Esquema básico de los programas en los que encaja toda enfermedad
«Lo que parece ser percepción, según tú un
evento concreto y objetivo, es, en realidad, la materialización de tus
propias emociones internas, energía y ambiente mental.» (El material de Seth)
«Yo no soy poeta, pero, como dice
Ruburt en uno de sus poemas, pensad en vuestro cerebro como una tela de
araña que formáis alrededor del ser interno. Esta red os ayuda a
desenvolveros en el mundo del espacio y del tiempo, y es tan tenue,
precaria y delicada como una tela de araña, y está en un equilibrio
igual de precario. Vosotros la formáis y luego percibís el mundo, pero
vuestro punto de vista es muy reducido y el jardín que percibís muy
privado. No obstante, tenéis una capacidad de percepción mucho mayor.
Quiero que comprendáis la naturaleza de vuestro ser interno o alma, pues
él es un punto focal de realidad del cual brotan otras realidades, y no
está prisionero en el reducido encierro de los días, las semanas, los
meses o incluso los siglos.» (Habla Seth II)
Haber encontrado el increíble descubrimiento de Hamer sobre la
enfermedad —ocurrido en los años 1980—es algo que quizá a mucha gente le
haya terminado de dirigir hacia “lo espiritual”. Quizá es esto lo que a
mí en parte me pasó —por simplificar mucho esta última parte del
transcurrir reciente en “la vida”.
Antes de seguir con Hamer y de seguir explicando a cuento de qué
viene esto de hablar de forma tan “hortera” sobre “lo espiritual”…
hablemos del objetivo principal de este comentario en esta entrada de
blog que creo que estás leyendo
Objetivo de este texto
Hay una parte del cap. 2 de ‘Un curso de milagros’ (UCDM) que dice que es un error pensar que el cuerpo pueda crear.
En este comentario que haremos abajo, quisiera ilustrar las frases
donde se dicen tales cosas (sección IV), intentando enmarcar en ellas
ejemplos concretos sacados del descubrimiento de Hamer, con sus
sencillos conceptos.
Esto es realmente simple de hacer y de decir, pero requiere tener
estas cosas simples muy claras (más claras aún de lo que veréis aquí) y
por eso esto va a ser largo (aparte de que lo será porque soy bastante
pesado).
Hamer descubre muy detalladamente que toda enfermedad está
relacionada con conflictos concretos en el nivel mental, es decir, en el
nivel de las interpretaciones de lo que parece pasarnos en el otro gran nivel, el no-mental, el de los cuerpos —incluyendo aquí obviamente el comportamiento, etc.
Y para cumplir con el objetivo que nos importa aquí en el artículo y
en general en el blog y en la vida (que es el entender y el poder
aplicar el resto de la vida este texto de UCDM con sus simples ideas,
intentando perdonar todo y “disimular” todo lo máximo posible (¡qué
simple era la verdad!))… para cumplir con ese objetivo… veremos pues a
grandes rasgos que solo hay dos niveles (mente y cuerpo), tal y como
expresa UCDM —en UCDM no se habla de otro nivel más que de esos dos.
Solo ocurre algo de relevancia “para el espíritu” (es decir, para
nuestra realidad inmortal) cuando el nivel mental, es decir, la mente…
esa mente que aquí en cuanto poder real nuestro, en el universo-sueño,
queda reducida a básicamente ser capacidad de decisión… cuando ese nivel de la mente se da cuenta de que puede elegir precisamente espíritu… es decir, nuestra realidad inmortal, la verdadera.
Con tal “elegir verdad”, aquí, en nuestra realidad falsa (“la
tierra”), se reflejará de alguna manera precisamente tal realidad
inmortal (por ejemplo con sentimientos de paz… y a veces con curaciones
físicas… o con una fuerte inspiración en vuestros trabajos o
quehaceres…, etc.).
Normalmente, para nuestra realidad inmortal —esa que nos pide
dulcemente desde nuestro interior que volvamos a despertar a ella…—…
para ella no son relevantes los otros dos “campos” que niegan muy
directamente lo único positivo que existe (el “amor perfecto” de nuestra
realidad inmortal):
— uno es el campo de nuestra “mente usual”, que está dormida
eligiendo constantemente “individualidad”, eligiendo constantemente
“ego”, es decir, todo aquello que hace una mente que por defecto siempre
ya se ha decidido a creer en el ego, a creerse ego… una vez que “baja” al universo. Tal ego incluye y es
básicamente una interpretación seria de la idea de la “separación” con
respecto a nuestra Fuente. Esta interpretación seria de una idea loca es
todo un sistema de pensamiento (el ego), y está implementada ahí
delante, en cuerpos, en el cegador mundo de la forma…
— por tanto, el segundo “campo” es el relativo al nivel corporal… al
del cuerpo y su comportamiento. El propósito del cuerpo —visto desde el
ego— es el de servir para implementar tal interpretación seria de una idea loca: la idea de la separación; y por eso, por ver este espectáculo en el que creemos “vivir”… creemos
que existen cosas como la muerte y la destrucción… la degradación o el
sufrimiento… la carencia, etc.… aunque solo sean nuestra creencia
(apoyada por lo que parece ser todo un universo, pero esto es lo de
menos “para el espíritu”).
Así, estos dos campos en realidad si parecen “existir” es solo para
posibilitar el despertar. Para nuestra realidad inmortal literalmente no
existen; pero en el nivel de nuestra práctica obviamente creemos que
existen y debemos hacer algo con ellos (entregando la percepción);
nuestro trabajo es pues el de despegue, trabajando precisamente la
metafísica simple que nos indica que, en el nivel real, en el de nuestra
realidad inmortal, estos campos “no existen”.
Por supuesto que una vez que creemos estar aquí “encerrados”, y que
nos vemos así reducidos… ese nivel del cuerpo es imposible negarlo (como
dirá parte de la sección que citaremos abajo)… y será además el único
medio a nuestra disposición para poder despertar; es pues un medio de
aprendizaje a la hora de despertar a nuestra verdadera realidad y para
que pueda darse —en cantidad o en buenas condiciones— el único trabajo
de la mente que nuestra realidad inmortal sí que espera que “terminemos”
completamente algún día… siendo este el único trabajo que sí que sería
relevante para nuestra verdadera realidad como espíritu (el trabajo que
podemos simplemente entender como “perdonar toda percepción”
entregándosela al canal que en nuestra mente nos reúne más o menos
disimuladamente con nuestra Fuente… pues realmente nosotros no
estaríamos “aquí”, en el mundo de la percepción).
Esta es una de las citas de UCDM que abajo comentaremos, y que
imagino que, para alguna gente que lea el Curso, puede aún
estar resultando especialmente intrigante o quizá hasta desagradable
(para mí lo es aún, aunque intentaré empezar a especificar qué es lo que
estaría diciendo, quizá (y si alguien tiene más ideas son muy bien
recibidas si puede comentar algo).
«Este error [el de que el cuerpo puede crear]
puede manifestarse de dos formas: se puede creer que la mente
puede crear falsamente en el cuerpo, o que el cuerpo puede crear
falsamente en la mente.»
A vueltas con “lo espiritual” y con Hamer
Esto, “lo espiritual”, lo podríamos caracterizar como “más abarcador”, o más simple, que la visión “egoica” que tenemos y somos todos por defecto. Dicha visión egoica nos da paso a poder siquiera “existir” en este universo, o, digamos, a poder soñar este sueño de existencia
en cuerpos materiales (hay una caracterización rápida de qué
significaría en último término “lo espiritual” en el principio del
artículo «Cómo anclar…»)
¿Qué descubre Ryke Geerd Hamer? Descubre de una forma muy detallada
que hay algo que diríamos que está como “por encima” de las
enfermedades… algo que las subsume a todas… un esquema en el que todas
encajan: programas, de dos fases (“bifásicos”), que albergan a todas
las enfermedades (una de las fases del programa es de “estrés”,
“activa”… y la segunda es de “recuperación” o más “pasiva”… y todo ello
salpicado a veces con posibles crisis intermedias… y con posible
confluencia de varios programas, etc.).
