Como resultado de mi
estudio del Curso, yo creo que el Libro de Ejercicios pretende entrenarnos para
formar hábitos de práctica espiritual.
Se supone que esta
práctica habitual continuará hasta que casi hayamos completado nuestro viaje espiritual.
Déjenme tratar de explicar qué es lo que quiero decir por este hábito de
práctica espiritual.
En el Manual para el
Maestro, Capítulo 16, el Curso habla de lo que debiera ser la práctica diaria para
aquellos que ya han completado el Libro de Ejercicios. Nos da una idea clara de
qué tipo de práctica espiritual habría de surgir al completar el programa de
entrenamiento del Libro de Ejercicios.
La discusión sobre la
práctica diaria en este capítulo se hace más entendible si la ubicamos dentro del
contexto de las diferentes categorías que el Curso trata en su programa de
estudios
o alumnos
o maestros de
Dios
o maestros de
Dios avanzados
Aquellos que han comenzado
a estudiar el Curso, comienzan como alumnos o estudiantes, según los
lineamientos expuestos más arriba. Luego, después de un cierto nivel de “realización”,
nos convertimos en “maestros de Dios” (M-1.1:1).
¿Qué nos califica como un
maestro de Dios? Las palabras de apertura de la primera sección del Manual para
el Maestro presentan una calificación bastante amplia (favor leer M-1.1:1-3,
6- 8).
Por la definición dada
aquí, parece que lo único que es necesario para convertirme en un maestro de
Dios es un momento en que mi corazón se une con el corazón de otra persona en
la búsqueda del objetivo compartido de la salvación.
Otra forma de ver esto tal
vez sea que hemos experimentado un instante santo, o un momento de verdadero
perdón.
Yo creo que el objetivo
mutuo es la salvación porque la frase 7 lo da a entender, aunque queda claro
que no hace falta que ese aspecto del objetivo sea consciente.
Con solo hacer la elección
de considerar que mis intereses se funden o son idénticos con los de otra
persona, es suficiente.
Sin embargo en el Capítulo
16, parece haber un conjunto de criterios distinto. El Manual claramente declara
que un maestro que esté involucrado en la enseñanza del Curso debe haber completado
el Libro de Ejercicios (M-16.3:7).
Por lo tanto, aunque en
general se puede decir que un maestro de Dios es cualquier que haya hecho una
decisión que involucra intereses comunes con otro, y dentro de este programa de
estudios, también se requiere que se haya completado el estudio del Libro de
Ejercicios.
Pareciera que el Curso
está marcando una distinción entre un maestro de Dios en un sentido general, y
un maestro de Dios que está compartiendo con otra persona el objetivo
específico de aprender el Curso. Para ser un maestro en ese sentido especial,
debe completar el Libro de Ejercicios.
En vista que el Libro de
Ejercicios presume en muchos lugares que hemos estudiado el Texto (por ejemplo,
LE-pI.153.6:3 y LE-pI.156.1:3), podemos deducir que completar el
Libro de Ejercicios también incluye completar el Texto.
Por lo tanto, ser un
maestro de Dios cuya forma de enseñar incluye usar el Curso, significa que ha
completado el estudio de ambos volúmenes.
Tiene sentido que uno haya
completado un curso – cualquier curso – antes de declarar que lo enseñará.
Aclararé, para aquellos
que no estén familiarizados con el Curso, que no hay nada de malo en hacer el
Libro de Ejercicios antes de leer todo el Texto, si se siente guiado a hacerlo.
Diría que el orden “normal”
sería leer el Texto primero, o por lo menos la mayor parte de él, antes de
hacer el Libro de Ejercicios, pero de ninguna manera es ésta una regla
estricta. Si uno se siente guiado a comenzar por el Libro de Ejercicios, no es
necesario que lea todo el Texto primero. Sin embargo, recomiendo que comiences a
leerlo cuanto antes.
Más allá del nivel del
maestro está el “maestro de Dios avanzado” (M-16.1:1). Esa frase
describe alguien que está llegando al final de su viaje personal,
viviendo al borde o dentro del mundo real – es decir, con una percepción
espiritualmente clara del mundo – como vivió Jesús mientras caminaba
la tierra.
