DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

EGO Y ESPIRITU: 2/2



Compararemos la actitud del Espíritu Santo con las frágiles ideas de tu ego.


* El ego cree en los opuestos, en cosas como placer y dolor. El Espíritu Santo dice que no hay opuestos, y que tu verdadera dicha no puede tener opuestos.

“¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado, excepto dándote cuenta de que no estás en él?”

* El ego quiere la complejidad y cree en ella. La verdad del Espíritu Santo es simple: no necesariamente fácil para que la aceptes, pero simple.

* El ego dice que eres diferente de los demás. El Espíritu Santo dice que, en realidad, todo el mundo es igual, y tienes que sentir eso para poder ver como Él.

“La diferencia entre la proyección del ego y la extensión del Espíritu Santo es muy simple. El ego proyecta para excluir, y, por lo tanto, para engañar. El Espíritu Santo extiende al reconocerse a Sí Mismo en cada mente, y de esta manera las percibe todas como una sola”.

* El ego dice que has sufrido una pérdida terrible y la pérdida es ahora parte de lo que llamas la vida. El Espíritu Santo dice que en realidad no hay pérdida, y que el Hijo de Dios no puede perder. El Libro de Ejercicios dice:


“De acuerdo con el plan de Dios tan sólo puedes recibir, sin jamás perder nada, hacer sacrificio alguno o morir”.

* El ego dice que los demás son los culpables, porque secretamente cree que tú eres culpable. Utiliza la ira, la justificada indignación e incluso se ríe de otros, para poner distancia entre tu culpa y tú. Piensas que sólo los animales y los niños son inocentes, porque ahí es donde has elegido ver tu inocencia aparentemente perdida...


* El ego tiene que poner la idea de inocencia en alguna parte. Pero el Espíritu Santo dice que todo el mundo es completamente inocente, porque Él sabe que eres completamente inocente.

Piensa en ti como uno de los que se acusan a sí mismos. Porque como el Curso dice:

“Sólo los que se acusan a sí mismos pueden condenar”.

Tú te has acusado a ti mismo. Pero ahora,  piensa que el Espíritu Santo es como un tribunal supremo, como el Curso describe con estas grandes palabras:

“No tienes por qué temer que el Tribunal Supremo te vaya a condenar. Éste simplemente declarará sin lugar el caso contra ti. No puede haber caso contra un Hijo de Dios, y todo testigo que da fe de la culpabilidad de las creaciones de Dios está levantando falso testimonio contra Dios Mismo”.

Apela jubilosamente todo lo que creas al Propio Tribunal Supremo de Dios, ya que éste habla por Él, y, por consiguiente, lo que afirma es la verdad. Declarará sin lugar el caso contra ti, no importa cuán cuidadosamente lo hayas preparado.

* El ego trata de convencerte de que tienes una historia personal que obviamente es real. Sin embargo, la actitud del Espíritu Santo puede ser resumida inmejorablemente en sólo dos palabras: nunca ocurrió.

*  El ego entraría en éxtasis si siguieras creyendo que hay un mundo ahí fuera que existía antes de que tu vida comenzara y que seguirá adelante sin ti cuando muera tu cuerpo. La respuesta del Espíritu Santo, por más escandalosa que le parezca a tu ego, es ésta, según reza el Libro de Ejercicios:

“...! El mundo no existe! Éste es el pensamiento básico que este curso se propone enseñar. No todo el mundo está listo para aceptar esto, y cada cual irá tan lejos a lo largo del camino que conduce a la verdad como se permita a sí mismo ser guiado. Regresará e irá todavía más lejos, o tal vez retrocederá un poco para luego avanzar de nuevo”.

El ego dice que eres un cuerpo. El Espíritu Santo dice que no eres un cuerpo; no eres una persona, no eres un ser humano: eres como Él. El ego dice que tus pensamientos son muy importantes. El Espíritu Santo sabe que sólo los pensamientos que tienes con Dios son reales, y nada más importa. En el Cielo, no tienes que pensar en absoluto.

*  El ego pide sacrificio. En cambio, el Espíritu Santo dice que no hace falta ningún tipo de sacrificio.

*  El ego dice: “El Señor da y el Señor quita”. El Espíritu Santo sabe que Dios sólo da y nunca quita nada.

*  El ego proclama reverentemente que la muerte es real. El Espíritu Santo dice que nadie está muerto y que en realidad nadie puede morir.

*  El ego juzga las cosas como buenas o malas; el Espíritu Santo dice que no son ni una cosa ni otra, porque no son verdaderas. Así por su naturaleza ilusoria,  todas las cosas en el nivel de la forma son igualmente falsas.

* El ego asigna identidades específicas y diferentes. Tanto su “amor” como su odio están dirigidos hacia individuos específicos. El Espíritu Santo piensa que todos son lo mismo y totalmente abstractos. Así, al igual que Cristo, Su Amor es no específico y todo lo abarca.

*  El ego ingenia razones astutas por las que deberías seguir escuchando sus consejos egoístas, pero el Espíritu Santo sabe que en algún momento te volverás a Él, y que en último término volverás a casa con Él, tal como dicta la ley del perdón y las leyes de la mente.

* Al ego le encanta cuando te lamentas del pasado, “Hubiera, podido haber, debería haber”, y “si hubiera hecho esto en lugar de lo otro”, y “si hubiera sabido entonces lo que sé ahora”, son algunos de sus números favoritos. Y esto no sólo hace que tu pasado sea real para ti, también lleva a que te sientas mal, todo ello para deleite del ego. El Espíritu Santo sabe que, con excepción del perdón, no importa lo que hagas. Para el ego eso es una herejía. Pero el Espíritu Santo quiere que te cures, y sabe que la culpa inconsciente en tu mente acabaría desplegándose de algún modo, aunque tomara otra ruta.

* El ego quiere que lo que haces sea importante. Para inmiscuirse en tu espiritualidad y demorar la verdad, trata de hacer que lo que hagas en ésa área sea importante y especial. Sin embargo, para el Espíritu Santo, lo que hagas por Él o por Jesús, o por Dios no es importante. ¿Cómo podría ser importante lo que ocurra en una ilusión si comprendes que no es real?

* Mientras el Espíritu Santo te enseña tu verdadera fortaleza, el ego te dice a ti, a los demás hombres-macho y a todas las mujeres liberadas que tienen que ser duros y aprender a dar patadas en la carrera de ratas, porque, si no lo hacen, otros se quedarán con su queso. Todo lo que esto prueba es lo temerosos que son, porque si no tuvieran miedo no tendrían que ser tan duros. Están pidiendo amor sin saberlo.

El ego trata de convencerte de que tus problemas son el problema, pero el Espíritu Santo sabe que el problema es la culpabilidad bien escondida y oculta que te hace necesitar soñar un mundo de separación. Por supuesto, el mundo no piensa eso. ¡El mundo ni siquiera sabe de ello! Como el Curso se asegura de recordarte hacia el final del Texto:

“...De lo único que estabas seguro era de que, entre las numerosas causas que percibías como responsables de tu dolor y sufrimiento, tu culpabilidad no era una de ellas”.

Extraido del libro "La desaparición del Universo" de Gary Renard

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