DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

LAS RELACIONES ESPECIALES por Gloria Martinez

 Sobre el autor: Gloria Martinez, oriunda de Venezuela, es
estudiante y articulista sobre Un Curso de
Milagros. Por email glomartinez55@gmail.com

 Cada uno de nosotros en su transitar por la vida adquirimos muchas cosas y entre ellas la forma de interactuar como individuos. Los diferentes roles que ocupamos en el camino existencial, nos van dando pautas de actuación de acuerdo al tipo de relación y del lugar que ocupa o no, en nuestros afectos. A esas relaciones por sus mismas características les damos una significación especial.


¿Que quiere decir especial? De acuerdo al Diccionario: “Singular o particular, que se diferencia de lo común. Muy adecuado para algún efecto”. Cotidianamente lo utilizamos, casi siempre, con una connotación positiva. Para nosotros es algo especial, aquello que se distingue de los demás, que goza de nuestro afecto, y lo cual privilegiamos.

Un Curso de Milagros no lo considera así. La acepción para dicho vocablo es diferente ya que se establece en función de relaciones que son especiales, porque nos atan, o nos supeditan a otros, o comprometen nuestra existencia en un círculo vicioso y aún así queremos mantenerlas dentro del mismo esquemaque tradicionalmente hemos repetido. Mientras más infelices somos, más nos adecuamos a un mundo de confrontaciones, y más nos reafirmamos en “la lucha de los contrarios”

Todas las relaciones especiales contienen elementos de miedo en ellas debido a la culpabilidad. Por eso es por lo que están sujetas a tantos cambios y variaciones.
No se basan exclusivamente en el amor inmutable.
Y allí donde el miedo ha hecho acto de presencia no se puede contar con el amor, pues ha dejado de ser perfecto.
T.15.V.4:1-4
Página 8 Boletín Nº 64 de Milagros en Red - Centro de Estudios De Un Curso de Milagros ®
Pero ¿es esta la realidad? En un mundo tan descarnado, donde los seres humanos no somos dignos de la confianza del “otro”, indudablemente esto es verdad. Y nos hace sufrir, aunque infructuosamente tratemos de ser felices, buscando formas o fórmulas que nos permita sobrevivir en él...


Sentimos que no podemos morar en una sociedad que nos maltrata y donde, desde antes de nacer estamos predestinados para ser infelices.

Pero eso no es así. Nosotros podemos ser infinitamente felices aquí, basta que no los propongamos y decidamos volitivamente el querer lograrlo. Es alinear nuestra voluntad con la de El Padre ya que esa es también nuestra voluntad. Y El lo único que quiere es que Sus hijos sean dichosos. Esa es Su voluntad.

Sé Que Esa Es la Voluntad De Dios. Pero… ¿Cómo Hago Para Hacerla Mía?

¿Cómo hacemos entonces con nuestro entorno? ¿Con los seres más allegados, los que gozan de nuestros más caros afectos y que sin embargo nos inflingen terribles penas por su poca comprensión, falta de amor, y el desapego que constantemente nos demuestran?

Esa es nuestra percepción. No es solamente nuestra pareja, son los hijos, hermanos, amigos, cualesquiera que en un momento dado hayamos distinguido con nuestro amor.

¿Entonces, es que el amor no existe en el mundo? ¿Será que lo que nosotros consideramos amor, al estar establecido dentro de unos parámetros que lo limitan, no existe?

Un Curso de Milagros acota las diferencias de fondo en relación a lo que es el verdadero significado del amor, al definir las relaciones afectivas normales entre nosotros
“como relaciones especiales” y lo que realmente debería ser. Veamos porqué:

No puedes amar solo a algunas partes de la realidad y al mismo tiempo entender el significado del amor.
Si amases de manera distinta de cómo ama Dios, Quien no sabe lo que es el amor especial, ¿cómo ibas a poder entender lo que es el amor?
T-15.V.3: 1-2

El amor en el mundo de las formas, lo hemos establecido sobre bases o patrones selectivos, desde diferentes puntos de vista (o grados) que son determinantes para escoger a quien debemos amar. No todos son dignos o merecedores de nuestro amor, y en ese reducido grupo de los afectos, priva también, aquel o aquello que de alguna manera es compatible con lo que deseamos y proyectamos.