Antes de nada aclaremos muy bien que lo descubierto no quiere decir algo así como que…: ¡ale! ¡ya está todo curado!
En absoluto vamos por ahí.
Primero, no se trata de “curar” sin más. Curar no depende de nuestro
antojo; no depende solo de nuestra voluntad en tanto que quizá seamos
gente que querría ser más o menos “experta” en algún campo relativo a la
“curación”. No es por cierto nuestra pretensión, obviamente, ser
expertos en este asunto de la medicina o en el de Hamer… o en el de
ninguna de las prácticas terapéuticas alternativas en ninguna de sus
facetas… e incluso tampoco en el caso de UCDM, donde siquiera queremos
entenderlo y quizá poder “ilustrarlo” y aplicarlo cada vez más en
nuestra percepción… y hasta el final —y por ahora nada más.
La única pretensión es pues comprender un poco más en general este
asunto de la enfermedad (algo que en realidad es en último término
“incomprensible”… pues simplemente es un asunto que llegará un día que
nuestra “capa de conciencia” lo dejará atrás, como cualquier otra
pesadilla). La pretensión es pues la de apoyar y reforzar la comprensión
de algunas ideas muy simples (pues la verdad es muy simple) en torno a
la mente y la enfermedad… ya que, como quizá sabéis, todos somos mucho
más responsables de nuestras enfermedades (así como del universo en
general)… mucho más responsables de lo que quizá quisiéramos haber
creído durante toda la vida —y decimos “responsables”, no “culpables”
(pues el sentimiento de culpa, ese auto-ataque, es solo nuestro invento,
y tiene “curación” si entregamos la mente a la verdad).
Entonces, con todo esto veremos lo simple que va a ser la verdad… y,
por tanto, sentiremos inmediatamente las implicaciones que esto tiene en
cómo pensamos sobre nuestro mundo… y, por tanto, en cómo pensamos que
podríamos “actuar” en “nuestra civilización”. Esta civilización, en este
sueño de universo, seguramente vea pasar algunos cientos de años antes
de que se generalice un salto real hacia la interiorización de lo que
podría ser un “nuevo paradigma” — el que trascendiera al “moderno”—, con
una comprensión más realista sobre la enfermedad y sobre el lugar de
“la conciencia” (y la inconsciencia) en el universo y en el cuerpo; el
lugar de la conciencia o la mente en general no es nada irrelevante en
el universo, pues, como hemos dicho, en último término, hay indicios que
mostrarían que el universo sería nuestro propio sueño, y según UCDM el
universo empezó precisamente con una muy atemorizada “necesidad” de la
mente: la de “la conciencia de la separación”, que pasó inmediatamente a
crear un nivel de cuerpos para esconder que hubo un momento en que todo
era solamente una idea malinterpretada (y sigue siendo solo tal idea
malinterpretada de forma aterrorizada… pero una vez estamos metidos en
el cegador mundo de la forma nos parece más difícil verlo simplemente
así: todo surge de una idea loca interpretada demasiado seriamente: la
separación).
Así, con esto vamos hacia una comprensión simple de qué es lo que nos
traemos entre manos ya no solo en nuestros cuerpos, sino en el
universo, pues vamos a ver el obvio enlace que en cierta manera existe
entre:
— el descubrimiento de Hamer,
— y el fundamental no-dualismo puro que parece ser el núcleo de las corrientes espirituales más importantes.
La invitación a dicho simple “no-dualismo puro”, en tanto que es un
sentir que nos saca felizmente de este sueño (“despertar”)… en tanto que
es un cierto trabajo espiritual… la tenemos tanto en:
— ‘Un curso de milagros’ (UCDM) —como quizá sabéis—
— así como al parecer la tenemos también “desde siempre” en por
ejemplo ciertas interpretaciones fundamentales de la sabiduría
tradicional de la India (p.ej. el Bhagavad Gita interpretado por Shankara).
Así pues, lo descubierto por Hamer es un puente ya indestructible y
con cinco carriles de ida y cinco de vuelta entre “lo espiritual” y “la
ciencia moderna”; y además, para colmo, este puente atraviesa el río que
más nos duele, dejándolo atrás pero contemplándolo muy despacio. Este
río es……: el mismísimo cuerpo… es decir, nada más y nada menos que el héroe de este sueño… el
cuerpo para el cual está todo configurado… configurado para su gloria o
su desprecio calculado… para su protección o su aprecio… y para algo
que quizá quisiera ser una infinita y espectacular “distracción de los
cinco sentidos”.
Seguramente sea debido a la existencia de tal puente que, lo que aquí
tratamos, nos resulta algo disonante (y por ello Hamer fue algo
reprimido en sus inicios). Este descubrimiento básicamente disuena en
una civilización que, de todas maneras, en sus aspectos “alternativos”,
vemos que da pasos cada vez más grandes hacia la apertura mental a un
cierto “nuevo paradigma” —aunque quizá diríamos que solo parecen ser por
ahora “pasos” reprimidos.
En fin, la verdad solo puede caer por su propio peso, pues la verdad
no lucha, el bien no lucha, el amor no lucha…: la verdad simplemente ilumina lo que no era más que oscuridad.
Así pues, el descubrimiento de Hamer contextualiza las enfermedades en términos que se acercan a la simple metafísica del Curso de milagros,
una metafísica que creemos verdadera, pues, en definitiva, todo estaría
en la mente —cuestión esta en la que a grandes rasgos también han
terminado coincidiendo, como sabréis, las visiones de muchos “físicos”
(a cuento de la famosa “cuántica” (sorprendentemente se dice que el
propio Einstein tenía dichos en tal sentido, sobre la importancia de la conciencia como soñadora de este universo).
Y por cierto, esta “metafísica” —sin la cual al final vemos que no
podremos entender nada en este mundo— la hemos contado por aquí
infinidad de veces, y se empezaría a resumir parcialmente tal y como ya
dijimos: “el universo es nuestro propio sueño”.
Pero, y esto es muy importante…: el hecho de hablar y entender un
poco el concreto descubrimiento de Hamer sobre el carácter mental y proyectivo-programado
de la enfermedad… seguramente nos ayude a algunos a hacer una
transición hacia la simplicidad metafísica que “explica” el auténtico
disparate que en último término sería este universo.
Así pues, todas las llamadas “enfermedades” terminan encajando en una
u otra de las fases de aquellos programas (o en las crisis intermedias,
pero siempre dependiendo de este esquema bifásico). Tales programas son
activados por el mismo sujeto que vive un determinado conflicto en ciertas condiciones. Se activan digamos que inconscientemente… pero lo hace el propio “individuo”.
De ahí que, en último término —como ya se “sabe” por ejemplo en el
mundo de las terapias “transpersonales”— quien se cura es siempre el
propio paciente “a sí mismo” (es decir, en un lenguaje digamos
“transpersonal”…: se cura conectando con su “sí mismo”, con su “Ser” con
mayúsculas… siendo para ello normalmente ayudado (inconscientemente)
por esa misma conexión pero ahora “realizada” en otra mente (la del
“sanador”); el sanador quizá esté algo más acostumbrado, o bien quizá
tiene mucho menos miedo que el “paciente”… en ese “momento de sanación”…
y a la hora de poder “conectar con ese Ser que es el único ser
verdaderamente compartido”. Así que entonces, todo ese variado conjunto
de “muletas de ayuda” (“magia”) que el paciente pueda aceptar “para
curarse”… tal conjunto “es otro cantar”…, y es por ejemplo el de la:
— medicina oficial con sus pastillas, radiaciones, etc.,
— o la medicina alternativa con lo que sea…, etc.
Todas esas muletas sobre las que nos apoyamos para “curarnos” son meramente “magia”… pues la causa es mental.
Pero diciendo esto no estamos condenando a las muletas-para-curar…, a
las pastillas, radiaciones, masajes, imposiciones de manos…, etc.;
simplemente ocurre que en general todo eso es magia y que toda magia es
sencillamente algo que transitoriamente puede resultar necesario para
que nuestras mentes asustadas acepten su propia curación.
