DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

LAS SIETE LEYES ESPIRITUALES DEL EXITO: 2/7

Esta no es más que una aproximación personal a los términos del libro del Doctor Deepak Chopra desde la perspectiva de un curso de milagros.


Segunda ley: La ley del dar






“La segunda ley espiritual del éxito es la ley del dar. También podría llamarse la ley del dar y del recibir porque el universo opera a través de un intercambio dinámico. (…) Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir y el recibir engendra el dar. (…) En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo de alguno de los dos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza.”



Nuestro estado natural es estar en paz. Lo no natural son las cosas que nos separan de esa naturalidad: Los sentimientos de ira, la depresión, la culpa o la ansiedad. Todos estos sentimientos son antinaturales porque nacen del ego que no es nuestro verdadero ser. Eso es todo lo que es el ego: una obstrucción que entorpece la consciencia de quiénes somos en verdad.

El ego se basa en el concepto del “principio de escasez”, Es el aspecto de nuestra culpa que  nos enseña que siempre nos hace falta algo, o que existe alguna carencia, lo cual se basa en la percepción egocéntrica del mundo. Interpreta la sensación de pérdida que supone el dar. Aplicando las leyes que rigen el mundo de la percepción, cuando doy algo dejo de tenerlo. Si te entrego algo, a partir de entonces tú tienes más y yo tengo menos. Dar, para el ego, siempre es un término cuantitativo. Todavía no somos capaces de percibir la igualdad que existe entre tener y ser. Hasta que no la percibamos, tener nos parecerá lo opuesto a dar.

Un claro ejemplo de ello es la “proyección” por la cual yo te adjudico mi culpa, me libero de ella y te la traspaso a ti. Siempre pensamos que si nos liberamos de un pensamiento,  alguien más lo tiene mientras que desaparece en nosotros.

Sin embargo para el espíritu, no existe diferencia alguna entre tener y ser, obtener no significa nada, y dar lo es todo. Aunque esta forma de pensar no tiene nada que ver con la posesión de bienes materiales, al ego le resulta incluso comprensible cuando lo abstraemos en referencia a las ideas: Si compartes una posesión física en verdad estás dividiendo su propiedad, pero si es una idea lo que estás compartiendo, no la estás debilitando. Toda ella te sigue perteneciendo aunque la hayas entregado completamente, pero no solo eso sino que además el que la recibe, la acepta como suya y la refuerza en tu mente y además la expande:

“Los pensamientos se expanden cuando se comparten.
Cuantos más creen en ellos, más poderosos se tornan.
Todo es una idea.
¿Cómo entonces, puede asociarse dar con perder?” (T-5.I.2.5)

La función del milagro es aceptar este pensamiento, porque en realidad no hay nada que exista ahí, ya que todo reside en la mente. Por lo tanto, el dar es realmente reforzar. Si te adjudico mi culpa al proyectarla sobre ti, en realidad lo único que consigo es reforzar mi propia culpa. Si te doy amor, entonces lo que hago es reforzar el amor que está dentro de mí. Es por eso, que lo que damos es lo que verdaderamente recibimos. Dar y recibir es lo mismo. 

“Para poder tener, da todo a todos”. (T-6.V.A.5.13)

Esa idea es el reverso de cómo piensa el mundo o de cómo piensa el ego. Esta  ley invierte las leyes físicas porque el mundo enseña, repito, que tenemos menos de aquello que damos, de modo que mientras más milagros elegimos, y mientras más nos permitimos ser instrumentos del milagro, más recibimos los beneficios del mismo. Mientras más amamos, sanamos y perdonamos, más amados, sanos y perdonados nos sentimos. Si  esperamos de verdad sentir la plenitud de nuestro ser, de sentirnos abundantes y valiosos,  entonces debemos hacer servicio y dar.  Cuando  ignoramos  nuestra habilidad de extender amor como Dios nos creó para hacer, comenzamos a estancarnos y eventualmente morimos. La muerte es un intento de resolver conflictos no tomando ninguna decisión.


El Curso nos comenta que las necesidades de otro son también nuestras necesidades. No podemos saber qué es lo que tenemos o quiénes somos sin estar al servicio unos de otros, pues esa es la única forma en que podemos conocernos.   


“Tu hermano es el espejo en el que ves reflejada la imagen que tienes de ti mismo”. (T-7.VII.3.9)

En la vida no hay mayor recompensa que ayudarse unos a otros. Al  principio  el  impulso  a veces  surge  de  razones mundanas y del ego para luego dar lugar a la alegría y recompensa verdadera que significa hacer un servicio para otros. Ninguno de  nosotros  somos diferentes de aquellas personas que se entregaron a los demás,  por tanto, podemos lograr las mismas  recompensas. El secreto de su éxito y del nuestro es dar.


Si se ha de cumplir con este Curso, si hemos de recordar nuestra unicidad y el hecho de que lo que damos a otro es lo que recibimos nosotros, deberemos ponerlo en práctica.

Extender la verdad de nosotros mismos, nuestro amor, alegría y servicio es una buena manera de comenzar.  ¿Cómo sabemos qué hacer? Bien, toda persona con la que te cruces se presenta con la oportunidad de un encuentro santo. Te proveen con una oportunidad de encontrarte o  perderte, de cumplir con este Curso o no. No te castigues si sientes que has fallado en tus elecciones hasta ahora. Recuerda que no estamos solos y que si le permitamos al Espíritu Santo tomar su lugar en nuestras mentes, purificará nuestros pensamientos y nos recordará el valor de nuestro hermano y el nuestro. Y a medida que recordemos esto, con gusto  querremos ayudarles, pues sabremos que su éxito es el nuestro.  









0 comentarios:

Publicar un comentario