Como lo deseamos lo encontramos, porque lo hemos proyectado y por supuesto él (el amor) tiene las características indicadas, condiciones que hemos fijado para retroalimentarnos en nuestra relación especial. Al limitar el amor a una parte de la filiación la culpabilidad se hace presente ya que el solo hecho de adjudicarle a ese amor las características propias del especialismo demuestra en nosotros mismos la “perfidia de creerse especial” que nos separa del otro. De la filiación, de los hermanos, del Hijo de Dios.

La separación sólo es posible en las diferencias que como seres humanos, como cuerpos, hemos creado en nuestras mentes, trasladándolas “al otro” y categorizando en ellas aspectos externos que se oponen a lo que deseamos. Las condiciones preestablecidas en el pasado no llenan las expectativas en la relación del presente. Los juicios cobran sentido y el ataque se traduce en todo tipo de sentimientos contradictorios que se evidencian en nuestro sufrimiento por y ante “el otro”.

El sufrimiento y el sacrificio son los regalos con los que el ego “bendice toda unión. Y aquellos que se unen ante su altar aceptan el sufrimiento y el sacrificio como precio de su unión.
En sus iracundas alianzas, nacidas del miedo a la soledad, aunque dedicadas a la perpetuación de la¡ misma, cada cual busca aliviar su culpabilidad haciendo que el otro se sienta más culpable. Pues cada uno cree que eso mitiga su propia culpabilidad.
El otro parece estar atacándole e hiriéndole, tal vez con minucias, tal vez “inconscientemente”, mas nunca sin dejar de exigir sacrificio.
T- 15.VII.9:1-5

Y en esa fragmentada e “iracunda alianza” consideramos que no somos correspondidos por el objeto de nuestro amor al proyectar en él, la ausencia del nuestro y el miedo como un componente activo se manifiesta en las actitudes.

¿Pero de quién tenemos miedo realmente? De nosotros mismos. De nuestras carencias, tenemos necesidad de algo. Pero creemos que podemos encontrarlo fuera de nosotros por lo tanto la búsqueda se centra en alguien o en algo.

Cuando logramos encontrar, en esa permanente e infatigable búsqueda de la felicidad el objeto de nuestros anhelos, por un tiempo nos consideramos plenos. Dependerá de la relación y del intercambio negociado el tiempo de duración de la misma.

Diera la impresión que la escasez desapareció. Mientras el otro cumpla o llene las expectativas de lo que consideramos necesario a nuestros fines: “Mientras más me complazcas mas te consideraré digno de mis afectos y amor. Yo dependo de ti (aunque no lo crea) y tú dependes de mí (aunque no lo creas).
Página 9 Boletín Nº 64 de Milagros en Red - Centro de Estudios De Un Curso de Milagros ®
Cuando eso deje de ser así comenzaré de nuevo la búsqueda hasta encontrar el verdadero amor”. ¿Es esto amor? En el mundo sí. Pero lo que realmente es, una burda distorsión
del amor, que pareciera ser verdadero, mientras sigamos buscando fuera de nosotros lo que está adentro.

En la búsqueda externa no lo encontraremos, porque simplemente lo que nos falta, la carencia, es de DIOS. El amor inmutable. Y el ego jamás admitirá que lo único que necesitamos es regresar a El Padre para encontrar el amor. JESÚS nos dice:

Cuando te encuentras con alguien recuerda que se trata de un encuentro santo.
Tal como lo consideres a él, así te consideras a ti mismo.
Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo.
Tal como pienses en él, así pensaras de ti mismo.
Nunca te olvides de esto, pues en tus semejantes o bien te encuentras a ti mismo o bien te pierdes a ti mismo.
T-8.III.4:1-5


De Mis Pensamientos Depende Mi Encuentro: O Es Santo o Errado


Una de las enseñanzas fundamentales del Curso está basada en la utilización que podemos hacer de nuestros pensamientos. En la mente recta está el Espíritu Santo y en la mente errada el ego. A través del Espíritu Santo reconocemos en “el otro” a nuestro hermano: el Hijo de Dios del cual nunca nos hemos separado porque la filiación es una.

La visión de Cristo es amor. Por lo tanto cada encuentro es santo, ya que el amor no permite la distorsión y él será para mí, lo que yo soy para Dios. Si me considero perfecto, también él lo es. Si pienso de mí, tal como soy el Hijo de Dios, también pensaré de mi hermano lo mismo. En mi regreso a Dios, me he encontrado a mi mismo, al reencontrarme en mis hermanos a través del perdón.

