DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

LA PRACTICA DEL CURSO PARA MAESTROS por Allen Watson


Como resultado de mi estudio del Curso, yo creo que el Libro de Ejercicios pretende entrenarnos para formar hábitos de práctica espiritual.

Se supone que esta práctica habitual continuará hasta que casi hayamos completado nuestro viaje espiritual. Déjenme tratar de explicar qué es lo que quiero decir por este hábito de práctica espiritual.




En el Manual para el Maestro, Capítulo 16, el Curso habla de lo que debiera ser la práctica diaria para aquellos que ya han completado el Libro de Ejercicios. Nos da una idea clara de qué tipo de práctica espiritual habría de surgir al completar el programa de entrenamiento del Libro de Ejercicios.

La discusión sobre la práctica diaria en este capítulo se hace más entendible si la ubicamos dentro del contexto de las diferentes categorías que el Curso trata en su programa de estudios

o       alumnos
o       maestros de Dios
o       maestros de Dios avanzados

Aquellos que han comenzado a estudiar el Curso, comienzan como alumnos o estudiantes, según los lineamientos expuestos más arriba. Luego, después de un cierto nivel de “realización”, nos convertimos en “maestros de Dios” (M-1.1:1).

¿Qué nos califica como un maestro de Dios? Las palabras de apertura de la primera sección del Manual para el Maestro presentan una calificación bastante amplia (favor leer M-1.1:1-3, 6- 8).

Por la definición dada aquí, parece que lo único que es necesario para convertirme en un maestro de Dios es un momento en que mi corazón se une con el corazón de otra persona en la búsqueda del objetivo compartido de la salvación.

Otra forma de ver esto tal vez sea que hemos experimentado un instante santo, o un momento de verdadero perdón.

Yo creo que el objetivo mutuo es la salvación porque la frase 7 lo da a entender, aunque queda claro que no hace falta que ese aspecto del objetivo sea consciente.
Con solo hacer la elección de considerar que mis intereses se funden o son idénticos con los de otra persona, es suficiente.

Sin embargo en el Capítulo 16, parece haber un conjunto de criterios distinto. El Manual claramente declara que un maestro que esté involucrado en la enseñanza del Curso debe haber completado el Libro de Ejercicios (M-16.3:7).

Por lo tanto, aunque en general se puede decir que un maestro de Dios es cualquier que haya hecho una decisión que involucra intereses comunes con otro, y dentro de este programa de estudios, también se requiere que se haya completado el estudio del Libro de Ejercicios.

Pareciera que el Curso está marcando una distinción entre un maestro de Dios en un sentido general, y un maestro de Dios que está compartiendo con otra persona el objetivo específico de aprender el Curso. Para ser un maestro en ese sentido especial, debe completar el Libro de Ejercicios.

En vista que el Libro de Ejercicios presume en muchos lugares que hemos estudiado el Texto (por ejemplo, LE-pI.153.6:3 y LE-pI.156.1:3), podemos deducir que completar el Libro de Ejercicios también incluye completar el Texto.

Por lo tanto, ser un maestro de Dios cuya forma de enseñar incluye usar el Curso, significa que ha completado el estudio de ambos volúmenes.

Tiene sentido que uno haya completado un curso – cualquier curso – antes de declarar que lo enseñará.

Aclararé, para aquellos que no estén familiarizados con el Curso, que no hay nada de malo en hacer el Libro de Ejercicios antes de leer todo el Texto, si se siente guiado a hacerlo.

Diría que el orden “normal” sería leer el Texto primero, o por lo menos la mayor parte de él, antes de hacer el Libro de Ejercicios, pero de ninguna manera es ésta una regla estricta. Si uno se siente guiado a comenzar por el Libro de Ejercicios, no es necesario que lea todo el Texto primero. Sin embargo, recomiendo que comiences a leerlo cuanto antes.

Más allá del nivel del maestro está el “maestro de Dios avanzado” (M-16.1:1). Esa frase describe alguien que está llegando al final de su viaje personal, viviendo al borde o dentro del mundo real – es decir, con una percepción espiritualmente clara del mundo – como vivió Jesús mientras caminaba la tierra.