Nuestras mentes se han hecho ya mucho daño a sí mismas durante la vida…
y se lo hacen constantemente; por tanto, están normalmente muy
asustadas (y ello aunque solo sea por el hecho de creer que el universo
es real).
Así, la magia es una muleta necesaria, pero lo es solo en tanto que nos ayuda a evitar por ejemplo ese miedo que de golpe nos podría dar al comprobar que siempre todo nos lo hemos hecho nosotros a nosotros mismos; si
sanáramos muy de golpe, por ejemplo, podría desatarse quizá alguna
enfermedad aparentemente peor que la anterior… ya que puede ser muy
grande ese miedo que nos podría dar constatar algo que nos “demostrara”,
más o menos indirectamente, que todo esto simplemente era nuestro
sueño… el sueño de una sola mente auto-engañada en la fragmentación
demente del universo de la materia.
Esto que acabamos de decir tiene que ver con lo explicado en UCDM al final de la cita que pondremos abajo.
Y bien, todo es tan sencillo como esto, como el siguiente
“razonamiento” aparentemente “circular”: la causa última de las
enfermedades —por lo que interpretamos fácilmente al conocer el
descubrimiento de Hamer— está en los conflictos que vive la mente (que
siempre estaría, por cierto, algo intrincada o “constelada” con
“mentes cercanas”: familia, etc.), y que terminan desatando estos
programas, alimentados por la mente de forma inconsciente. Es decir, “la
causa es la mente” (cosa que matizaremos a la vez que ampliaremos o
simplificaremos ahora aquí abajo, comentando UCDM). Pero el asunto es
circular, redundante, porque normalmente no tenemos la mente preparada
para aceptar la verdad directamente, ya que si la tuviéramos… no
hubiéramos enfermado —o “creído enfermar”.
Lo normal es que podamos abrirnos solo progresivamente a aceptar que la enfermedad tiene principalmente una realidad mental, así como la tiene en último término el universo, que sería una especie de enfermedad de la mente: la enfermedad de la separación (una
separación interpretada a la tremenda que dio pie por tanto a una
creencia-miedo… y a la necesidad de proyectar tal miedo-creencia… en la
proyección que es este universo). De la enfermedad que es
el universo podemos salir en cuanto nos pese demasiado… y en cuanto así
lo elijamos de corazón… pues es gratis hacerlo y se hace en vida,
“iluminándose”, y no muriendo, pues la muerte no nos “libra” de nada.
Entonces sí podemos abrirnos a querer que
esta sea nuestra verdad, a comprobarla y trabajarla (es a lo que nos
anima el “trabajo espiritual”)… a tener el deseo de la verdad; pero esto
no quiere decir que podamos cambiar rápidamente nuestra mente
inconsciente que proyecta enfermedad… y de entrada porque por ejemplo,
los cuerpos muy en general podríamos decir que son proyectados
“consensuadamente” con todas las demás mentes aparentemente separadas en
este universo.
Comentario de la sección IV del capítulo 2 de Un Curso de milagros: «La curación en tanto que liberación del miedo» («Healing as Release from Fear»).
Para empezar, aclarar por qué puse el título original en inglés: los
traductores del título de esta fantástica sección de UCDM creo que no
han querido traducir ese “as” con el que supongo que se quiere decir “La
curación en tanto que liberación del miedo”… y no simplemente: “la curación y
la liberación del miedo”, que es como se ha titulado esta sección en la
por otra parte muy bonita traducción oficial al castellano:
«IV. La curación y la liberación del miedo
» Vamos a hacer ahora hincapié en la curación. El milagro es el medio, la Expiación el principio y la curación el resultado.»
Aclaremos antes de nada algo sobre el vocabulario; UCDM sirve para
perdonarlo todo, incluyendo las palabras tradicionales de “la teología”,
esas que fueron usadas más bien para “lucirse”… o a veces para ayudar a
que las mentes se auto-machacaran más y más con la culpa… fueron usadas
tales palabras para todo eso… antes que para facilitar el perdón
generalizado… para poder perdonarse simplemente a sí mismo… facilitando
la propia “iluminación”.
Así, con la “lectura inocente” de este libro malsonante (UCDM)
perdonaremos nuestra propia percepción de dichas palabras, que son, ya
digo, para mucha gente, tan malsonantes: “Expiación”, “Dios”, etc. Esas
palabras muy a menudo no se usaron para invitar al amor y al perdón… o a
una experiencia liberadora de iluminación… sino más bien se usaron para
permitir que las mentes se siguieran enfermando encauzándose ellas
mismas hacia los abismos sin sentido de la culpa de siempre.
La “Expiación” es el proceso de liberarse del miedo, miedo que es de
cabo a rabo una construcción mental… un invento de nuestras propias
mentes… unas mentes que están todo el rato “trabajando”, “fabricando”,
como veremos explicitado en este cap. 2.
Sigue:
«Hablar de “una curación milagrosa” es
combinar impropiamente dos órdenes de realidad diferentes. Una curación
no es un milagro.»
El milagro es un cambio de percepción a nivel de la mente que se da
al entregar la percepción a cierta “luz”… una luz con la que aprendemos a
volver a relacionarnos, descubriendo que nunca la perdimos.
Es a esto a lo único que nos tenemos que prestar, y es muy muy poco…
se requiere muy poco de nosotros. El milagro es pues un leve deseo —pero
trabajado constantemente, por lo cual el trabajo se hace duro…—, es el
deseo de entregar nuestra percepción para que aquello que sabe
mirar las cosas con nosotros, pero de otra forma —desde la Inocencia—
cumpla a nivel mental con su papel de “deshacer el miedo” (un trabajo
que no podemos comprender, sino solo “dejar hacer” a través nuestro).
Esto se parece mucho, por cierto —o bien es exactamente igual— a lo
que se trata de hacer en la simple y también ahora al parecer “célebre”
técnica de proceso mental de perdón llamada “ho’oponopono”, técnica que
diríamos entonces que está algo así como bien fundamentada —o quizá algo
“ampliada”— con todos estos razonamientos de UCDM (básicamente
ho’oponopono también trata de simplemente entregar toda percepción a
nuestra luz o nuestro “Niño interior”… no permitiendo así más
percepciones desagradables o interpretaciones equivocadas que causen
sufrimiento; no permitiendo pues más “juicios”, no más opiniones de
ningún tipo: esto es feo, malo… o bueno en sí… etc.).
Entonces, para sanar, realmente esto es lo que se hace, y se hace más
o menos conscientemente. Y luego ya se darán o no las curaciones
físicas, “visibles”, en el mismo momento… o bien en algún momento
cercano a aquel en que pudimos “elegir milagro”. Los “resultados”
dependerán del “plan” relativo al deshacimiento de ese miedo que es este
sueño global del universo.
Las curaciones no dependerían por tanto de los medios mágicos
(pastillas, etc.) aceptados por el paciente, sino de la cantidad de
miedo que dicha aceptación (y otros elementos) haya podido o no
contrarrestar en la relación terapéutica y en la relación del paciente
consigo mismo.
Como dijimos, esta evaluación en este trabajo —acerca del
deshacimiento del miedo— no la realizamos “nosotros” (no la realizamos
con los egos que quisieran curar muy rápido… o curar esto así y lo otro
asá… etc.). Tal evaluación la realiza esa otra “entidad” a la que
estamos conectados a nivel mental… esa otra entidad que es “lo otro que
podemos elegir y que no es ego”. Tal entidad sabe que estamos soñando y
que hay algún tipo de “solución” a todo esto en cuanto accedemos
“elegir” dicha solución… que solo de entrada a nivel mental.
Dicha entidad sabe por tanto en general “sanar” la mente que sueña este sueño; se trata del llamado:
— “campo” o “spirit mind” en la terapia de constelaciones familiares…
— o bien puede ser “visualizada” o ser llamada “maestro/s
interior/es”… que a veces te acompañan por los acontecimientos de tu
vida o de otras vidas en por ejemplo una “terapia regresiva”…
— o a veces tenemos contacto con ella, sin ponerle nombre… en
meramente nuestros sueños nocturnos… o bien en la meditación… o bien en
el simple día a día de unas vidas que sienten cada vez más “perdón” y
“amor”… etc.… ya que simplemente en general se trata del también
llamado…:
— “Espíritu Santo” en el vocabulario de UCDM… texto de que dijimos
que nos sirve también para “perdonar” las palabras de la tradición
teológico-religiosa (santo es simplemente “libre de culpa”, y la culpa es simplemente auto-ataque; y en realidad ningún ataque está justificado).