Si estoy en mi mente errada (ego) mis pensamientos de odio hacia mi, serán proyectados sobre mi hermano. Lo trataré como me trato a mi mismo, flagelándolo en mi culpa, pues en él encuentro temporalmente lo que no encuentro en mí, el substituto del amor y de mi relación con Dios. Todo lo que a él endilgo, a través de la proyección es exactamente de lo que yo adolezco, porque habla mas de mi lo que juzgo en el otro. Al no encontrarme en mis semejantes, sigo siendo el “rehén del ego” estoy perdido a mi mismo ya que mi elección es la pequeñez.

Sin embargo de lo que no te das cuenta cada vez que eliges, es de que tu elección es tu evaluación de ti mismo. Opta por la pequeñez y no tendrás paz, pues habrás juzgado que eres indigno de ella. Y cualquier cosa que ofrezcas como substituto será un regalo de tan poco valor que te dejará insatisfecho.
Es esencial que aceptes el hecho- y que lo aceptes gustosamente- de que ninguna clase de pequeñez podrá jamás satisfacerte.
T-15.III.2:1-4

¿Rehén Del Ego O Anfitrión De Dios?

Anteriormente te pregunté:“¿Qué prefieres ser, rehén del ego o anfitrión de Dios?”
Deja que El Espíritu Santo te haga esa pregunta cada vez que tengas que tomar una decisión.
Pues cada decisión que tomas la contesta, y, por lo tanto, le abre las puertas a la tristeza o a la dicha.
Cuando Dios se dio a Si Mismo a ti en tu creación, te estableció como Su Anfitrión para siempre.
Él no te ha abandonado, ni tú lo has abandonado a Él.
Todos tus intentos de negar Su grandeza y de hacer de Su Hijo un rehén del ego, no pueden empequeñecer a aquel a quien Dios ha unido a Sí Mismo.
Cada decisión que tomas es o bien en favor del Cielo o bien a favor del infierno, y te brinda la conciencia de la alternativa que hayas elegido.
T-15.III.5:1-7

En el estudio diario, constante y vivencial del Curso, es donde comienza en quienes sentimos el llamado a Un Nuevo Despertar, la necesidad que nos induce a comprometernos con Jesús.
A ser capaces de producir milagros en la certeza de lo ofrecido. Pero para ello, “antes, es necesario una purificación(UCDM. Principio7).

Las transformaciones se van produciendo y el milagro se hace evidente: empezamos a cambiar de percepción.

De percepción errada (ego) a percepción recta (Espíritu Santo). En el reconocimiento de nuestras debilidades originadas en la creencia de un ser en el mundo condicionado por pautas de actuación genéticas, familiares, culturales, laborales y de muchos otros tipos más.

Pautas que cotidianamente considerábamos parte de nuestro hacer y del ser (el yo) que de acuerdo a la personalidad, sentimientos, formación y valores expresábamos a través del modelaje aprendido. E indudablemente aún en el ámbito de la espiritualidad siempre el ego estaba presente en nuestra “toma de decisiones”.

Nuestras relaciones eran especiales como nosotros. Y lo que en un tiempo estimábamos “fortalezas” pasan a ser condicionamientos preestablecidos.

En esa interiorización nos damos cuenta del control que el ego ejerce en todas y cada una de nuestras decisiones, las cuales al no concienciar la presencia del mismo en ellas, creemos son tomadas por nosotros mismos.

Pero no es así. “Realmente” las mismas obedecen a la respuesta de un ego “empoderado” dueño y señor de nuestra mente. Por lo tanto, ella la mente es rehén del ego.

Esta toma de conciencia es dolorosa ya que invierte en 365º el marco de referencia adquirido. No porque UCDM nos hable en lenguas, o nos imponga nuevos credos o doctrinas, sino simplemente porque nos hace reprogramar lo ya aprendido.

Porque nos induce a reconsiderar nuestra “vida en el mundo” donde los juicios anteceden a la proyección. Porque nos asegura el Cielo en la convicción de lo que se espera. Porque logramos entender que estamos aquí únicamente para regresar a Dios y se nos ha dado un
Guía, un Maestro, la Voz que habla por Dios: El Espíritu Santo, para asegurarnos el regreso.