Todo estudiante del Curso está entrenándose para volverse un maestro de Dios avanzado; el Capítulo 4 del Manual describe las características de un maestro avanzado de Dios (M-4.2:2), una lista de diez rasgos muy fundamentales de carácter, tales como honestidad, mansedumbre, paciencia e indefensión. Este capítulo también habla del proceso frecuentemente largo que una persona atraviesa al desarrollar estas características.

Y más allá aún que ese nivel exaltado están los “Maestros de maestros”; seres iluminados como Jesús o Buda quienes, después de haber recordado quienes eran en realidad, han dejado atrás las limitaciones de la existencia corporal.

Aunque estos maestros hayan dejando atrás su existencia física, de alguna manera ellos permanecen en el mundo, como el bodhisattva del Budismo, para ayudar a otros que todavía no están iluminados.

El Manual dice que pueden reaparecer cuando quiera que resulte de ayuda (presumiblemente encarnados) (M-26.2:1-3; 3:9).

Con este entendimiento de los diversos niveles de maestros, volvamos al Capítulo 16. Comienza describiendo cómo es el día para un maestro de Dios avanzado; para esa persona, la cuestión de cómo pasar el día “es irrelevante”.

Su vida no está estructurada en lo externo; en lugar de ello, debido a que está en comunión constante con el Espíritu Santo, se le dice de momento a momento, qué es lo que debe hacer (1:1-10). Naturalmente, todos aspiramos a ese estado, pero pocos lo han logrado aún. No conozco a nadie que lo haya logrado.

El capítulo luego se dirige al nivel más común del maestro de Dios menos que avanzado, que todavía está en el proceso de desarrollar esas diez características y carece de esa claridad de comunión (M-16.2.1).

Esto es más aplicable a nosotros. Jesús comienza hablando de cómo un maestro de Dios (distinto de un maestro avanzado) debe conducir su práctica espiritual.

Contrario al maestro avanzado, un maestro de Dios todavía requiere algo de estructura en su día (M-16.2:2).

Lo que se va a describir aquí es lo que llamamos la práctica pos-Libro de Ejercicios, el hábito de práctica que el Libro de Ejercicio está diseñado para enseñarnos. Se entiende que esta práctica continuará para los maestros de Dios hasta que nos convirtamos en maestros de Dios avanzados, donde la estructura se vuelve irrelevante y vivimos en una asociación espontánea con el Espíritu Santo.

Aún después de haber completado el Libro de Ejercicios, todavía no estamos listos para una completa falta de estructura. La práctica del Libro de Ejercicios es muy estructurada. La práctica pos-Libro de Ejercicios tiene una estructura flexible. Y la práctica de un maestro avanzado se caracteriza por una falta de estructura.

La práctica pos-Libro de Ejercicios, a grandes rasgos, es esta:

1. Comienza la mañana con un rato de quietud (M-16.4:7). El objetivo en este rato es la “unión con Dios,” y deberemos dedicarle el tiempo que tome (la cantidad de tiempo no es lo más importante) hasta que se vuelva difícil (M-16.4:4-8).

2. Tómate un rato similar de quietud, tan cerca como puedas al momento de acostarte. Fija tu mente en Dios al quedarte dormido (M-16.5.1).

3. Acuérdate de Dios durante todo el día (M-16.6:1-14).

4. Acude al Espíritu Santo con todos tus problemas (M-16.7:4-5).

5. Responde a todas las tentaciones acordándote de la verdad (M-16.8:1-3; 10:8; 11:9).

Si seguimos las instrucciones del Libro de Ejercicios cuidadosamente, al final del año, habremos formado el hábito estable de la práctica diaria del que habla el Manual.


Sobre El Autor:
Allen Watson es escritor y maestro de "El Círculo De La Expiación", Sedona, Arizona.
En Internet: www.circleofa.com  Este sitio contiene una sección de artículos en español

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