DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

CREENCIAS Y VERDAD


La vida no es como es. La vida es como tú la ves.”





Es frecuente en una reunión que cada cual exprese su opinión sobre un determinado tema. Para cada persona su posición es diferente e incompatible con de la de los otros. La reconciliación de conceptos se hace imposible porque cada persona se convierte en el creador de su verdad. La conversación posiblemente terminará con un…“Esto será verdad para ti, pero no para mí.”

Pero incluso dentro de cada persona, la verdad puede cambiar día a día, Los sentimientos depositados en un gran amor: la ternura, la pasión, la belleza y aquello que considerábamos nuestra gran verdad, repentinamente, con el cambio de circunstancias, pueden cambiar a sus opuestos y pasar a ser nuestra nueva verdad.

“Cada día que me levanto, lo hago con una nueva verdad”

¿Puede realmente cambiar una verdad cambiar? ¿Puede ser una verdad relativa? ¿Cuál es la diferencia entre creencia y verdad?

Una creencia, es lo que nosotros aceptamos como verdad, lo que cada uno considera que describe correctamente la realidad. Creer es un sentimiento subjetivo que ocurre en la mente de un sujeto, y que sólo es accesible a este sujeto. Por lo tanto, de aquí se puede deducir lógicamente, que como consecuencia de la existencia de múltiples creencias, que son solamente cuestiones de convicción, existen también una multitud de verdades...

Ese concepto al que tú le otorgas realidad, ese concepto de lo que eres y de lo que otros son, es simplemente una creencia, una entidad ficticia que tu defiendes en ti o que atacas en los demás, sin siquiera saberlo, es lo que denominamos ego.

Tu ego por tanto, no es una entidad física, sino una creencia de lo que piensas que eres. Es un estado mental que has construido sobre ti y que va cambiando contigo. Tú lo defiendes porque desconoces su existencia en ti y el daño que te hace. Determina una estructura de conducta y orienta las acciones del sujeto. Podemos creer en cosas que son positivas, que nos alimentan y nos acompañan durante toda nuestra vida, otras van cambiando mientras maduramos y por último otras permanecen en lo más recóndito de nuestras mentes con pensamientos negativos sobre nosotros mismos o sobre todo nuestro entorno.

En general lo que creemos no es otra cosa sino la personalidad que has recibido y forjado para ti mismo, a partir de tu predisposición, tu herencia genética, las enseñanzas de tus padres, familiares, profesores, amigos, etc. que has ido incorporando a tu sistema de creencias. El ego es, por tanto, tu respuesta al mundo que has ido conociendo desde niño, la forma en la que te muestras ante los demás mediante tu forma de ser y pensar basada en tus experiencias, creencias y conocimientos acerca este mundo que ves.
¿Creer implica saber? No precisamente, creer es opuesto a saber, la creencia es vacilante o insegura, es decir, tiene algo por verdadero sin estar seguro de ello. El principal escollo con el que nos encontramos es el de una realidad cambiante,  pues, en la medida que la realidad cambia, habría que considerar que cada creencia sólo es verdad para el instante en que se emite el juicio.
Pero… ¿cambia la realidad? Está claro que sí, pero sólo para los ojos del ego que se rige por las leyes físicas del mundo de tiempo y espacio: El Universo evoluciona, nosotros evolucionamos y aprendemos y ello lleva a modificaciones intelectivas sobre nuestro saber y conocimiento o a permutas morales y  sociales que llevan consigo cambios sobre los valores de relación entre las personas.
Las apariencias engañan, pero pueden cambiar. En el mundo atemporal del Reino de Dios, la realidad, en cambio, es inmutable. No engaña en absoluto, y si tú no pue­des ver más allá de las apariencias, te estás dejando engañar. Pues todo lo que ves con los ojos del ego, cambiará; sin embargo, antes pensabas que era real, y ahora crees que es real nuevamente. De este modo, la realidad se ve reducida a formas y se la considera susceptible de cambiar. La realidad, no obstante, es inmutable. Esto es lo que hace que sea real y lo que la distingue de todas las apariencias. Tiene que estar más allá de toda forma para poder ser ella misma. No puede cambiar
En tu hermano y en tí reside una inmutabilidad que está más allá de cualquier apariencia o engaño, en cuanto que fuisteis creados perfectos a imagen y semejanza de Dios vuestro creador. Tu “Yo verdadero” es tu ser auténtico, el que tú realmente eres. No es modificable, pues ya es perfecto. Él es tu Espíritu, el cual ha decidido por alguna razón manifestarse mediante un cuerpo, como medio de interacción con el mundo físico. Mas esta realidad se ve nublada por tus cambiantes ideas acerca de  ti y de él, que tú percibes como real. Esto demuestra que nunca fueron reales y que no pudieron haber surgido de la reali­dad. Pues ésta es inmutable, y no hay nada en el Cielo o en la tierra que pueda jamás alterar sus efectos. Es evidente, en cam­bio, que las apariencias son irreales precisamente porque pueden cambiar. Todo lo que percibes, no es más que un sueño acerca de lo que él es.

