“Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino” Dios es tu Padre que te ama infinitamente. Vivir en la casa del Padre, es vivir en el Reino de los Cielos, el derecho del espíritu, cuya belleza y dignidad están mucho más allá de cualquier duda, más allá de la percepción, y se alzan para siempre como señales del Amor de Dios hacia nosotros. Tú eres el Reino de los Cielos, pero has permitido que la creencia en la oscuridad se infiltrase en tu mente. Creíste en la separación, que más allá de donde estabas, podía haber algo mejor. Esa sensación de separación jamás habría surgido en ti, si no hubieses distorsionado tu percepción de la verdad, percibiéndote a ti mismo como alguien necesitado. Creaste tus ilusiones sobre ídolos de barro, fabricando el ego, que no es sino un intento erróneo de tu mente de percibirte tal como deseas ser, en vez de cómo realmente eres. Dios te hizo LIBRE, la libertad es el único regalo que puede ofrecer a sus Hijos, ya que es el reconocimiento de lo que son y de lo que Él es. Tú puedes escoger marcharte a buscar una vida según tú más fácil, más divertida, sin reglas, sin límites, pensando que ahí serás feliz. El país lejano es el mundo de la percepción, un mundo demente en el que crees poder construir tu mundo privado y gobernar tu propia percepción. El mundo real es un símbolo, como todo demás que la percepción ofrece. Dejar la casa, es elegir al guía equivocado, y por lo tanto extraviarse. Guiado por el ego lo estás... “Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba” |
El Hijo empleó sus recursos limitados y empezó a pasar penalidades, una condición que no existe en el Cielo. Al estar aparentemente separado de su Fuente, estaba experimentando necesidad por primera vez. Tu Padre te creó completamente libre de pecado, completamente libre de dolor y completamente a salvo de todo sufrimiento. Si niegas a tu Padre estarás invitando al pecado, al dolor y al sufrimiento a tu mente debido al poder que Él te dio. Cuando usas la herencia (todo lo bueno que te dio Dios) para mal, cuando vives buscando el éxito, el ser importante, el placer, el pasártela cómodo y bien... el darte gusto a ti antes que a los otros... el tener muchas cosas, el sentirte querido y aceptado por los demás... puedes hacer lo que quieras, sin embargo... te sientes vacío, incompleto, solo, triste, abandonado, decepcionado. Entonces descubres que en la vida egoísta y de pecado NO ESTA LA FELICIDAD VERDADERA. Ahora que el Hijo pasa necesidades, intenta llenar su vacío uniéndose a otro ciudadano de aquel país. Esto es un símbolo de intentar resolver tus problemas fuera de ti mismo, implicando invariablemente algún tipo de “relación especial”. Estos intentos interminables y desesperados de hallar una solución mediante la búsqueda externa hasta que llegas a ser como el hijo pródigo cuando vuelve en sí. Entonces, reflexionando, dijo: ¨¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre y le diré: ¨ Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.¨ Se puso en camino y fue a casa de su padre. Se da cuenta que la única solución significativa a su problema es volver a la casa del Padre, y hacer eso se vuelve más importante para él que ninguna otra cosa en el mundo. El aprendizaje que realmente corrige comienza siempre con el despertar del espíritu y el retorno a tu origen y con el rechazo de la fe en la visión física. Has elegido un sueño en el que has tenido pesadillas, pero el sueño no es real y Dios te exhorta a despertar. Despertarás a tu propia llamada, pues la llamada a despertar se encuentra dentro de ti. A partir de ahí, todo el proceso correctivo se reduce a una serie de pasos dentro del proceso más amplio de aceptar que la Expiación es el remedio. La Expiación es la corrección del ego. Expiar es deshacer; el deshacimiento del ego que fabricaste es su objetivo, el retorno a la percepción verdadera y al Reino de los Cielos. La Expiación es el medio a través del cual puedes liberarte del pasado a medida que avanzas, al deshacer todos los errores, restituyendo al espíritu en el lugar que le corresponde. Su único propósito es devolvértelo todo, o más bien devolvérselo a tu consciencia Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió. Fue corriendo, se echó al cuello de su hijo y lo cubrió de besos. El hijo comenzó a decir: ¨Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo.¨ Pero el padre dijo a sus criados: ¨Traed enseguida el mejor vestido y ponédselo; ponedle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. Tomad el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado.¨ Y se pusieron todos a festejarlo. Destacamos el contraste entre lo que el hijo ha llegado a creer respecto a sí mismo y lo que el Padre sabe que es cierto. El hijo piensa que él ha pecado y que no merece ser llamado Hijo de su Padre. Su propio amor imperfecto le hace ser vulnerable a la proyección y como resultado de su propio miedo, teme al castigo del Padre como arma de represalia de Este. Lo que parece ser el temor a Dios, es en realidad el miedo a su propia realidad. Pero el Padre amoroso no quiere oír nada de eso. No está iracundo ni desea vengarse, y no tiene el menor interés en castigar a su Hijo. ¡Así es realmente Dios! El amor de Dios corre a encontrarse con su Hijo. Nada de lo que parezca ocurrir puede cambiar nunca ese hecho. El hijo prodigo ahora vuelve a la vida. Ya no está perdido en sueños de escasez, destrucción y muerte. Es la hora de celebrarlo |
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