Como veremos, el nivel mental es el único nivel donde se puede
empezar a sanar algo; por ejemplo, digámoslo rápidamente: una persona,
donde antes veía algo que le daba miedo, verá algo que solo es falta de amor,
luego por tanto verá algo afirmando implícitamente al amor (y no
sentirá miedo, pues su percepción estará siendo canalizada precisamente
hacia la limpieza de ese miedo… de ese miedo que es lo que dio lugar a
este universo en el que la muerte y la destrucción se hicieron aparentemente posibles).
Esto —que se vuelve a poder percibir— puede ser un “feo síntoma”, por
ejemplo…, pero uno que de repente se puede mirar con otros ojos u otra
percepción… y todo gracias a la ayuda —a menudo inconsciente— de otras
mentes… e independientemente de la posible curación de los síntomas
físicos que se pueda dar o no a resultas de alcanzar la conexión más o
menos repetida que “pacifica” o sana las mentes… las de por ejemplo dos
personas: un supuesto paciente y un supuesto médico o “sanador”.
Sigue:
«La Expiación -el último milagro- es un remedio, y cualquier clase de curación es su resultado.»
La Expiación es el principio que fundamenta la posibilidad constante
de verificar (primero al menos en una de las mentes que se encuentran en
una relación terapéutica, en mente del sanador…)… verificar… que no
estamos separados de nuestra Fuente.
Es el fundamento de esos “medios” que son los milagros, y por tanto
es el “remedio global”… pues de un tal “principio de Expiación” depende
el “resultado final” de este universo que solo está en nuestra mente…:
el final de que será sanado y dejará de parecer que existe…
pues simplemente fue un error de percepción de nuestra propia mente, una
mente que quiso percibir miedo allá donde solo había Amor (en nuestra
verdadera realidad inmortal).
Así, el uso del remedio de la Expiación repercutirá en los resultados
de curación… pero insistamos: primero a nivel mental, como dijimos, a
nivel de la paz mental, pues solo en la mente se da nuestra reconexión
progresiva con nuestra verdadera realidad como espíritu, y es tal
reconexión lo verdaderamente sanador (y no lo serán siempre, no
necesariamente, los resultados físicos que puedan darse en una de
nuestras aparentes vidas).
La Expiación deshace el miedo, e insistamos: lo que pueda darse a
resultas de eso, los resultados de curación, dependerán más bien del
“plan global”, ese plan que sería algo así como un cierto “anti-plan”,
aunque no sea algo que pueda ni quiera luchar. Se trata pues de un plan
contra “el plan del ego” para la separación, y los resultados de “elegir
milagro” bajo el principio de la Expiación dependerán de las
circunstancias concretas del programa-universo-sueño donde en un momento
dado se está deshaciendo o colapsando una parte del tiempo.
«Es irrelevante a qué clase de error se aplique la Expiación.»
Para los milagros no hay grados de jerarquía en las ilusiones: un
cáncer o un constipado son igual de “graves” en cuanto a nuestras
capacidades “infinitas” de sanar la mente… es decir, de ir sanando ante
todo nuestra mente, esa que quería creer que todo esto que ve es real… y
que utiliza las enfermedades como casos extremos para tal
“comprobación”… para con ello afirmarse en su creencia de que el mundo
es real.
Y luego, insistamos una y otra vez… luego ya se verá qué pasa con
“los síntomas”. Las ilusiones (cuerpos físicos) en general no pueden
estorbarnos en el trabajo de sanación a nivel mental, lo cual no quiere
decir que tengan que desaparecer rápidamente todos los síntomas así como
tampoco quiere decir que ese proceso global de sanación que es el
llamado “Expiación” se vaya a comer literalmente nuestros
cuerpos. Así, los síntomas ni siquiera a veces tienen por qué
desaparecer, pues las mentes pueden estar muy asustadas como para
recibir ya, muy directamente, ya mismo… un resultado físico que nos
“demostraría” rápida y más o menos claramente que “todo esto era nuestro
propio sueño”.
Las ilusiones solo estorbarán el trabajo de sanación si les dejamos; y
les dejamos entre otras cosas por nuestra creencia en la realidad del
sueño… y por nuestra creencia en grados de dificultad dentro del sueño
(grados que facilitan así la diferenciación dentro de un mismo miedo,
que así se hace más real, por estar diferenciado: un cáncer asusta mucho más
que un constipado, y es justo en ese “más” del “mucho más” donde reside
la clave de cómo las ilusiones nos estorban en general a la hora de
sanar nuestra mente que creyó un día poderse separar de la Fuente).
«Toda curación es esencialmente una
liberación del miedo. Para poder llevarla a cabo, tú mismo debes estar
libre de todo miedo. No entiendes lo que es la curación debido a tu
propio miedo.»
Esta última frase nos empieza a “aclarar” sobre cómo es posible que muchas veces tengamos tanto miedo a curarnos.
Somos nosotros los que tenemos que aprender a entregar el miedo que
inventamos (ayudados para ello, a veces, por otras mentes que se
aplicaron más a la reconexión con la Fuente).
La curación es el posible resultado físico de tal entrega… pero la
sanación a nivel mental suponemos que siempre tendrá algún “resultado”
que no se verá, en todas las dimensiones temporales… en donde se da un
trabajo que, insistamos, desconocemos y que no podemos controlar.
La curación es pues el resultado físico posible tras aplicar ese
medio que son los milagros (en nuestra mente) a cualquier síntoma,
problema o cuerpo aparentemente “fuera”, separado… y ello bajo el
principio de la Expiación (el de que no estamos separados, ni entre
nosotros ni de esa Fuente de donde realmente “procedemos” en tanto amor
perfecto).
«Un paso importante en el plan de la
Expiación es deshacer el error en todos los niveles. La enfermedad o
“mentalidad-no-recta” es el resultado de una confusión de niveles, pues
siempre comporta la creencia de que lo que está mal en un nivel puede
afectar adversamente a otro.»
Los niveles son sencillamente dos: mente y cuerpo.
El cuerpo es esencialmente una proyección colosal y compartida —y
colosalmente dormida— de una mente colosal —colosalmente compartida y
dormida en un sueño donde pareció hacerse posible la muerte, la
destrucción.
Pero el nivel espíritu (el que puede ser recordado por la mente una
vez que nos vemos aquí encerrados)… el nivel espíritu no puede ser
afectado por el cuerpo. Así que realmente nuestra esencia más invisible
no se ve en nada afectada por los accidentes o enfermedades de nuestros
cuerpos o los cuerpos cercanos. Somos en un sentido literal inmortales,
aunque claro, no como egos individuales.
La mente, una vez que estamos dormidos… ha quedado reducida… para
cada uno de nosotros… a ser fundamentalmente un mecanismo de decisión
(tal y como dirá textualmente más adelante el Curso).
Y es que resulta que al parecer un día (un momento que se repite en
cada instante ahora… todos los días… cuando elegimos creer que esto es
real dando la razón al ego, que es por lo cual se inventó esta pantalla
que llamamos “mundo”, pantalla entre la verdad de nuestra inmortalidad y
nosotros en tanto que “egos mortales” (indirectos adoradores de la
muerte))… resulta que un día… con nuestra capacidad de decisión global
como mente… pusimos en marcha el sueño… nos dormimos… y soñamos esto que
vemos, soñando así nuestros cuerpos para defendernos del miedo que nos
dio la interpretación de la idea de separarnos al soñar ego en vez de ser espíritu inmortal.