El Espíritu Santo te enseñará a percibir más allá de tus creencias porque la verdad está más allá de cualquier creencia, y la percepción del Espíritu Santo es verdadera. (T-7.VIII.6:1)

¿Qué es la verdad? Considerando como verdad "la adecuación entre la razón y la realidad", para que un juicio identifique una verdad es preciso que, además de su correcta coherencia formal, su referencia sea la realidad.
 Las características de la verdad son:
  • La verdad existe
  • La verdad es inmutable
  • La verdad es eterna
  • La verdad es mental
  • La verdad es superior a la mente humana
  • La verdad es Dios

Todo esto no es sino afirmar que existe una Mente eterna, inmutable, una Razón Suprema, un Dios. Las verdades o proposiciones que pueden ser conocidas son los pensamientos de Dios, los pensamientos eternos de Dios. Y en la medida en que el hombre conoce algo, él está en contacto con la mente de Dios. Y dado que la mente de Dios es Dios, podemos… decir que tenemos una visión de Dios.

Por lo tanto, cuando los seres humanos conocen la verdad, conocemos también algo de la naturaleza de Dios. Hay un sentido en el cual todo conocimiento es un conocimiento de Dios. 

Los altares son creencias, pero Dios y Sus creaciones están más allá de toda creencia, ya que están más allá de cualquier duda.(T-6.V.7:2)

Tu mente es parte de la de Dios. Y puesto que eres santo, tu visión no puede sino ser santa también, y por lo tanto solo puede conocer. Y conocer implica saber la verdad. La verdad te hace libre y te libra del pecado. "Impecabilidad" quiere decir libre de pecado. No se puede estar libre de pecado sólo un poco. O bien eres impecable o bien no lo eres. Si tu mente es parte de la de Dios tienes que ser impecable, pues de otra forma parte de Su Mente sería pecaminosa. Tu visión está vinculada a Su santidad, no a tu ego, y, por lo tanto, no tiene nada que ver con tu cuerpo. En lo profundo de tu interior yace todo lo que es perfecto, presto a irradiar a través de ti sobre el mundo.

Estamos tan convencidos de tantas cosas, que nos cerramos nuestras propias puertas, nuestras creencias se convierten en nuestra propia prisión. Creemos ser capaces, o  no serlo, solo por la tranquilidad de no meditar sobre ello. Creemos que somos capaces de amar, y por ello amamos más de lo que queremos… o a la persona incorrecta. Creemos que somos incapaces de amar, por miedo a hacer o hacernos daño. Creemos, creemos, creemos…

Quizás sea momento para pensar punto por punto en todas tus creencias, en todas esas cosas que creíste saber porque alguien las dijo... Y que quizás no son como te las enseñaron. La verdad existe. No tengas miedo de traicionar tus creencias, cuanto más convencido estés de que hay otra alternativa, otro camino, más cerca estarás de la felicidad. Si la quieres, debes buscarla, pero no cargues en este viaje vital con la pesada mochila de tus creencias sin fundamento: Dios quiere ser tu guía, el Espíritu Santo quiere hablarte a ti, porque quiere hacerte libre, escucha tu interior que te habla y veras que todo cuanto pensaste, hiciste y dijiste se convierte en verdad inmutable.

La Voz que habla en favor de Dios lo hace únicamente en nombre de las creencias que están más allá de toda duda, lo cual te prepara para llegar a estar libre de dudas. (T-6.V.7:3)


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