Todo el aparataje que durante años hemos construido en el afán de ser o considerarnos especiales, comienza a derrumbarse. Nuestras fortalezas se convierten en debilidades y muchas de esas debilidades pasan a ser fortalezas. Debo perdonar “hasta setenta veces siete” (Mt: 18:21-22) aún cuando el individuo que me “hiere”, siempre pensé que no merecía mi perdón. Debo “poner la otra mejilla” cuando algo o alguien (creo) que está abusando de mi.
Debo mirar en “el otro” al hermano. Ya no es solamente a los míos a los que debo amar, sino también a los que siempre consideré ajenos a mí, aunque Jesucristo, nos lo había dejado como un Segundo Mandamiento “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt.22:39)

El sacrificio, invocado y reinterpretado en la crucifixión, (T.6.I.2) ya no es algo digno de emularse, porque Nuestro Padre solamente quiere para Sus Hijos la felicidad. El Amor de Dios, El Paraíso o el Cielo, ya no puede considerarse como un privilegio “para los buenos” porque Dios no diferencia, ni establece ningún tipo de reglas o leyes que no sean las del Amor y siempre son las mismas absolutamente para todos: “buenos y malos”.

El “pecado” no existe, porque su existencia depende de la mente que lo cobija y desaparece en el momento de su entrega al Espíritu Santo, quien al verlo convertido en error, lo des-hace, lo transforma, y somos libres. No hay deudas. El infierno dejó de existir y el Segundo Advenimiento se hace presente en el cambio de percepción: de errada a santa.

Y es allí, en ese cambio de percepción cuando recuperamos el Ser que somos. Cuando la verdad deja de ser la desdibujada parodia considerada en el mundo como relativa, se presenta ante nosotros, radiante, eterna y absoluta, en la infinitud inmutable por los siglos de los siglos.
En el reconocimiento del “otro”, me reconozco yo, porque “yo soy el otro”. Ninguno, ni el peor de los pecadores o el más santo es especial para El Padre. Porque todos somos Uno y en El nos completamos. Por lo tanto dejamos de ser “el rehén del ego”, para ser “el anfitrión de Dios”·

¿Puede Ayudarme El Espíritu Santo para Que Mis Relaciones Sean Santas?

Si deseas que cualquier relación deje de ser especial, para ser santa, haz lo siguiente: Ponla bajo el cuidado del Espíritu Santo y ella (la relación) dejará de ser una fuente de dolor, para convertirse en una fuente de amor. Siempre y cuando estés dispuesto a ofrecérsela a El, para que no apoye otra necesidad que la Suya. (el regreso a Dios a través del perdón)

No temas, por lo tanto, abandonar tus imaginadas necesidades, las cuales no harían sino destruir la relación. De lo único que tienes necesidad es de El.
T-15.V.5:6-7

¿En cuánto tiempo lograré “ese instante santo” que me permitirá transformar la relación?

Empieza a usar el tiempo tal como lo hace el Espíritu Santo: como un instrumento de enseñanza para alcanzar paz y felicidad. Elige este preciso instante, ahora mismo y piensa en él como si fuese todo el tiempo que existe. En él nada del pasado te puede afectar, y es en él donde te encuentras completamente absuelto, completamente libre y sin condenación alguna.
Desde este instante santo donde tu santidad nace de nuevo, seguirás adelante en el tiempo libre de todo temor y sin experimentar ninguna sensación de cambio con el paso del tiempo.
T-15.I.9:4-7

Él solamente está esperando el que asumamos la transformación de cualquier instante en santo, ya que “es este mismo instante y cada instante”
.
La decisión de que así sea solamente está en nosotros al entregar y estar dispuesto “a dejar que la salvación se lleve a cabo de acuerdo con el plan de Dios…”

Jesús nos pide que nos unamos a Él “para que juntos podamos liberar a todos aquellos que prefieren permanecer cautivos y proclamar que El Hijo de Dios es Su anfitrión”.

El Instante Santo es el recurso de aprendizaje más útil de que dispone el Espíritu Santo para enseñarte el significado del amor.

Pues su propósito es la suspensión total de todo juicio. Los juicios se basan siempre en el pasado, pues tus experiencias pasadas constituyen su base.
T-15.V.1:1-3

El Espíritu Santo sabe que nadie es especial. Mas Él percibe también que has entablado relaciones especiales, que Él desea purificar y no dejar que destruyas.
Por muy profana que sea la razón por la que las entablaste, Él puede transformarlas en santidad al eliminar de ellas tanto miedo como le permitas.
T-5.V.5:1-3

Dios te bendice hermano y yo también.

Gloria Martinez, oriunda de Venezuela, es
estudiante y articulista sobre Un Curso de
Milagros. Por email glomartinez55@gmail.com

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