«La relación de amor especial es el arma principal del ego para impedir que llegues al Cielo.»
(T-16.V.2:3)
Es un hecho social habitual en nosotros la necesidad de la búsqueda de la pareja perfecta. La búsqueda de una persona que solvente nuestras carencias en el amor, es uno de los engaños más poderosos del ego. Es lo que el curso define como “la relación de amor especial”.
Dios nos creó y nos ama a todos como si fuéramos uno. No hay otro amor excepto el de Dios y se nos da a todos por igual. Nadie es diferente ni especial. Destruimos ese sentimiento al tratar de hacer a otra persona especial, su propia naturaleza al ser un hijo de Dios, es universal, no especial. Esa idea del especialismo está basada en tus propias ilusiones, de forma que alguien te puede parecer más especial, en la medida en que crees que puede satisfacer más profundamente tus propias necesidades interiores.
La creencia que necesitas algo que no encuentras en ti, es el primer síntoma de la separación, ya que esta sensación de carencia no es sino el propio deseo de que las cosas sean diferentes a como son. Es el deseo de cambiar tu propia realidad. Pero es imposible amar sólo a algunas partes de la realidad y al mismo tiempo entender el significado del amor...
“Hemos dicho que limitar el amor a una parte de la Filiación produce culpabilidad en tus relaciones, y, por lo tanto, hace que éstas sean irreales. Si intentas aislar ciertos aspectos de la totalidad, con vistas a satisfacer tus imaginarias necesidades, estarás intentando valerte de la separación para salvarte”.
(T.15.V.2:2-3)
La mente realiza una mirada interna a lo que cree ser, y sigue viendo necesidades no satisfechas. Eso hace demasiado importante a la otra persona: su actitud, su comportamiento o su opinión de nosotros. Nos hace pensar que la necesitamos, porque vemos en ella el complemento a nuestras necesidades ilusorias, porque en realidad, hemos olvidado que no hay nada que necesites, que no tengas ya. Esto se traduce en una mezcla de emociones y pensamientos acerca de tus propias creencias acerca de lo que eres, inducido casi siempre por aquellos que en realidad, tampoco recuerdan quiénes son.
Esta incomodidad acerca de nosotros mismos, no es sino un síntoma de que nos alejamos de nuestro yo verdadero. Tienes una gran necesidad de liberarte de esa sensación de debilidad y resentimiento hacia ti mismo, y para ello necesitas a alguien en quien proyectarlo. La persona que se ofrece para tal fin es a la que consideras especial. Cuando estoy enamorado, no suelo estar enamorado de la otra persona tal cual es, sino de la persona que yo quiero que sea.
El ego nos dice que el amor que necesitamos debe venir de otra persona, y que ahí afuera hay alguien especial que puede llenar ese hueco. Como el deseo de ese alguien especial surge en realidad de nuestra creencia en que estamos separados de Dios, el deseo mismo simboliza la separación y la culpa que sentimos a causa de ella. Por tanto este deseo está basado en el miedo y en el odio, pero disfrazadas de amor. Y la prueba de ello es todo el dolor que producen. El verdadero amor no produce ansiedad, angustia, inseguridad, miedo ni ninguna clase de dudas. El enamoramiento, desde el punto de vista del ego, es más parecido a un síndrome de abstinencia que al amor. Una relación basada en el amor sólo puede producir paz. Aunque cuando hay tanta confusión entre lo que es el amor y el miedo, la diferencia no puede apreciarse a primera vista.
"En tales relaciones dementes, la atracción de lo que no deseas parece ser mucho mayor que la atracción de lo que sí deseas. Pues cada uno piensa que ha sacrificado algo por el otro y le odia por ello. Eso, no obstante, es lo que cree que quiere. No está enamorado del otro en absoluto. Simplemente cree estar enamorado del sacrificio."
(T-15.VII.7:1-5)
Todos los miedos e ilusiones son proyectados sobre la persona especial. Proyectamos la imagen que la mente tiene acerca de sí misma. El otro se convierte así en un espejo perfecto en el que puedes observar qué es lo que piensas acerca de ti. Pero la proyección es un arma de doble filo -un mecanismo de defensa que la mente utiliza para tratar de liberarse del enorme vacío y la desesperación que produce el olvido de nuestra propia identidad- que literalmente se vuelve contra uno mismo, de modo que al juzgar, castigar y condenar al otro, no haces sino juzgar, castigar y condenarte a tí mismo.
Todas las relaciones especiales están basadas en el ego y por lo tanto en el cuerpo, como base de su sistema de pensamiento. Es una forma de autoengaño basado en la creencia que tú eres un cuerpo, y que el otro es un cuerpo también.
“La relación especial no significa nada sin un cuerpo. Si le atribuyes valor a la relación especial, tienes que atribuírselo también al cuerpo. Y no podrás sino conservar aquellos a lo que atribuyas valor. La relación especial es un recurso para limitar tu Ser a un cuerpo, y para limitar la percepción que tienes de los demás a los suyos”
(T-16.VI.4:1-4)
El ego nos dice que ahí afuera hay una persona especial que hará que desaparezca todo el dolor. El trabajo del Espíritu Santo es hacer que la energía del amor especial abandone la falsedad para convertirse en algo sagrado. UCDM utiliza las relaciones especiales que el ego ha forjado para darles un nuevo significado. El ego las entabló para que la mente se hundiera aún más profundamente en su sueño, pero nadie que está en comunicación permanente con el Espíritu tiene necesidad de relaciones especiales, ya que las necesidades son la consecuencia de haber olvidado al Espíritu, ya que este, al darle un nuevo significado, las reorienta hacia el despertar conjunto de los miembros de la relación.
Una relación no está destinada a ser la unión de dos "inválidos emocionales". El propósito de una relación no es que dos personas incompletas se conviertan en una, sino que dos personas completas se unan para mayor gloria de Dios. Que ambos individuos se vean fortalecidos mutuamente por la relación cuando la ponen bajo la guía del Espíritu, de forma que en la relación comience un profundo e intenso proceso de cambio que ha de liberar sus mentes para siempre.
“El Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones especiales, sino transformarlas.”
(T-17.IV.2:3)
1 comentarios:
gracias estoy leyendo UCDM y lo de las relaciones especiales me causaba mucha duda.
Ahora a quedado mas claro :)
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