La mente es pues aquello que pone en marcha el sueño, lo que parece habitarlo en sueños. Es el principio activador que puede “hacer” una de dos cosas:
— alimentar este sueño-programa de cuerpos destinados a desaparecer, eligiendo ego…
— o bien elegir milagro, alimentando así progresivamente su despertar a
su realidad verdadera en tanto espíritu…
volviendo así progresivamente a
recordar tal realidad dentro del sueño (con los efectos que tal
recuerdo puede tener en el sueño, en tanto que aquí en la tierra-sueño
despertar supone un cierto colapso del tiempo en todas sus escalas).
Entonces, todos nos hemos decidido por el ego. Ya somos eso, creemos ser eso.
Este “ego” es básicamente un sistema de pensamiento enraizado en el
ataque (ilusorio). ¿Qué es, más en concreto el ego? Dos cosas:
— el ego es de entrada ese sistema de pensamiento, con el cual
estamos identificados a nivel global por el mero hecho de “estar
identificados con ego”, con individualidad, con separación.
— pero también ocurre lo siguiente: para tapar la anterior “primera
identificación” con el sistema de pensamiento… se fabricó (el poder de
nuestra mente apoyando la interpretación del ego fabricó…)… una especie
de segunda capa donde implementar tal sistema de pensamiento “ego” en el
programa de cuerpos separados (que parecen tal “segunda capa”)…
destinados a desaparecer… y que vemos delante de nosotros. Digamos que
esta aparente capa de distracción es la de “identificación secundaria”… y
es una especie de descomunal trampa que se realizó en nuestro sueño de
separación para poder servir al sistema de pensamiento del ego…
aprovechando así para ahondar la identificación de la mente global —que
es este universo— con el sistema de pensamiento del ataque, del miedo
—que es el del ego.
Así, el ego sería también todo este universo que implementa
“mágicamente” tal sistema de pensamiento y un tal ataque… siendo ambos
ilusorios, así como son ilusorios los cuerpos: todo serían meros cebos
en los que caímos y caemos… para que nuestra mente —que antes solo
alimentaba al espíritu y estaba despierta— duerma en este sueño de
individualidad.
Así que esto es así por defecto: todos estamos ya decididos por esto,
es decir, “somos” egos al venir aquí al universo… y, por ello,
todos estamos prácticamente dormidos en este universo, dormidos con respecto a nuestra verdadera naturaleza en la Fuente.
Así, dicho más rápidamente: “somos” mente que alimenta con una
decisión constantemente repetida a cada segundo dos identificaciones, y
para así esconderse de su verdadera naturaleza inmortal como espíritu;
tales identificaciones, lo hemos visto, son:
— una identificación primaria y global de la mente universal (la cual
somos todos y es todo)… con el sistema de pensamiento llamado “ego” (el
sistema de la separación… que en realidad está fundamentado en ataque y
miedo)…
— y una especie de “identificación secundaria” con esos cuerpos del
universo, que están programados simplemente para servir de
implementación de tal sistema de la separación, y de formas muy
diversas, caóticas, variadas.
Enseguida, en el texto, veremos más explicitado el contenido de la
última frase de esta cita (sobre el afectarse mutuamente entre los
niveles cuerpo-mente)… así que esto lo comentaremos quizá más adelante.
Pasamos a la siguiente:
«Nos hemos referido a los milagros como
un medio de corregir la confusión de niveles, ya que todos los errores
tienen que corregirse en el mismo nivel en que se originaron. Sólo la
mente puede errar. El cuerpo sólo puede actuar equivocadamente cuando
está respondiendo a un pensamiento falso.»
En general, “corregir la confusión de niveles” es solo algo mental:
requiere que nuestra mente, en general, paso a paso —aunque en un
trabajo que terminará siendo al final algo global en el despertar del
universo…—… requiere que nuestra mente… esa que empieza a percatarse de
que hay dos niveles (cuerpo y mente)… entienda… desde aquí… es decir,
entienda estando aquí, en este nivel de cuerpos aparentemente “abajo”…
se requiere que nuestra mente entienda —arrastrando así dulcemente este
nivel de cuerpos al reconectar la percepción con la Fuente… reuniéndola
con la Fuente colapsando el tiempo—… se requiere que nuestra mente
entienda que no hay más que una realidad… y que no está aquí. Así,
nuestra mente aprende progresivamente a alinear su voluntad
—ilusoriamente perdida en el ego— con la voluntad de la Fuente (que es
lo único que se aproxima a lo real aquí; y la voluntad de la Fuente se
refleja en el sueño con, obviamente, sentimientos de paz, amor y
perdón…, de todo y de todos… y sobre todo a nivel mental, pues es ahí
donde se nos pide “sanarnos”).
Entonces, todos los errores de percepción que vemos aquí (la percepción es en sí un error de interpretación):
— con la manifestación de cuerpos separados…
— y con ese “doble error” que podríamos decir que consiste en manifestar enfermedades en estos cuerpos…
…todos estos errores… dependen de lo mismo, dependen de un único error o “problema”.
El único error o “problema” es el de creer que todo este jaleo de cuerpos es algo real… es creer que el universo es real.
Si creemos que el universo es lo real, estamos dormidos soñando una
pesadilla (más o menos aterrorizante al estar identificados con cuerpos…
pues todos sabemos que los cuerpos van donde van y parecen ser lo que
parecen ser)… estamos pues soñando la pesadilla de separación, la de
turno… en nuestra vida particular separada… y diciendo que nuestro
propio sueño es lo real (¡masoquismo!); así huimos de nuestra realidad
en tanto seres despiertos en la Fuente de amor perfecto que también y
sobre todo ya éramos, somos y seremos. Creyendo que somos
reales y el universo lo es estamos diciendo a nuestra única realidad, la
inmortal, que ella no tiene la razón. Y podemos seguir haciendo esto
vida tras vida, unas vidas más absurdas que otras… lo podemos seguir
haciendo porque a nosotros no se nos va a simplemente contrariar nuestra
voluntad (que es “sagrada”)… pero aún así todos terminaremos
despertando.
En tal Fuente radica un “poder” que no tiene comparación con los
“poderes” de aquí… y que sería el “poder” que además indirectamente está
sanando este sueño cuando le dejamos… en el despertar progresivo de la
mente cuando alineamos nuestra voluntad con la del Amor… y, en concreto,
como vemos, también a veces en sus manifestaciones más específicas…,
cuando por ejemplo se dan resultados de curación tras haber “elegido
milagro” (haber elegido reconocer nuestra realidad) a nivel mental.
Los milagros elevan nuestra mente digamos que hacia lo
invisible, hacia lo “radicalmente invisible”… como viene a decirse en el
cap. 1 de UCDM… pues tal cosa “radicalmente invisible” no es lo que se
encargó de fabricar este sueño que vemos —y que solo sería nuestro sueño.
Esto puede parecer paradójico —esto de poder “elegir lo invisible”—
pero gracias a ello… a que paradójicamente el universo no se desconectó
de su verdadera Fuente y a que ésta no está aquí en el sueño (Dios no
“creó” el universo)… gracias a ello… es posible deshacer gozosa y
progresivamente este sueño de enfermedad-ataque, miedo y muerte… que nos
inventamos en dualidad de opuestos: con una supuesta “salud-paz”
opuesta a tal enfermedad-ataque… un supuesto “amor” opuesto al miedo… o
una supuesta “vida” opuesta ilusoriamente a la muerte.
«El cuerpo no puede crear y la creencia de
que puede -error básico- da lugar a todos los síntomas físicos. Las
enfermedades físicas implican la creencia en la magia.»
Y la creencia en este universo (universo que es una enfermedad mental… universo que de hecho es esa creencia)… es magia,
pues en general la magia pretende, como dice el Curso más adelante,
reconciliar lo irreconciliable (reconciliar los opuestos: vida con
muerte, etc., cuando en realidad la única Vida real —la inmortal— sería
la de la Fuente que compartimos —pese a que estemos tan dormidos soñando
destrucción).
Así, todo lo que vemos aquí es magia, es decir, todo este universo de
cuerpos solo existe por nuestra creencia en él, por nuestra creencia en
la separación, es decir, en el sistema ego con su caótica
implementación en el universo, ya que nuestra mente, al haber elegido
ego (algo ilusorio), alimenta la ilusión constantemente funcionando bajo
el “principio” caótico de la separación y sus “leyes”.
