DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

CULPABILIDAD Y RESPONSABILIDAD



Todo cuanto sucede en el mundo en el que vivimos, da la sensación que lo hace a pesar nuestro. Este mundo de ilusiones, es el mundo del ego, en el que no aceptamos ninguna responsabilidad de todo lo que sucede a nuestro alrededor. Proyectamos la culpabilidad de todos nuestros problemas más allá de nosotros, haciendo a los demás culpables de todo cuanto sucede sin aceptar responsabilidad alguna. 


Afortunadamente, cada uno es dueño de su vida. No eres una víctima de las circunstancias, sólo de tus errores de pensamiento. El mundo que te rodea, es únicamente responsabilidad tuya, y por lo tanto, lo que sucede, depende de ti y sólo de ti. Lo único que debes aceptar para liberarte, es dicha responsabilidad.

Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar. Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal y como lo pedí (T-21.II.2:3-5)

La aceptación y la creencia en estos pensamientos de proyección de culpabilidad les otorgan realidad en tu mente. Es tu aceptación lo que le confiere realidad. Es inevitable que quienes experimentan culpabilidad traten de desplazarla, pues creen en ella. Tu mente es capaz de crear realidad o de fabricar ilusiones, por lo tanto si experimentas culpabi­lidad es un signo inequívoco de que un pensamiento basado en la creencia en el pecado, que es el único propósito, porque el pecado genera miedo, y todo lo que genera miedo pro­duce separación al obedecer las leyes de la división. 

El mundo que ves no es sino el testigo fútil de que tenías razón. Es un testigo demente. Tú le enseñaste cuál tenía que ser su testimonio, y cuando te lo repitió, lo escuchaste y te conven­ciste a ti mismo de que lo que decía haber visto era verdad. Has sido tú quien se ha causado todo esto a sí mismo. (T-21.II.5:1-4)

Tu mente ha fabricado esto, y lo ha hecho a través de errores mentales. Por lo tanto, estos pueden ser corregidos en su origen, que no es otro que tu propia mente, y hacer que la realidad que percibimos puede cambiar. Tú no has pecado ni eres culpable de nada, que no pueda corregirse en tu mente, y eso es un error y merece corrección, no castigo. La corrección depende de ti, de si la quieres o no, realmente. 

Si el ego es el símbolo de la separación, es también el símbolo de la culpabi­lidad. Es el símbolo del ataque contra Dios, al creer que es posible atacar a Dios, y que has arrancado una parte de Él y te has apoderado de ella. De ahí procede el miedo a las represalias externas. Esta es la creencia inicial de donde procede toda culpabilidad, por tanto si te identificas con el ego, no podrás sino verte a ti mismo como culpable y temerás ser castigado.

El propósito de la Expiación a través del perdón, es conservar del pasado únicamente aquello que ha sido purificado. En el Cielo por tanto, no existe la culpa, porque la Expiación te otorga la liberación del miedo y por tanto deshace la culpabilidad. Por tanto, no consideres a nadie culpable y te estarás afirmando a ti mismo la verdad de tu inocencia, pues solo puedes estar completo en tu inocencia y sólo en tu inocencia puedes ser feliz.

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