Todo estudiante del Curso
está entrenándose para volverse un maestro de Dios avanzado; el Capítulo 4 del
Manual describe las características de un maestro avanzado de Dios (M-4.2:2),
una lista de diez rasgos muy fundamentales de carácter, tales como honestidad,
mansedumbre, paciencia e indefensión. Este capítulo también habla del proceso
frecuentemente largo que una persona atraviesa al desarrollar estas
características.
Y más allá aún que ese
nivel exaltado están los “Maestros de maestros”; seres iluminados como Jesús o
Buda quienes, después de haber recordado quienes eran en realidad, han dejado
atrás las limitaciones de la existencia corporal.
Aunque estos maestros
hayan dejando atrás su existencia física, de alguna manera ellos permanecen en
el mundo, como el bodhisattva del Budismo, para ayudar a otros que
todavía no están iluminados.
El Manual dice que pueden
reaparecer cuando quiera que resulte de ayuda (presumiblemente encarnados) (M-26.2:1-3;
3:9).
Con este entendimiento de
los diversos niveles de maestros, volvamos al Capítulo 16. Comienza describiendo
cómo es el día para un maestro de Dios avanzado; para esa persona, la
cuestión de cómo pasar el día “es irrelevante”.
Su vida no está
estructurada en lo externo; en lugar de ello, debido a que está en comunión constante
con el Espíritu Santo, se le dice de momento a momento, qué es lo que debe
hacer (1:1-10). Naturalmente, todos aspiramos a ese estado, pero pocos lo han
logrado aún. No conozco a nadie que lo haya logrado.
El capítulo luego se
dirige al nivel más común del maestro de Dios menos que avanzado, que todavía está
en el proceso de desarrollar esas diez características y carece de esa claridad
de comunión (M-16.2.1).
Esto es más aplicable a nosotros.
Jesús comienza hablando de cómo un maestro de Dios (distinto de un
maestro avanzado) debe conducir su práctica espiritual.
Contrario al maestro avanzado,
un maestro de Dios todavía requiere algo de estructura en su día (M-16.2:2).
Lo que se va a describir
aquí es lo que llamamos la práctica pos-Libro de Ejercicios, el hábito de práctica
que el Libro de Ejercicio está diseñado para enseñarnos. Se entiende que esta
práctica continuará para los maestros de Dios hasta que nos convirtamos en
maestros de Dios avanzados, donde la estructura se vuelve irrelevante y
vivimos en una asociación espontánea con el Espíritu Santo.
Aún después de haber
completado el Libro de Ejercicios, todavía no estamos listos para una completa
falta de estructura. La práctica del Libro de Ejercicios es muy estructurada.
La práctica pos-Libro de Ejercicios tiene una estructura flexible. Y la
práctica de un maestro avanzado se caracteriza por una falta de estructura.
La práctica pos-Libro de
Ejercicios, a grandes rasgos, es esta:
1. Comienza la mañana con
un rato de quietud (M-16.4:7). El objetivo en este rato es la “unión
con Dios,” y deberemos dedicarle el tiempo que tome (la cantidad de tiempo no
es lo más importante) hasta que se vuelva difícil (M-16.4:4-8).
2. Tómate un rato similar
de quietud, tan cerca como puedas al momento de acostarte. Fija tu mente en
Dios al quedarte dormido (M-16.5.1).
3. Acuérdate de Dios
durante todo el día (M-16.6:1-14).
4. Acude al Espíritu Santo
con todos tus problemas (M-16.7:4-5).
5. Responde a todas las
tentaciones acordándote de la verdad (M-16.8:1-3; 10:8; 11:9).
Si seguimos las
instrucciones del Libro de Ejercicios cuidadosamente, al final del año,
habremos formado el hábito estable de la práctica diaria del que habla el Manual.
Sobre El Autor:
Allen Watson es escritor y
maestro de "El Círculo De La Expiación",
Sedona, Arizona.
En Internet: www.circleofa.com
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