«La distorsión que dio lugar a la magia se
basa en la creencia de que existe una capacidad creativa en la materia
que la mente no puede controlar.»
Este principio, el de pasar a creer en algo que nos “sobrepasaría”
pero que sin embargo sería nuestro propio sueño es algo fundamental en
UCDM por tener que ver con el problema de la autoría/autoridad… con que
todo problema de autoridad es en realidad uno de autoría —un tema
comentado también muy al principio de UCDM.
UCDM lo comenta más o menos así: imagínate que estás soñando en la
cama por ejemplo un sueño plácido. Es tu mente la que está produciendo
esas imágenes, ella es la autora del sueño de placidez, pues estás
soñándolas tú mismo. Sin embargo, no lo crees así, pues la mente está
como “encerrada”, durmiendo, en el sueño. Con ello estás disfrutando a
menudo de tales imágenes, sintiéndote con la sensación de que son
reales… es decir, de que no las has creado tú con la mente al soñar.
En la realidad que creemos ver delante, la materia… pasaría lo mismo.
Nuestra disposición a “disfrutar” del sueño es nuestro querer
(fundamentalmente inconsciente) que el sueño de universo sea
real. Creemos que la materia (nuestro sueño) es incontrolable, por tanto
que puede ejercer efectos reales sobre nosotros… sujetos a fuerzas que
están fuera de nuestro control; pero no es así. En un nivel colosal de
la mente, somos nosotros quienes la soñamos, somos nosotros los
—caóticos— “autores” locos de esto que por otra parte es un caos, una
tragicomedia escrita por “un loco global” y sin espectadores reales,
escrita para nadie… pues la separación (principio básico para este mundo
de la materia aparente…) es un “principio imposible”… “la separación”
no puede ser el principio de nada real, de nada verdadero (la realidad
sería inmortal y unión perfecta en la Fuente, por miedo que esto nos
pueda dar —y este miedo es por cierto el origen de este universo).
Así somos los soñadores del sueño, pero, paradójicamente, al decir
que todo lo que vemos es real… negamos la condición de ser un mero sueño
de la mente, que está dormida, negando que existe una parte que la
trasciende, una parte de su propia mente, la que nos llama a despertar.
Damos realidad al sueño haciéndonos los autores de una realidad
ilusoria al paradójicamente negar que tengamos algún control sobre ella
(cuando sin embargo simplemente es nuestro propio sueño).
Esto hay que pensarlo mucho, parece lioso pero no lo es tanto; hay
que pensar que nuestra mente tendría dos niveles (alimenta dos niveles),
el ilusorio del ser y el verdadero del Ser. La mente que piensa que
esto es real otorgando realidad al sueño que vemos delante… a la
ilusión… cree por tanto que lo que una vez soñó… es algo. Luego, por
tanto, se cree la autora de algo real, y no es más que la soñadora de un
sueño —si lo viera desde su Ser, así lo sentiría.
¿Cómo otorgamos realidad al sueño? En “la vida real” material, esa que también es “nuestro propio sueño”…:
— otorgamos la posibilidad de que “nos maten” realmente (con la
desaparición inevitable de los cuerpos en este programa del ego… etc.)… y
creyendo que básicamente somos solo cuerpo estamos otorgando realidad
al sueño,
— o de que nos den realmente “la felicidad” así como “desde fuera” (por las recompensas del ego, sus “placeres”, etc.).
Pero esto es la dualidad del mundo de los dormidos (un mundo que es en el fondo un profundo culto a la muerte).
Así pues, lo que verdaderamente nos daría “placer” (el placer que inventó el ego y que es
el “ego”) no es ya tanto el tener esas sensaciones en el sueño, las
sensaciones placenteras (el tener sueños que “nos convienen”…), sino,
más bien, en general el “hecho” de poder inventarnos una realidad que
substituiría a nuestra verdadera realidad en la Fuente; es decir, el
hecho de habernos creído como “nuestros propios dioses”, nuestros
propios autores… por habernos abandonado al sueño que nuestro Ser soñó
de golpe un día… sin recordar que somos meramente soñadores de una
realidad ilusoria; normalmente con el ego somos pues falsamente
humildes, al creernos que lo que un día fue nuestro propio sueño es real
y que puede “atacarnos”, “hacernos felices”, etc.
Lo “malo” es que el sueño que llamamos “realidad”, la realidad
material de nuestros cuerpos, etc.… surgió del miedo y además como
defensa ante tal miedo; pero lo único que hizo es reforzar el miedo,
pues, como vemos por ejemplo ahora en nuestro planeta, la “vida” es
“verdaderamente” aterradora para el común de los mortales (en momentos
de honestidad quizá podáis estar de acuerdo en que el mundo es algo
terrible).
No vivimos por tanto en un “sueño feliz” en su base… pues la única
felicidad posible vendría de estar despiertos en la Fuente o de ir
despertando; vendría, por tanto, del progresivo recordar nuestra Fuente,
recordar a Dios… una vez estamos encerrados —a propósito— en esta
“prisión” de cuerpos, tras “haber elegido ego”.
Todo está hecho, por tanto, para creernos esos “plácidos autores”
inconscientes del sueño… soñando “plácidamente” todo esto que vemos
delante, en dualidad; pero, en realidad, aquí no podemos estar tan
plácidamente, pues los cuerpos y las civilizaciones desaparecen sin
dejar rastro (en realidad no son nada, no existen)… y el miedo se agarra
a todas las cosas, ya que todas surgieron precisamente del miedo a lo
que realmente somos, en nuestra Fuente.
Como dijimos, este soñar sería la arrogancia del ego camuflada de
falsa humildad (creyendo que no fabricó este sueño al soñarlo…), ya que,
como en casi todo sueño… en estos sueños que llamamos “realidad”
creemos claramente que estamos sujetos a fuerzas que se escapan a
nuestro control (el programa de los cuerpos, hechos para desaparecer…,
etc.).
Esta es pues la humildad arrogante del ego, destapada.
Así, en esta realidad, en la de la materia que es el sueño… no
creemos que seamos los soñadores del sueño… creyendo por ejemplo que
nuestra familia es nuestra causa natural y accidental; pero, aquí, en
general, no habría nada natural y digamos que casi no habría nada que
fuera “accidental”.
Sigue:
«Este error [de que el cuerpo puede crear]
puede manifestarse de dos formas: se puede creer que la mente
puede crear falsamente en el cuerpo, o que el cuerpo puede crear
falsamente en la mente.»
Por ejemplo, tomando un ejemplo de lo descubierto por Hamer: una
mujer puede tener un cáncer de útero derivado de cómo ha vivido y cómo
no ha “superado” —durante una cierta cantidad de tiempo (cuya cantidad y
“efectos” para que tales efectos sean “cáncer” dependerán de cada
situación o cada persona…)— el conflicto que sintió al terminar una
relación de pareja.
Las interpretaciones mentales de lo que significaba tal
rotura de relación derivarán en expresiones físicas metafóricas de tal
“problema” que es y siempre fue un problema “de interpretación” (solo reaccionamos a nuestras interpretaciones, como dice UCDM).
Nuestra mente siempre ha asociado poderes mágicos al cuerpo,
asociando sus funciones reproductivas con él porque de hecho es así como
funciona en general esa “magia” de los cuerpos que es este universo (es
innegable por ejemplo el “hecho” —en el mundo de los cuerpos— de la
reproducción llamada “natural”, biológica).
Así, el resultado de un conflicto en el nivel mental —con
interpretaciones en torno a la reproducción y la sexualidad— puede
hacer, digamos, que el cuerpo “cree falsamente en la mente”. ¿Qué crea
el cuerpo falsamente en la mente de alguien enfermo de cáncer? Crea una
realidad que justifique las interpretaciones mentales y que las responda
compensándolas más o menos metafóricamente. Entonces, la enfermedad
—sabemos por Hamer— es en cierto modo la expresión metafórica del
conflicto, ya que el problema mental se desplaza a los órganos que
tienen que ver con las interpretaciones mentales del “problema” de
rotura de la relación de pareja; y esas interpretaciones serán quizá
algo así…: “ya no tendré más hijos”… “no soy suficiente mujer” en el
mundo. Esto da lugar, pues, a una programada fabricación de tejido en el
útero con el supuesto cometido de “ampliar la función” (creo que es
así, en este caso como en muchos otros: p. ej. el cáncer de pulmón
fabrica tejido ante el miedo a morir, para ensanchar directamente la
cavidad pulmonar… etc.).
