DESPERTAR AL AMOR

con un curso de milagros

EL DESEO DE SER ESPECIAL

"La única creencia que se mantiene celosamente oculta y que se defiende aunque no se reconoce, es la fe en ser especial. Esto se manifiesta de muchas formas, pero siempre choca con la realidad de la creación de Dios y con la grandeza con la que Él dotó a Su Hijo” (T.24.I.3:1-2)
El deseo de ser especial, es lo que nos mantiene separados de nuestro hermano, pues es el símbolo de todo lo que este mundo de separación y cuerpos es. El deseo de ser especial fue lo que nos llevó a experimentar esa diminuta y alocada idea por la nos creímos separados de nuestra Fuente. Este deseo es el que nos motiva a luchar por ilusiones que jamás nos satisfarán.


¿Qué otra cosa podría justificar el ataque? ¿Quién podría odiar a alguien cuyo Ser es el suyo propio y a Quien conoce? Sólo los que se creen especiales pueden tener enemigos, pues creen ser diferentes y no iguales. Y cualquier clase de diferencia impone diferentes órdenes de realidad y una ineludible necesi­dad de juzgar." (T-24..I.3:3-6)

El deseo de ser especial es un intento de separar a algo o a alguien, pues sólo los que creen ser especiales parecen ser diferentes. El ego eleva a algo específico por encima de lo otro, negando de esta manera que todo lo específico está exento de sentido. Para lograr eso, no puede sino emitir juicios que sólo pueden proceder de aquel se  siente “superior”, “diferente” o “mejor” que lo juzgado. Por lo tanto la búsqueda de esta especificidad, se convierte en un medio y un propósito para la separación y el ataque, pues parece que el ataque contra aquello que ha sido juzgado y considerado como “débil”, “frágil” y “pecador” no puede sino ser considerado como justo y natural.
Juzgar y establecer comparaciones, es el mecanismo del ego para buscar la falta en el otro y ver su pequeñez en contraposición a su grandeza; esa visión ilusoria supone un triunfo para ti y una derrota para tu hermano, pues establece lo que tú eres y lo que él es.

“Pero mientras tanto, juzgaras tu grandeza tal como juzgues la de tu hermano, y la aceptarás al aceptar la suya” (T-9.IV.9)

Lo curioso del caso, es que aunque el ataque parezca hacer de tu hermano tu enemigo, este no es en realidad sino tu mejor amigo, pues se convierte en el testigo viviente de que tú eres especial en contraposición a él. Estoy sacrificando a mi hermano para que me demuestre que soy especial,por ello, cualquier relación que entablamos en este mundo, sólo se trata de relaciones especiales para satisfacer nuestro deseo más profundo: "Mi pareja", "mis padres", "mi mejor amigo", "mi compañero preferido", no suponen la búsqueda del amor incondicional, sino más bien, el que cada uno de ellos me haga sentir de algún modo especial.

Tu hermano es tu amigo porque su Padre lo creó semejante a ti. No hay diferencia alguna entre vosotros. Se te ha dado tu hermano para que el amor se pueda extender, no para que se lo niegues. Lo que no das, lo pierdes. Dios se dio a Sí Mismo a vosotros dos, y recordar esto es el único propósito que compartís ahora. Por lo tanto, es el único propósito que tenéis.
 (T-24.I.7:1-6)

Mi hermano no es mi amigo porque me haga sentir especial, es mi amigo porque Dios lo creo igual a mi y sin diferencias entre nosotros. Pensemos por un momento que podría ocurrir si mi pareja me amase exactamente igual que al resto de mis hermanos o que aquel a quien considero mi mejor amigo me amase igual que al resto de nuestros amigos. ¿Y si mi hijo me amase igual que al resto del mundo? La necesidad de ser especial, busca ser diferente, ser el mejor y el más grande, el más querido y el más reconocido. Creer que debo ser tratado de manera especial, encontrar a personas especiales, situaciones especiales, ritos especiales, lugares especiales. Lo especial, sólo puede hacer énfasis en la forma, debido a que no conoce el Amor, el cual es Espíritu, porque en su propósito no hay nada sagrado.  Aquel Quien Tú Eres, como Dios te creó, es sagrado y todo lo que te rodea, el mundo que ves, no es sino una respuesta del ego para apartar lo sagrado de tu consciencia y hacer olvidar a la mente su verdadero Ser. Si intentas ser o hacer algo especial, nunca alcanzarás la paz ni la dicha, pues la única Verdad, es que tú Eres Uno. No hay nada ni nadie fuera de Ti.

Ser especial es una función que tu te has asignado a ti mismo como ser autosuficiente e independiente, testigo de un universo de separación, en constante ataque por tus hermanos y por el mundo que te rodea. Bajo esa creencia de que eres en verdad especial, dedicas una importante determinación y ahínco en su defensa, en un vano intento en convertir en realidad tu deseo.  Con ese propósito inviertes tu percepción pues parece como si ella te enseñase lo que ves, mostrando la imagen que tú deseabas que fuese verdad. Lo que deseas, es lo que crees escuchar de aquel quien habla en contra de Dios. El mundo que el ego construyó, el infierno en el que estableciste tu hogar, se convierte en testimonio del pecado, otorgándole realidad  como sustituto del amor, para servirle lealmente. Así, tu representación en él, el cuerpo, no parece sino la prisión que Dios construyó para mantener a su Hijo separado de Él.

 “Es esencial tener presente que toda percepción seguira estando invertida hasta que se haya comprendido su propósito   (T-24.VII.8:5)

Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz  (LE-pI.72.8:3)



Tú no eres especial, ni serlo es la verdad acerca de ti. Eres un Santo Hijo de Dios. Tratar de ser especial siempre va en contra de la paz, pues esta proviene de tu perdón, al contemplar solamente la verdad y no ver condenación alguna en tu hermano –aquel que es igual a ti- que pudiese necesitar perdón. Así mientras tu hermano sea lo que en realidad es, verás en él la creación de Dios compartiendo su propia Voluntad.

Tu hermano es tu propio reflejo, permítele pues que él perdone tu deseo de ser especial, pues no ha perdido la capacidad de perdonar aquellos pecados que tú crees haber cometido. En su salvación está la tuya. Tan sólo espera tu perdón para poder devolvértelo y liberaos ambos mutuamente de las cadenas del ego. Crea por lo tanto una voluntad igual a la Voluntad de tu Padre, fruto de tu propósito de unión, pues dar a un hermano lo que realmente desea, es ofrecértelo a ti mismo, ya que tu padre dispone que comprendas que tu hermano y tú sois lo mismo.


"¿Podrías odiar a tu hermano si fueses igual que él? ¿Podrías atacarlo si te dieses cuenta de que caminas con él hacia una misma meta?. ¿No harías todo lo posible por ayudarlo a alcan­zarla si percibieses que su triunfo es el tuyo propio? Tu deseo de ser especial te convierte en su enemigo; pero en un propósito compartido, eres su amigo. Ser especial jamás se puede compar­tir, pues depende de metas que sólo tú puedes alcanzar. Y él jamás debe alcanzarlas, pues de otro modo tu meta se vería en peligro. ¿Qué significado puede tener el amor allí donde el obje­tivo es triunfar? ¿Y qué decisión puede tomarse en favor de ese objetivo que no acabe perjudicándote?
 (T-24.I.6:1-8)

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