por eso no expreso lo que siento.

De modo que siempre es difícil liberarse mutuamente de la negación. La ilusión se construye a partir de la negación. Es un cimiento establecido sobre arenas movedizas. Empieza por una simple percepción errónea y acaba con otra percepción más compleja.

En cuanto hay un único ataque, todos los demás le siguen, y cada persona justifica su ataque como una defensa. La torre de Babel está hecha de suposiciones basadas en el miedo.

Así que estamos de acuerdo en sentir el miedo, porque es en la negación de nuestro miedo donde echa raíces cualquier ilusión. Todas las desigualdades del mundo surgen de esta negación en nuestras mentes.

Cuando sentimos nuestro miedo y lo reconocemos es cuando experimentamos la igualdad con todos nuestros hermanos y hermanas. Es un momento en el que todos nosotros somos inocentes, todos somos libres de elegir, todos nos damos apoyo mutuo.

Ese momento viene a nosotros continuamente. Entendemos que cada elección es una elección entre el amor y el miedo, pero no podemos empezar a acceder al amor hasta que reconocemos nuestro miedo.

Como verás, a medida que vayas dando los pasos que se proponen en este libro, el equilibrio empezará a cambiar gradualmente del miedo al amor. Y sin embargo, incluso aquí, donde todos debemos comenzar, el amor ya está presente.

En este primer paso retiramos la primera barrera a la presencia del amor. No, esa barrera no es el miedo. Esa barrera es la negación del miedo.

El primer paso del perdón es darnos permiso para tener miedo y para sentir todos nuestros sentimientos. No podemos superar el miedo si tenemos miedo de experimentarlo.

Ése es el momento en que tomamos la cruz y empezamos a caminar colina arriba, como hizo nuestro hermano mayor. Sintiendo el miedo, caminamos a través de él mientras el amor nos llama, una amable promesa en los cielos matinales.