Es decir, las interpretaciones mentales (fabricación, es decir,
creación falsa apoyada en la idea de la separación, en la idea de que
estamos todos separados y separados de la Fuente)… que son
interpretaciones de algo que parece haber ocurrido (separación) en el
nivel de los cuerpos… crean falsamente en el nivel del cuerpo según el
programa lógico (y falso) del ego.
Claro… podemos decir…: vale que será todo muy “falso”… pero nos
asusta mucho. Claro. Es muy difícil no darle importancia, pues ya le
damos desde siempre mucha importancia a los cuerpos. Es un círculo
vicioso, es algo circular, redundante, es la multiplicación en
la que consiste este universo, esta fabricación ilusoria… pero que
siempre tiene solución, una que podemos explícitamente nombrar así
—aunque no hace ninguna falta nombrarla así para curarse en las
“ocasiones terapéuticas”: “recordar a Dios”.
El automatismo del programa de los cuerpos, el ego como gran programa
universal, el del sueño… responderá entonces ante una mente
acostumbrada a otorgarle poderes al cuerpo, una mente que quiso… que
quiere… y que sigue y seguirá queriendo siempre que el cuerpo sea lo
real y lo único real aquí… que es “algo que crea” (y lo hace muy
“lógicamente”, pues con ello va implícitamente “en contra” de
aquello que más bien sería nuestra realidad, la inmortal, de la cual
huimos)… entonces, a la mente, un cuerpo así le responderá dándole el
“permiso” de crear falsamente: “un cáncer”, siguiendo con la ilusión de
fabricación, y no de verdadera creación (que solo se da, como hemos
dicho, en este vocabulario, en el nivel de nuestro espíritu y que solo
se refleja cuando “elegimos milagro”, que es básicamente un deshacer la
multiplicación absurda del ego).
Así son “creaciones falsas”, muy en general, y en ambos lados (mente y
cuerpo), porque los cuerpos en general y en último término no existen
(son sueño que intenta demostrar que la realidad inmortal no es lo
real)… y las interpretaciones de la mente, que surgen del miedo,
tampoco. Así como en general para nuestra realidad inmortal no existen
los cuerpos, tampoco existen los síntomas, y por eso éstos a veces
pueden “desaparecer” cuando conectamos con el Ser para poder reflejar
así nuestra actividad verdadera en tanto que seres creadores (y no en
tanto que fabricadores en el sueño).
Así, el de los cuerpos es como vemos todo un programa para un propósito… el del ego… el de hacer real la separación;
este es el propósito del ego desde que empezó todo esto, para así poder
escondernos ilusoriamente de nuestra verdadera realidad… permitiendo
así que nos pongamos a nosotros la trampa de este escondite… que nos
esconde de nuestra capacidad de decisión en la mente que puede recordar
aquí a la Fuente; es decir, el universo tiene un propósito general, del
ego: que no nos resulte obvio el hecho de que podemos elegir otra cosa…
otra cosa que no tiene nada que ver con este sueño de cuerpos que
desaparecen. Pero también tiene el propósito de facilitar el despertar,
si lo elegimos (por ejemplo en una situación terapéutica, aunque se nos
pide que lo elijamos siempre que podamos, que desarrollemos esta
capacidad).
El hecho de que haya curaciones milagrosas —y en general la curación
estaría siempre basada, en realidad, en cierto “efecto placebo”…—, el
hecho de las “curaciones milagrosas”, decíamos… siempre indicaría que no
tenemos razón como egos… que la separación no era real… que el programa
es nuestro invento y tiene solución cuando elegimos milagro… cuando
elegimos ver las cosas con nuestra parte inocente.
Todos los cuerpos sabemos que en un nivel son ilusorios; así, tanto
nuestro cuerpo como el “cuerpo parásito”, el del tumor, responden al
único problema: nuestra mantenida “creencia en la separación”. Son
soluciones falsas para un problema falso.
Así, si nuestra mente se pacifica con la ayuda terapéutica de otras
mentes que aceptan con nosotros el supuesto medio de curación, el que
sea (o la mera presencia si tenemos mucha fe en que la verdad consiste
en este juego o en este proceso sanador que se da entre nuestro ser y
nuestro Ser…), entonces, esos cuerpos que nos ayudan ahora bajo el otro
propósito, el de despertar… en nuestro trabajo de “perdonar al
universo”… pueden terminar por sanar… repercibiendo así los problemas
físicos de otra manera… lo cual terminará a veces deshaciendo
físicamente el problema (aunque cuando la mente está en paz se empieza a
relativizar todo mejor).
Por ejemplo, una situación terapéutica puede ser de lo más normal. Es
decir, en general, en cualquier situación, lo importante será ante todo
el propósito o interés compartido… el hecho de que se comparta el
propósito de sanar (amparado en el propósito más global: despertar,
aunque sea una sola mente la que se ampare ahí, más o menos
inconscientemente); este interés se comparte obviamente también en “la
medicina oficial”, y la gente a veces se cura ahí de cosas como
cánceres, etc., ya que la gente tenemos confianza:
— tanto en “el sistema”
— como en nosotros mismos…
…además de que en muchas ocasiones se dará —en algún grado— esa ayuda,
más o menos inconsciente, que se da cuando otras mentes (médicos,
familia…)… apoyan el interés compartido, deshaciendo relativamente el
poder dado al cuerpo por todas las mentes, el poder que le otorgamos por
defecto a los cuerpos de “crear” (ese consenso mental infernal por la enfermedad, que la alimenta por defecto en nuestra civilización).
Sigue:
«Cuando se comprende que la mente -el
único nivel de creación- no puede crear más allá de sí misma, ninguno de
esos dos tipos de confusión tiene por qué producirse.»
Esta es la pieza simple y clave de la “metafísica” de UCDM.
Los términos a contrastar son el de:
— fabricación (el mundo normal, que vemos delante, el de la magia, es el mundo de la fabricación) y el término de…
— creación.
Solo hay creación real “a nivel mental”; nuestra mente puede
elegir espíritu; así, cuando reconectamos con el recuerdo de nuestro
Ser (eligiendo milagro) elegimos reflejar nuestra actividad como
espíritu, que es esa llamada “creación”. Pero, aquí, en la tierra, solo
es un reflejo, y tal creación se manifiesta solo en tanto que deshacer
(y en general a nivel de todas las dimensiones mentales en un colapso
del tiempo). Tal actividad, que solo se refleja, contrasta en todo con
la actividad fundamental en el sueño, la llamada “fabricación” (magia).
Así, toda sanación de la mente dependerá del reflejo de tal creación
en el mundo de la fabricación; este reflejo puede constatarse
simplemente en unos mayores sentimientos de paz mental.
Así, cuando elegimos espíritu, cuando elegimos milagro, esto se
reflejará —esa actividad nuestra, la actividad real llamada “creación”—
en un “sentirnos más perdonados”… en un perdonar más fácilmente todo…
sanando con ello de forma muy general “nuestra mente”… y sanando
progresivamente toda nuestra percepción, esa que deriva por defecto de
estar siempre “eligiendo ego”; tal perdón siempre repercutirá en mentes de las que no tendremos consciencia en el momento del perdón.
«Sólo la mente puede crear porque el espíritu ya fue creado, y el cuerpo es un recurso de aprendizaje al servicio de la mente.»
La mente puede crear; de hecho la nuestra, pese a estar dormida,
parece que tiene una pequeña parte al parecer siempre creando… aunque
aquí no parezca reflejarse más que por instantes, cuando volvemos a
aceptar nuestra verdadera naturaleza. Nuestra mente al estar dormida
estaría en general siempre fabricando, y no creando.
