Todo el día y toda la noche, nuestra mente está en
continua agitación. Infinidad de pensamientos se entrecruzan en ella.
Se ha calculado que la mente humana produce alrededor de 60,000 pensamientos
diarios de los cuales la mayor parte son negativos. Pero de todos ellos, solo unos pocos son
capaces de estimular un sentimiento.
Este pensamiento que ha encendido una respuesta
emocional, queda grabado en nuestro subconsciente, de forma que al igual que un
reflejo condicionado, es capaz de producir un reflejo en forma de sentimiento,
igual al que inicialmente fue grabado, sobre todo en aquellos pensamientos que tienen una
carga emocional grande y un sentimiento de convicción (creencia)...
Esas creencias han determinado parte de lo que crees ser. Has
escuchado opiniones sobre ti que has asumido como propias, has leído en la
prensa y en los anuncios, ideas, por lo general negativas, que no has sometido al discernimiento y que han quedado
grabadas en lo más profundo de tu ser, condicionando una respuesta automática, una emoción, un reflejo fuera de la razón
que afecta a todos los aspectos de tu vida, tu alma, tu cuerpo y tu mente.
Pero eres libre de poder elegir, Tienes el libre
albedrío para escoger, aceptar o rechazar cualquier idea que llegue a ti,
evitando una respuesta del subconsciente en la mayor parte de los casos incómoda.
Esto se traduce en que tu actitud negativa o positiva ante cualquier
acontecimiento es capaz de determinar los efectos para ti: Puedes elegir pensar
que tienes una vida miserable o una vida feliz; pero aquello que elijas
voluntariamente se depositará en tu mente inconsciente y desde allí se
manifestará en el mundo físico.
Eres libre de elegir. Mas debes conocer la ley que
rige toda visión y no dejar que tu mente se olvide de ella: contemplarás
aquello que sientas en tu interior.
(LE pI-189.4:2)
Pero afortunadamente es importante saber que todo
aquello que todas estas ideas depositadas en nuestro subconsciente se pueden
remover, crear nuevos pensamientos, aceptar nuevas ideas y diseñar un porvenir
mucho más conveniente y favorable para nuestros intereses
Sabes que eres perfecto, siempre lo has sido. No puedes
enfermar, envejecer y morir. No puedes sufrir, padecer ni tener miedo, esa es
la Verdad, pues como ya sabes, eres tal y como Dios te creo.
Si sigues siendo tal como Dios te creó, las
apariencias no pueden reemplazar a la verdad, la salud no puede trocarse en
enfermedad, la muerte no puede suplantar a la vida ni el miedo al amor. (LE pI-210.3:1)
No es que seas Dios, al igual que una gota de agua de
mar no es el mar. Pero esa gota contiene en sí, a nivel mínimo, todo lo que el
mar es; y no puede hablarse de la plenitud del mar, sin esa gota que le
completa. Por tanto eres creador a su imagen y semejanza
Todo lo que parece suceder en el mundo en el que
vivimos, parece acontecer a nuestro pesar, fruto de la casualidad o del destino. Siempre
buscamos la responsabilidad del problema más allá de nosotros mismos, perdiendo
la oportunidad de producir ese cambio en nuestras vidas.
Afortunadamente el mundo que vemos, no existe, sino que es fruto de nuestra creación demente. Fabricamos el mundo
que vemos, según nuestros deseos o necesidades. Elegimos lo que ha de suceder, y cuando sucede nos convencemos a
nosotros mismos de que lo que nuestros sentidos eran capaces de captar es
verdad.
Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo pedido. Aun en este
mundo, soy yo el que rige mi destino. Lo que sucede es lo que deseo. Lo que no
ocurre es lo que no deseo que suceda.
(LE pII-253.1:1-4)
En realidad eres tú quien ha causado todo esto y por
lo tanto solo tú tienes la opción de poder cambiarlo
Soy responsable de lo que veo.
Elijo
los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí.
(L-24.2.2:3-5)
Como seres creadores, podemos ir cultivando nuevas
ideas positivas en nuestra mente inconsciente, pero primero, debemos limpiar todo lo negativo que ya está
allí. No es posible mantener ideas contrapuestas en el mismo lugar.
Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. Cuando se presenten, simplemente los
observaremos con calma y luego los descartaremos.
(LE
pII-254.2:1-2)
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