DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

EL AMOR Y LA SOLEDAD


 "No hay otro amor que el de Dios"


No existen diferentes clases de amor, no hay un amor de padres e hijos, entre amigos, o entre amantes. El único amor que existe es el que se cobija en el corazón de todas las personas.



Cuando no tenemos relación de pareja, mucha gente espera un amor romántico que ponga fin a ese sufrimiento que nos embarga, pero… ¡ojo!, solo es una estratagema del ego que nos hace pensar que por el hecho de tener una relación, todo nuestro dolor desaparecerá. Y sin embargo cuando esa relación perdura, hace aflorar a la superficie todo nuestro dolor existencial, porque así está establecido en el plan para completar nuestro propósito de crecimiento. Hemos de superar todas nuestras lecciones. El amor pondrá a prueba toda nuestra capacidad de comprensión, de aceptación y de perdón. Con frecuencia olvidamos las obligaciones de una relación mientras no la tenemos, pero en seguida que la encontramos, las recordamos con bastante claridad...


No es el hecho de la ausencia de otra persona en nuestra vida la que provoca el dolor, sino más bien lo que hacemos con ella cuando está. El amor verdadero hacia otra persona no es más que la comunión entre dos almas. Cuando dos personas se unen en una relación santa, el ser amado parece algo más que un simple mortal, es el ser perfecto, la perfección de la creación. Pero en seguida el ego se encarga de proyectar a la otra persona en el plano físico, haciendo olvidar nuestra visión espiritual previa. Nos idealizamos los unos a los otros, y cuando no nos mostramos de acuerdo con el parámetro ideal, nuestra reacción es la decepción y la carencia. Rechazar a un ser humano, solo por ser humano, se ha convertido en un mal de nuestro tiempo.

La gente se pregunta cuando encontrará su alma gemela… pero la pregunta sería: ¿Estoy preparado para recibirla? El problema con las relaciones no es que no hayamos tenido maravillosas oportunidades o conocido personas increíbles, el problema es que no nos dimos cuenta de lo maravillosas que eran esas personas que sí que conocimos. El amor siempre está presente, lo que pasa que el ego no nos deja percibir su presencia. La idea de que existe una persona perfecta, solo que todavía no ha llegado, es nuestro principal bloqueo para percibir el amor.

Somos vulnerables al efecto de la persona “adecuada”. Pensar que allí fuera hay alguien especial que va  a salvarnos con su puro amor. Es una de las formas del ego de alejarnos del verdadero amor, aunque no quiere que lo sepamos. Buscamos desesperadamente el amor en una relación, y esa desesperación es la que hace que lo perdamos cuando lo tenemos: ¿Como podemos amar cuando estamos sometidos a tan tremenda tensión emocional?

Buscar la persona “adecuada” es una desesperación, porque esa persona NO EXISTE. No hay persona “adecuada” porque no hay persona “inadecuada”. Quien quiera que esté frente a nosotros puede ser nuestro mejor maestro. El problema reside en no tomarse la relaciones en serio cuando pensamos que el o ella no son “la persona adecuada”. De vez en cuando sucede que esa persona que tanto esperamos, llega, -a veces incluso transformado en alguien inadecuado- pero nosotros no estamos listos; y no estamos listos, porque no nos hemos preparado. Estábamos esperando la persona adecuada.
 
Nadie es siempre maravilloso, nadie es siempre atractivo, pero el amor es una decisión. Nuestra misión para con nosotros mismos exige prepararnos para una relación profunda. Aprender como hacer que nuestra pareja sea lo mejor que puede ser. La relación siempre ha de ser santa, ayudándose el uno al otro a encontrar lo más elevado de sí mismos.

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