El cuerpo es meramente un medio, no lo condenamos una vez que ya está
todo el lío montado. De hecho, ya dijimos que es lo único desde lo cual
podremos despertar (hasta que si acaso no inventemos más cosas).
Sigue:
«Los recursos de aprendizaje no son lecciones en sí mismos. Su propósito es simplemente facilitar el aprendizaje.»
Por ejemplo la “curación milagrosa” de un cáncer no debería ser
interpretada con justificaciones corporales: “tal cuerpo de Fulano hizo
esto para curarse… y entonces se curó…”… etc.
Sigo citando más extensamente hasta que volvamos a comentar alguna línea:
«Lo peor que puede ocurrir cuando se usan
indebidamente es que no lo faciliten. De por sí, un recurso de
aprendizaje no tiene poder para producir verdaderos errores en
el aprendizaje. El cuerpo, si se le entiende correctamente, comparte la
invulnerabilidad de la Expiación en lo que respecta a las defensas de
doble filo. Ello es así no porque sea un milagro, sino porque, de por
sí, no da lugar a interpretaciones falsas. El cuerpo es sencillamente
parte de tu experiencia en el mundo físico. Se puede exagerar el valor
de sus capacidades y con frecuencia se hace. Sin embargo, es casi
imposible negar su existencia en este mundo. Los que lo hacen se dedican
a una forma de negación particularmente inútil. En este caso el término
“inútil” significa únicamente que no es necesario proteger a la mente
negando lo no-mental. Si uno niega este desafortunado aspecto del poder
de la mente, está negando también el poder mismo.»
Paradójicamente si decimos “el cuerpo no es nada” no con ello estamos
negándolo. A veces en UCDM hay frases así, o “el tiempo no existe”, o
“la muerte no existe”, o “el mundo no existe”. Estas frases son en
realidad algo a interpretar como negaciones de negaciones. Es decir, si
leemos el Curso u otros materiales que lo expliquen… el cuerpo, el
tiempo y el mundo son simplemente negaciones de nuestra verdadera
realidad. Cuando a su vez nosotros las negamos con la verdad en la
mente, con la fortaleza que da ir reconociendo que somos los soñadores
de este sueño (con nuestro “elegir milagro”)… estaremos negando lo que
ya sabemos que no es nada… pues la única realidad que sí existe (la
inmortal) no se puede negar, y el tiempo, el cuerpo y el mundo
intentaron negarla —pero sin consecuencias para dicha realidad inmortal o
Ser (como también dice el Curso).
Es decir, a veces si decimos “el cuerpo no es nada” estamos haciendo
lo único positivo que se puede hacer en este mundo: negar lo que quiso
negarlo todo (nuestra inmortalidad). Es en ese sentido en el que se usan
estas frases.
Sigue:
«Todos los remedios materiales que aceptas
como medicamento para los males corporales son reafirmaciones de
principios mágicos. Éste es el primer paso que nos conduce a la creencia
de que el cuerpo es el causante de sus propias enfermedades.»
Nacemos en ese campo de creencias, en ese campo de “causalidad”… en
el que creemos que el cuerpo causa cosas, en aquel consenso mental
infernal por la enfermedad, del que hablábamos. Pero, más bien,
y contra todo pronóstico… es el cuerpo quien atiende a los deseos de la
mente… que lo toma como su medio de expresión (en la expresión de la
locura de la separación si estamos por defecto “eligiendo ego”, como
siempre hacemos). Y sucede esto aunque todo parezca indicar lo
contrario, es decir: que no, que todo es muy objetivo y pesado: que el
frío, el sufrimiento, etc., no serían nada subjetivo en realidad; pero
sí: serían algo completamente subjetivo, y, lo que pasa, es que están
sustentados por todo un consenso mental universalmente aceptado por esas
capas de conciencia que somos, y que parecen habitar muy sufridamente
planetas enteros.
Nunca hubo objetividad en este universo; esa sería su ilusión
constituyente, pero las conciencias que parecemos habitarlo pueden ir
eligiendo despertar, eligiendo “otra cosa”; y es lo que van de hecho
eligiendo… aunque a veces muy disimuladamente (y con efectos más o menos
disimulados).
Terminamos de citar la sección IV:
«El segundo paso en falso es tratar de
curarlo por medio de agentes no-creativos. Esto no quiere decir, sin
embargo, que el uso de tales agentes con propósitos correctivos
sea censurable. A veces la enfermedad tiene tan aprisionada a la mente
que temporalmente le impide a la persona tener acceso a la Expiación. En
ese caso, tal vez sea prudente usar un enfoque conciliatorio entre el
cuerpo y la mente en el que a algo externo se le adjudica temporalmente
la creencia de que puede curar. Esto se debe a que lo que menos puede
ayudar al que no está en su mente recta o al enfermo es hacer algo que
aumente su miedo. De por sí ya se encuentra en un estado debilitado
debido a éste. Exponerle prematuramente a un milagro podría precipitarle
al pánico, lo cual es muy probable que ocurriese en aquellos casos en
que la percepción invertida ha dado lugar a la creencia de que los
milagros son algo temible.»
» El valor de la Expiación no reside en la
manera en que ésta se expresa. De hecho, si se usa acertadamente, será
expresada inevitablemente en la forma que le resulte más beneficiosa a
aquel que la va a recibir. Esto quiere decir que para que un milagro sea
lo más eficaz posible, tiene que ser expresado en un idioma que el que
lo ha de recibir pueda entender sin miedo. Eso no significa que ése sea
necesariamente el más alto nivel de comunicación de que dicha persona es
capaz. Significa, no obstante, que ése es el más alto nivel de
comunicación de que es capaz ahora. El propósito del milagro es elevar
el nivel de comunicación, no reducirlo mediante un aumento del miedo.»
Así acaba esta sección IV.
A modo de conclusión
Así que estos cambios en la mente, cuando sintamos que favorecen a
todos y a todo serán, en general, los llamados “milagros”; y son
realizados por nuestra apertura a ello, a tal proceso de deshacer el
miedo… pero básicamente no con la participación de nuestro entendimiento
consciente. Estos milagros colapsan el sueño de la mente, el del tiempo
lineal; y para que haya “efectos sanadores” (primero a nivel mental, de
paz mental, y luego ya se verá) se requiere a menudo de la
participación de otras mentes cuando la de un paciente está muy asustada
(tal y como ya pasa en cualquier acto de medicina, sin tener que irse a
“lo muy alternativo”).
Necesitamos y siempre hemos practicado inconscientemente ciertos
“cambios de percepción” que a veces han sido milagrosos aunque no lo
sepamos ver así, pues nunca habríamos perdido nuestra conexión con la
Fuente.
Y gracias a que la percepción es siempre compartida entre las mentes,
gracias a esto, pueden darse tales “milagros”, ya que en éstos una
mente aparentemente más avanzada (que sabe entregar su percepción mejor
que la del paciente en ese momento más asustado) consigue realizar el
trabajo de conexión así como “arrastrando” de tal modo a la mente del
paciente hacia cierta “re-percepción” de todo su “problema”… llevando a
éste con ello de entrada a una mayor paz mental —ya sea con efectos
físicos rápidamente observables… o no.
Dicho “compartir” constante entre las mentes —a veces milagroso
cuando se unen en el recordar su Ser— no es algo que podamos ver…
lógicamente… pero sería lo más real de este universo —dentro de que la
mente que compartimos fabricando la ilusión de universo también sería,
en último término, irreal, como parece que aprendemos en general con el
material “espiritual” del no-dualismo puro.
La Inocencia con la que nos ponemos en contacto, en nuestro
Ser, consigue poner límites al caos que es este universo, en las
capacidades fabricadoras-multiplicadoras de la mente que constantemente
“vota” por el ego y fabrica este universo; la Inocencia limita así este sueño global de la mente que llamamos universo.
En definitiva: no hemos perdido el canal de re-conexión o reunión con nuestra Fuente, con Dios, con ese amor perfecto que, según el no-dualismo puro, es donde realmente estamos.
Paz y amor
Publicado por qadistu en http://qadistu.wordpress.com/2012/02/19/la-enfermedad-a-la-luz-de-hamer-y-un-curso-de-milagros/
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